Si todo va como es debido en el transcurso de nuestras vidas, invariablemente pasaremos por el proceso de envejecimiento, de la muerte y del morir. Factores estos que hoy, más que nunca, son observados como un fenómeno demográfico vivenciado en todo el mundo, que demanda comprensión específica acompañada de intervenciones adecuadas por parte de profesionales competentes y enfocados en la mejora de la calidad de vida del anciano de modo general, y asimismo cuando éste se encuentra en circunstancias de sufrimiento, en procesos donde la vida amenaza con terminarse.
A lo largo de este siglo, la psicología viene cambiando sus presupuestos de trabajo frente a la vejez, los procesos del envejecimiento, la muerte y el morir. Momentos delicados como estos actualmente son comprendidos dentro de dinámicas multidimensionales que engloban equilibrio entre ventajas y limitaciones, ampliando las posibilidades para un envejecimiento en buenas condiciones en vez de disfuncional. Las circunstancias de la muerte y del morir son redimensionadas con el propósito de mejorar la dignidad y la calidad de vida.
Específicamente en relación al anciano, pero también pensando en una proyección para el futuro de todos aquellos que aún no han alcanzado edad avanzada, podemos reflexionar que en determinada altura de la vida, tras una larga andadura, todos nosotros mereceríamos como mínimo más y mejores posibilidades, por ejemplo, de inserción social. Y si fuese necesario, soporte y apoyo para ser reacomodados dentro de determinadas limitaciones impuestas como resultante del avance de la edad. Recibiendo asimismo ayuda y comprensión por parte de la familia, más el auxilio de profesionales competentes, con el objetivo de reorganizar del mejor modo posible nuestra identidad en esa nueva etapa de la vida. La ayuda terapéutica puede ser necesaria, y muy bienvenida, si en este momento evolutivo surgen angustias impensables, temores e incluso dificultades en reconocernos dentro de la identidad construida a lo largo de toda una vida. A veces, aquel que siempre se ha reconocido de una determinada manera, puede correr el riesgo de perder, incluso, las referencias sobre sí mismo, cuando ciertas restricciones puedan surgir. En este caso, las inserciones multidisciplinarias y la atención personalizada deben estar enfocadas y dinamizadas pensando en la construcción de la individualización, en el sentimiento de pertenencia, en la organización del yo y en el rescate de memorias. Teniendo como propósito la validación de la subjetividad, del sentido de la vida y de lo cotidiano de esa realidad física y psicológica.
Complementando y recordando que es perfectamente comprensible que sobrevengan situaciones emocionales perturbadoras durante el proceso de la muerte y del morir, cualquiera que fuese la edad, en la etapa evolutiva del envejecimiento; no obstante, vale una atención específica dotada de conocimientos y empatía que respeten y validen la singularidad de cada individuo implicado en este delicado momento.
Para el anciano, más que nunca, la vivencia de la individuación, o sea, el auto-reconocimiento y a menudo la reinvención de sí mismo, son más que necesarios a fin de que se instale el equilibrio emocional, cuestión siempre fundamental e imprescindible en estos momentos en que todo el sistema físico necesita estabilidad plena. Permanecer atentos a la necesidad de ayuda psicológica, por tanto, es imprescindible. El foco de la búsqueda ha de redoblarse para encontrar auxilio terapéutico adecuado o incluso algún grupo de intervención satisfactorio para los ancianos.
Temas sugeridores de cuándo puede haber necesidad de ayuda psicológica:
- Dificultades en la elaboración emocional y la permanencia de la dignidad interior y exterior cuando se verifican cambios de conducta para con el anciano, por determinados acontecimientos familiares y sociales.
- Durante nuestra jornada, alguna que otra vez o incluso siempre, de algún modo estaremos a vueltas reflexionando sobre pensamientos en relación a la finitud de la vida y a la trascendencia. El modo de lidiar con todo este lío, con la espiritualidad o no en la vejez puede ser perturbador y aun convertirse en cuestión de emergencia.
- Otro posible activador de crisis existenciales en el anciano puede venir de la percepción aguda de los cambios en el cuerpo y de la noción temporal. Si hay crisis, ésta jamás deberá ser subestimada o juzgada por la propia persona o por otros de su entorno, sino acogida de modo humanitario. Hay que recordar que todos podemos pasar por crisis de percepción y que, en este caso, la crisis viene con datos de realidad bastante importantes.
- El peligro del miedo a la desaparición que interfiere en la definición que cada persona ha construido sobre sí misma en su línea de tiempo.
- Necesidad de elaboración de la vejez (sus nexos y angustias), una nueva delineación de la identidad, cambio de actitudes frente a las profundas alteraciones, elaboración de fuerte carga emocional y simbólica y una reordenación completa de los elementos de referencia, reubicando unas nuevas ordenadas existenciales.
Si la vejez ya ha sido, en la tradición occidental, el lugar del desencuentro, el aislamiento y la desesperanza, en la actualidad (afortunadamente), ella se presenta con otra cara, en nuevos modelos de realidad de vejez, marcados por sentimientos positivos, como un tiempo para vivir en plenitud, conquistar nuevas capacidades y autonomías, un tiempo de nuevos proyectos y sueños que realizar. En ese escenario, los profesionales capacitados desempeñan un papel determinante y fundamental, son aliados indispensables en la tarea de auxiliar en la superación de insignias desfavorables, rompiendo con un modelo genérico y caricato, ampliando diferentes formas de vivir ligadas a otras prioridades e inclusiones: valoración de la autoimagen, autoestima, solidaridad, independencia, apoyo recíproco, esparcimiento, calidad de vida, satisfacción y paz.
Con el tiempo y también por medio de la psico-educación, esperamos que se inaugure un nuevo orden de pensamiento altamente positivo en esta importante etapa de la vida.
Hace mucho, pero no tanto, el anciano era considerado y mirado dentro del arquetipo de viejo sabio, y en esta concepción de realidad había enorme respeto y búsqueda de conocimiento en relación a los que alcanzaban ese estatus. Poder recibir de esos magnánimos personajes consejos y palabras de sabiduría sobre la vida era un honor.La pregunta que queda es: ¿por qué no abrir espacio para rescatar y validar esa valiosa sabiduría? Recuérdese que los más jóvenes también están adquiriendo conocimiento a medida en que van pasando por sus propias experiencias de vida. Que éstos puedan ser nuestros futuros viejos sabios. Esta es una senda de conocimiento en la cual nosotros, lo queramos o no, estamos enrolados.
Respetuosamente, que podamos disfrutar del conocimiento de los mayores, y que con sabiduría podamos también envejecer siendo respetados gracias a todo el aprendizaje que hayamos tenido.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos