Hay frases que nos llaman la atención y nos hacen reflexionar, y una de éstas me dio qué pensar uno de estos días. Estaba en un consultorio acompañando a mi madre y oí a una señora decirle a otra: estoy tan fastidiada, tan de mal humor, tan irritada que ni yo misma me soporto…
¿Qué decir de no soportar ya más a alguien que anda contigo todo el tiempo? Podemos, sí, librarnos de todo aquello que ya no deseamos tener alrededor, excepto de nosotros mismos. Por una elección personal, tú puedes ser tu peor enemigo y tu auto-destructor.
Puedes destruirte antes incluso de intentar hacer algo, puedes pensar en todo lo que sea malo de una determinada situación antes de que llegue a producirse y puedes, lo peor de todo, sabotearte antes de lanzarte a un nuevo desafío…
Innumerables son las veces en que buscamos la culpa y la explicación en nosotros mismos por algo que ha ido mal; esto puede venir por diversas fuentes, tales como: rechazo, falta de amor propio, tendencia a ponerse en segundo plano, entre otras; pero por detrás de cada una de estas características, existe una situación original que ha desencadenado esa conducta a la que daremos el nombre de bloqueo.
El bloqueo habrá de repetirse innumerables veces en tu vida, en una tentativa de modificar la situación original, lo cual nunca llegará a ocurrir.
El poder de la autodestrucción se encuentra justamente en las situaciones repetitivas que te conducen siempre al mismo final.
La única forma de hacer una historia diferente es modificar tu comportamiento eliminando el origen de tu problema.
La felicidad es la sensación plena de paz y tranquilidad y ella puede también ser definida como la presencia de lo Divino en tu vida, expresada como mejor te parezca. Cuando encuentras lo Divino, te vuelves pleno en cada momento de tu vida, confías y te entregas teniendo la absoluta certidumbre de que el mañana será siempre mejor que hoy.
La felicidad jamás podrá ser encontrada si no eliminas de tu vida la infelicidad; no hay espacio para las dos. Esta verdad es tan fuerte como la ley que dice que dos cuerpos no ocupan el mismo espacio al mismo tiempo.
La autodestrucción deja de existir cuando tú te haces tu mejor amigo. En lugar de criticarte y de crear en tu mente un enorme potencial de pensamientos negativos, es mucho más rentable para tu vida pasar a analizarte frente a lo que vives y a observar si por detrás de cada derrota no hay un dolor original que tiene siempre el mismo nombre.
Estar emocionalmente enfermo significa que no estás dando atención a tus dolores originales y esto hace que tus emociones se acumulen de tal forma que se conviertan en una olla a presión lista para estallar en las más variadas formas, como el abandono de todo, crisis emocionales o enfermedades consolidadas.
En mis atendimientos siempre encuentro historias que me gusta compartir porque en ellas muchas personas se ven reflejadas y descubren un camino de salida para su sufrimiento.
Al consultar a una muchacha el otro día, me deparé con una situación de completa insatisfacción ante la vida. En la relación, se quejaba de no tener atención por parte de su marido quien, al trabajar en otra ciudad, volvía solamente los fines de semana, por lo regular muy cansado y sin ganas de nada, era como si ella no existiese allí en casa. En el trabajo, se sentía desvalorizada y sin importancia; la empresa pasaba por una intensa reestructuración y como en su área había planes de desactivación, actuaban como si ella no existiese. Como su familia era modesta y la consideraban en una situación económica mejor, la dejaban de lado.
Escuché atentamente toda la historia y le dije: por detrás de todas las situaciones que me has expuesto, hay un dolor original que puedo definir como una continua forma de ponerte en un segundo plano y hay un momento en tu vida en que esto se ha consolidado en tu mente; es necesario descubrir este momento y eliminar, entonces, el bloqueo formado.
Ella me miró un poco incrédula, pero al mismo tiempo muy esperanzada. A partir de ahí empecé a actuar, y por la Mesa Radiónica identifiqué un momento cuando ella tenía entre dos años y medio y tres años de edad. De inmediato confesó que recordaba una escena en que su madre tendía ropa, para dejarlo todo hecho antes de salir a trabajar fuera de casa y ella, mi cliente, le tiraba del delantal con insistencia, pidiendo la tomase en brazos, lo cual no sucedió; lo recordó como si esa imagen hubiese quedado congelada en su mente. Tras el relato le expliqué: he aquí la raíz de toda situación repetida en tu vida con base en el mismo dolor original. Con la eliminación de ese bloqueo, las situaciones repetitivas dejarán de existir.
En el seguimiento del caso, venimos a encontrar pasado un tiempo a una joven segura de sí, ayudando a su marido en sus actividades hacia su crecimiento como pareja y muy bien estructurada en lo económico en un café que abrió con su madre. La recuperación fue tan intensa que hasta la convivencia con su madre se modificó. Pasó, de auto-destructora, a ser su principal incentivadora y amiga.