En el último artículo publicado tratamos sobre el estrés y sobre algunas alternativas sencillas y nutritivas para reducirlo y poder vivir mejor. Hoy trataremos sobre algo que camina a la par con el estrés: la ansiedad. Lo mismo que el estrés, la ansiedad tiene su función en nuestro sistema y es natural y saludable, siempre que no sobrepase los límites de lo administrable. La ansiedad traspasa el nivel considerado sano cuando, juntamente con la preocupación, ambas empiezan a causar malestar y dificultades en nuestras relaciones personales, en nuestro trabajo, en fin, en nuestro vivir diario. Nuestra salud puede verse afectada por exceso de ansiedad y de preocupaciones. Por eso, enfoquemos las alternativas que están a nuestro alcance para poder lidiar con la ansiedad.
Empieza por mirar dentro de ti: ¿qué es lo que está haciendo que te preocupes tanto? Procura especificar con claridad cuáles son tus preocupaciones (vale emplear un bloc de notas para escribir lo que vayas percibiendo). Charlar con tu terapeuta puede facilitar la identificación y el delineado de tus preocupaciones. Queremos tener una percepción clara de qué es lo que nos está haciendo daño y limitando.
Seguidamente, para cada ítem, decide cuál puede ser la acción requerida - qué es lo que puedes hacer al respecto. Verifica también lo que representa una amenaza real y lo que es tan sólo una hipótesis o bien, si de los resultados imaginados, estás considerando precisamente el escenario más terrorífico e incómodo.
La siguiente etapa es concebir un plan compuesto por las estrategias, los medios elegidos para lidiar con la parte del problema que está a tu alcance, o sea, que está en el territorio de lo dependiente de tu voluntad. Actuar es una medida que, aparte de preservarte, también concentra energías positivas que debilitan el miedo.
Muy bien, después de hacer todo lo que has podido - todo lo que estuvo a tu alcance hacer - reconoce que ahora estás en el territorio de lo que no depende de tu voluntad, y tan sólo entrégalo en manos de la vida, de Dios, es decir, en ese territorio, los ejercicios son la entrega y la fe.
Queridos lectores, al igual que vosotros, yo sé que es mucho más fácil hablar que hacer, pero como estamos tratando sobre algo muy importante - tú y tu bienestar - entonces, podemos considerarlo como una motivación extra para practicar estas indicaciones ¿verdad? Y con la práctica, se va haciendo cada vez más fácil lidiar con niveles elevados de ansiedad, reduciéndolos a niveles saludables y bien administrados.
Recuerda que, sobre todo, tu vida ha de seguir su curso y que concentrándote en cada momento, situación o persona con quien te relaciones, estás encaminando tu energía psíquica hacia otros aspectos que no sólo las preocupaciones y la propia ansiedad. Por tanto, vive, estudia, trabaja, convive, muévete; acuérdate de la música, de la meditación, de la conversación informal con alguien querido, de la oración, y ocúpate. Sin preocupaciones. Tan sólo acción y ocupación, consciente de que lo que te correspondía ya lo has hecho y lo que no, ya lo has entregado confiadamente. Una última observación: la respiración profunda es una gran aliada, lo mismo que los ejercicios físicos. Procura percibir cuando tu respiración se hace corta y oprimida, y comienza inspirando lenta y profundamente y espirando del mismo modo.
Si percibes limitaciones que te impidan participar en lo cotidiano, procura tener una conversación con tu médico y tu terapeuta, ¿vale? Votos de salud y paz de espíritu. ¡Siempre estaré a tu disposición y me despido con un afectuoso abrazo!
Marcelo Hindi - Psicoterapeuta Holístico
por WebMaster
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