El día 21 de diciembre de 2013, a las 14:10h del Horario de Verano (13:10 Hora Solar) el Sol ingresa a 0º de Capricornio, dando comienzo al verano en el Hemisferio Sur y, consiguientemente, al invierno en el Hemisferio Norte. Al llegar a 23º43’, el Sol toca el Trópico de Capricornio, que es una línea imaginaria que pasa muy cerquita de la ciudad de São Paulo, y da comienzo a un tránsito en el signo de Capricornio.
La palabra “Sol-sticio” significa “Sol estacionado”: de hecho el Sol parece estacionar durante algún tiempo sobre esa línea imaginaria y en nuestro hemisferio, trayéndonos de vuelta todo el vigor y la energía del verano. ¡Ha llegado el momento más caluroso del año! Los pueblos antiguos, en su mayoría localizados en el hemisferio norte, donde el temido y frío invierno se iniciaba en esa fecha, solían señalar ese momento con rituales, danzas y cantos, destinados a pedir a los cielos una ayuda especial, de forma a poder alejar el miedo a la carestía, al hambre y al frío que el largo invierno eventualmente traería. Era un ruego a los Cielos para que el Sol volviese con su Luz.
Debemos recordar que aquello que celebramos como la Santa Navidad era al comienzo una fiesta pagana y no una fiesta cristiana como solemos creer. Los pueblos antiguos, principalmente los agrícolas no cristianos, ya celebraban esas fechas que marcaban las estaciones del año. La Iglesia Católica, para encontrar una forma de incluir en la liturgia sagrada esos rituales paganos, determinó que en la fecha más próxima al solsticio se celebraría el nacimiento del Niño Jesús. El pueblo hebreo celebra la llegada de la Luz – encendiendo un candelabro de siete brazos en una fiesta llamada Hanucá – en la primera Luna Nueva de este mes y esos festejos tienen el mismo significado. ¡Así, el nacimiento de Jesús significa la llegada de la Luz, con la esperanza de renovación que una nueva vida siempre nos trae! ¿Quién no ha experimentado la alegría del nacimiento de una criatura en una familia?
Por el hecho de que la Navidad ocurre en un momento de intenso frío en el hemisferio norte, los rituales iban acompañados de hogueras, danzas, ritos chamánicos y comilonas, entre otros festejos. Todo se hacía para espantar la muerte que la tierra adormecida bajo el manto de la nieve parecía indicar. A partir del momento en que la Iglesia se apropió de esa fiesta, la incorporó a su liturgia como celebración del nacimiento de Jesús. Bastante más tarde, y por iniciativa de San Francisco, se inició la representación del nacimiento del Hijo de Dios en el pesebre, que se diseminó por el mundo católico a partir de la Edad Media.
¡Me acuerdo muy bien de las Navidades de mi niñez, pasadas de manera muy católica en la ciudad de Milán! El tiempo frío, la nieve y el hielo, nos invitaban al recogimiento, estrechando así los lazos familiares. Las Navidades ya no son lo mismo, desgraciadamente. La sociedad de consumo en que vivimos actualmente hace que esas celebraciones sean casi una anticipación del Reveillón de fin de año. Las gentes sólo piensan en la cena, en los regalos, en las reuniones sociales, pero olvidan el verdadero significado de la Navidad: ¡la esperanza contenida en el significado del renacimiento!
El Signo de Capricornio está regido por el planeta Saturno, el Padre Cósmico, Señor del Karma. Él nos enseña el valor del trabajo, de la responsabilidad y nos sitúa frente al enigma del tiempo. No podemos y no debemos, por tanto, olvidar que hay personas que tienen hambre y frío, o que sufren por la sequía, por la falta de vivienda y de oportunidades de trabajo, algo a que todos tienen derecho. Los festejos navideños, que se destinan principalmente a unir los familiares y a obsequiar a los niños, son significativos de esta energía del renacimiento, de la confraternización y del amor universal.
En nuestro Hemisferio podemos tener ceremonias diferentes, puesto que podemos disfrutar de la energía solar que empieza a inundar nuestro país con todo su vigor. Nos preparamos para las vacaciones de verano, pensamos en viajar y en aprovechar las hermosas playas, pero podemos al mismo tiempo entrar en sintonía con la energía de Capricornio y con celebraciones más íntimas y familiares, sin olvidarnos de aquellos que sufren por exclusión, por abandono y pobreza. Podemos tratar de recuperar los valores sociales y familiares que se están perdiendo en nuestra sociedad y podemos asimismo alimentar nuestro interior espiritual con un suplemento energético que nos ayudará a espantar las dificultades eventualmente vivenciadas en el año que llega a su fin. ¡Ellas acabarán por quedar atrás, sustituidas en nuestro corazón por la Esperanza y por la Fe!
En el Solsticio de Verano celebramos el día más largo del año y podemos agradecer al Creador todas las bendiciones que esa energía nos proporciona. El Sol es vida, sin él no podríamos existir. El Sol tiene relación con nuestro corazón, nuestro plexo solar, de donde emana nuestro sentimiento de Amor Universal. En el Centro del Árbol de la Vida figura una Esfera llamada Tipheret: ¡Allí reside la denominada Conciencia Crística del Amor Universal!
El Signo de Capricornio tiene analogía con la Letra Ayn del Alfabeto Hebraico, cuyo valor es 70, y que nos enseña cómo la proyección de la determinación cósmica (Zayn) promueve la posibilidad de la vida biológica en nuestro planeta, como resultado de la acción de Sammekh (60) que representa la fertilidad femenina. El Padre y la Madre que engendran al hijo, Jesús: el niño Dios que renueva la vida.
Apreciados internautas, mis lectores que siempre acompañan mi columna, las fiestas navideñas nos llenan de alegría y buen humor, no faltan las celebraciones y todos nos sentimos contagiados por el espíritu de fraternidad que reina en el aire. Para aprovechar al máximo este espíritu navideño y canalizar positivamente las energías generadas colectivamente, podemos prepararnos con algunas ceremonias:
La Ceremonia del Perdón, para poder perdonar a todos y dejar de lado resentimientos y enojos pasados, y también para perdonarnos a nosotros mismos por los errores que hemos cometido. Parece fácil perdonar a los amigos, pero es muy difícil perdonar a nuestros enemigos sin guardar resentimientos ni rencores.
La Ceremonia del Amor, para compartir y propagar el amor universal, rezando por la Paz Mundial, en este período de gran perturbación social. Podemos darnos la mano, abrazarnos físicamente unos a otros y también abrazar virtualmente a todos los seres esparcidos por el mundo.
¡Podemos pedir a Dios que aleje el hambre, la miseria, la soledad y el miedo del corazón de aquellos que sufren!
La Ceremonia de la Gratitud, para dar gracias a Dios por todos los bienes preciosos que recibimos todos los días, materiales o no, y sobre todo, por el más valioso de todos los dones que hemos recibido gratuitamente: la propia VIDA.La Ceremonia de la Esperanza, para abrir nuestro corazón a las bendiciones futuras. Alejar los temores y las limitaciones, aceptando la prosperidad que vendrá si mantenemos la Fe en la Providencia Divina.
No tengo intención de dar recetas para esas ceremonias, pero podéis bajar mi libro “La Magia que Viene de los Astros” (download gratuito en mi Website personal) y buscar la ceremonia que más os agrade. Quiero tan sólo sugerir que cada cual busque en su corazón la sintonía que más necesita. Así, el Cosmos y, principalmente, el Astro-Rey nos inundarán con sus benéficos rayos cósmicos de Luz para iluminar nuestra vida en este momento tan especial.