Cuando instruimos y decimos a los clientes en la Logoterapia Cuántica: ¡perdone, haga uso del perdón! muchas personas no entienden completamente lo que estamos solicitando, ni lo que se les está proponiendo… Debido a ciertas incomprensiones naturales, ya hubo quien me interpelase: Entonces, ¡¿tengo que decir a todo amén?!
Debido a la necesidad de una aclaración sobre los efectos íntimos del perdón (espirituales, psicológicos, emocionales), como se me ha solicitado, se escriben estas palabras que espero puedan ayudar a esclarecer el sentido del perdón.
En un esfuerzo por esclarecer el proceso, puedo decir que hay una noción respecto del perdón – la más evidente – que es la de que el perdón es para el otro, para los otros, pues decimos: yo te perdono, te he perdonado… ya te he perdonado y así sucesivamente… Pese a ello, de todos modos, el perdón sólo aparentemente va dirigido únicamente al otro, al que es objeto de él. En verdad, el perdón no es una acción cuyo objetivo principal sea únicamente el otro, sino que tiene otro aspecto, el de ser libertador para quien lo aplica, para quien lo experimenta y hace uso de él. Subrayo esto, el hecho de que es necesario experimentarlo, pues se ven a menudo personas que dicen haber perdonado y emplean esas palabras, pero no lo han sentido de hecho, lo dicen de labios afuera, pero no conocen todavía el sentido de la experiencia del perdón, que no es intelectual, y sí espiritual y sentimental. Un error común y frecuente es aquel que hace parecer que la experiencia del perdón (lo mismo que el amor y otros sentimientos) se dirige al (los) otro(s).
El perdón puede tener este sentido extrovertido, pero será respecto de su sentido introvertido (efectos sobre el propio Ser) para lo que escribo estas palabras.
Consideremos algunos aspectos que pueden pasar desapercibidos:
Los vínculos de resonancia que mantenemos y comulgamos con los demás son construidos a partir de experiencias comunes y también triviales. Actuamos con base en generalidades colectivas que nos han sido inculcadas desde muy pronto. Nuestras nociones del Bien y del Mal son aprendidas, y nuestro juicio, con frecuencia, está en sintonía y resonancia con aquello que nos ha sido enseñado.
Por imitación y en resonancia con la actitud colectiva, entendemos que si alguien nos hiere o nos ha herido, la tendencia es a herirlo también, a devolverle en la misma moneda. El objeto externo es el blanco de nuestra acción, por tanto, somos una secuencia/sucesión de estímulos/respuestas casi automáticas – semiautomáticas en la mejor de las hipótesis… Dicho de otra forma, al recibir alguna violencia la respuesta ha de ser violenta, si recibimos algo miserable tenemos que hacernos miserables para con el blanco de nuestra respuesta, tenemos que dar la revancha, ¡una respuesta a la altura! En tal sentido la ley de la resonancia nos hace entrar en la misma sintonía y frecuencia de la energía recibida y entonces retrucamos. Por eso siempre pido a los clientes: Concentra tu atención en el proceso de energía subyacente a estas experiencias con los demás.
Si el otro está en una energía de odio, venganza, resentimiento, represalia, celos o envidia, si ha deseado herir con su acción, es casi irresistible entrar en resonancia y devolver lo que nos dio como energía. Entonces, al entrar en resonancia con él, establecemos un vínculo kármico con el otro.
También puede ocurrir quedarte guardando, durante un tiempo, el deseo de alcanzar el objeto y blanco de esta energía negativa (casi siempre ocurre así cuando no es posible responder al blanco y acabas contaminado por la energía absorbida…) Entonces, el resentimiento, la ira, el deseo de venganza puede quedar guardado en tu interior, incluso durante largo tiempo. De este modo, nos convertimos en fieles depositarios de una energía que no encontró su objeto, no se dirigió al otro (no voy a extenderme sobre el hecho de que esta energía puede crear disfunciones, enfermedades y estados de humor negativos). En tales casos, la respuesta pasiva e inconsciente fue la de inhibirse, encogerse y someterse (por varios motivos y razones). Muchas personas sufren por estar siempre tragando los sapos de otros, se ponen enfermas y se desequilibran.
Entonces, en resonancia con el resentimiento, el enojo, el odio, cualquier persona acaba entrando inconscientemente en una onda de resonancia que prolifera a través de ella misma y, como conciencia adormecida, puede que no sea capaz de añadir nada a lo que está puesto. Acordaos de esto: Sin conciencia tú haces proliferar la onda. La pasas adelante, la esparces más todavía y perjudicas a todos los otros que se presentan para ser perjudicados por ti, como si tu vanidad herida pudiese recomponerse pisoteando o maltratando no al objeto directo de tu resentimiento o enojo, sino a cualquiera que se ofrezca.
Este es el modo en cómo las resonancias negativas proliferan como epidemias.
Pero hay otras alternativas de respuesta de que somos muy capaces:
Una de estas opciones posibles es justamente la de dar perdón. Su principal diferencia con una respuesta automática en resonancia con la negatividad del otro es que, en el perdón, estás rompiendo el vínculo kármico, rompiendo una resonancia, dejando de enmarañarte con los errores y defectos de otros, saliendo de la confusión emocional que la resonancia automática crea en nosotros mismos, como un trance hipnótico o una sugestión por parte del otro, que imitamos y repetimos. Claro, tú también dejarás poco a poco de echar la culpa a todos, todo el tiempo, por tus sufrimientos y conflictos. Una encrucijada se abre en tu andadura, cuando la conciencia despierta de su trance hipnótico: de una parte estará el juzgar/condenar y, de otra, el comprender/perdonar… En ese mismo momento la opción de emplear tu inteligencia y albedrío también se abrirá…
El perdón es una quiebra del automatismo y es libertador en la medida en que nos devuelve la libertad de elegir entrar en resonancia o actuar de otro modo, de otra forma, una que nos haga más felices. En la respuesta activa del perdón (y de la comprensión) tú puedes o no permanecer pasivo, si bien, paradójicamente, en caso de elegir permanecer pasivo o quieto – incluso sin responder – será una elección libre, una elección entre alternativas de acción o de inacción, y el automatismo no estará formando parte de tus decisiones. Quienes no entienden esto acaban no sirviéndose del hecho de que, a menudo, por ejemplo, el silencio puede ser la mejor de las respuestas, siempre que sea una elección libre de la conciencia.
Con esto quiero decir que el perdón es un acto de conciencia y no automático, por tanto representa elección y libre albedrío.Si contestamos al otro en la misma moneda, entramos en resonancia y este estado es el de inconsciencia, o sea, tú no estás eligiendo ni decidiendo nada, no estás siquiera siendo dueño de ti mismo para poder elegir lo que quiera que sea. En la revancha y en la resonancia automática la conciencia no se hace presente.
Elegir no entrar en resonancia con sentimientos y pensamientos negativos es la respuesta activa de quienes de hecho comprenden y viven la experiencia libertadora del perdón. De donde se concluye que no hay real perdón sin tener conciencia, libertad y elección, o sea, sin que se produzca alguna liberación de los pensamientos, valores y sentimientos automáticos, sin que se haya conquistado cierta libertad frente a los prejuicios y juzgamientos adquiridos. Ese es el trabajo individual e intransferible. Ahí se establece la responsabilidad personal frente a las “cosas del mundo”
Abre tu comprensión y tus sentidos a la naturaleza de las resonancias inconscientes con los demás, despierta para ti mismo, elige tu modo de proceder, aprende respecto de aquello que SALE de ti más que de aquello que ENTRA.
Acuérdate de perdonarte siempre que adviertas que has cometido un error y que podrías dar una respuesta mejor a las situaciones vividas. Evoluciona en la consciencia de ti mismo.
El proceso colectivo de inconsciencia y de poca evolución psicológica no depende directamente de ti, casi nada puedes cambiar en él. Individualmente tú puedes cambiar y evolucionar. Individualmente puedes colaborar y motivar un cambio colectivo, haciendo la parte que te incumbe. Muchas conciencias individuales unidas y en resonancia pueden cambiar realidades y el mundo, pero todas dependen de haber alimentado y recorrido el camino de su despertar personal.