La respuesta seca de tu amiga, el mal humor de tu jefe o compañero de trabajo, ¿suelen llevarte a pensar que quizá hiciste algo mal o que puede que no te quieran tanto como te gustaría?
Voy a contarte un acontecimiento real que explica cantidad de otros con diferentes escenarios y que a veces no son tan explícitos como estos, pero son igual de válidos: Julia vende patatas en un mercadillo y un día aparece un nuevo feriante que sería su nuevo vecino. Con cara enfurruñada, a su lado y también vendiendo patatas, él se instala sin siquiera darle los buenos días. Muy molesta con el mal humor y con la falta de educación de su nuevo vecino, Julia comenta su malestar con sus otros colegas feriantes e incluso pregunta si quizá uno de ellos querría cambiar con ella el sitio, para no tener que trabajar ambos en aquel clima tenso. Concluye que el nuevo colega estaría perturbado y bastante enfadado con la competencia en las ventas que ella representa, a fin de cuentas ella está a su lado y vendiendo el mismo producto.
Para sorpresa de Julia, mientras estaba ensimismada en su lógica mental sobre el mal humor del nuevo vecino, una pareja atraviesa el espacio libre entre los puestos de ambos, yendo directamente al encuentro del tal nuevo vecino. En tan sólo una fracción de segundo, se miran a los ojos unos a otros y con aire de complicidad se abrazan a continuación con vehemencia. El nuevo vendedor irrumpe en un llanto profundo y sentido. La pareja le transmite votos de fuerza y cariño, afirmando que habría de superar aquel momento difícil que estaba pasando. Sollozando, el hombre cuenta que sus amigos le aconsejaron trabajar lejos del derrumbamiento, pero que era muy difícil volver a casa sabiendo que nunca más encontraría a su mujer y a su hijita recién nacida esperando por él.
En aquel momento, perpleja con lo que estaba presenciando y avergonzada de sí misma, Julia pudo percibir que sus interpretaciones, además de equivocadas, también eran egocéntricas. En ninguna de sus hipótesis consideró que su nuevo colega podría estar pasando por algo en su fuero íntimo sin que tuviese nada que ver con ella o con cualquier cosa que pudiese haber imaginado. Toda su percepción únicamente venía de una mirada mezquina suya, o como se suele decir, ¡de su ombligo! Se avergonzó por pensar que él podía tenerle envidia o que aquella cara de pocos amigos era debida a la competencia. Altamente conmovida con lo que acababa de presenciar, inmediatamente le dijo que lo había oído todo y se ofreció para ayudarle en lo que fuese.
Reflexión:
¿Cuántas veces pasamos por situaciones como esta? ¿Cuántas veces de una situación nos vamos resentidos, tristes y enojados, con la certeza inconsciente de que somos el centro irradiador del mal provocado? ¿Seremos tan poderosos hasta el punto de, inclusive, poder alterar secretamente el humor de otras personas?
Por otra parte, también se puede pensar exactamente lo contrario sobre este asunto. Se puede considerar que la percepción del otro se ve alterada porque capta que allá en el fondo tu autoestima la sientes baja, y que de veras nadie te aprecia. Si este es tu caso, aun así, ¿serías tan poderoso hasta el punto de alterar el humor ajeno?
- No estamos acostumbrados a darnos el debido espacio para detenernos y respirar frente a los eventos en que estamos inseridos. Nuestro vicio es leer únicamente en la superficie de todo, no hemos sido entrenados para profundizar en la realidad de las escenas, en los subterráneos, en lo que de verdad mueve los acontecimientos.
La gran verdad es que muchos malentendidos podrían ser evitados si fuésemos más observadores. Si cuestionásemos las situaciones dejando a un lado lo emocional, únicamente intentando ensanchar nuestra conciencia sobre los acontecimientos de la vida.
¿Cuántas veces interpretamos erróneamente lo que no viene como nos gustaría que viniese?
Ni siquiera nos acordamos de que el prójimo es otra persona, que tiene una vida independiente, con cuestiones emocionales y personales que no están a nuestro alcance y que no tienen en absoluto nada que ver con nosotros.
Clave:
Permanece atento la próxima vez que te sientas activado en ese sentido y empieza por observar la situación desde una perspectiva más distanciada, teniendo en vista tranquilizar todo tu sistema. Mira y remira todas las posibilidades implicadas evitando dejarte ofuscar por el calor proveniente de las emociones.
Lo que te activa y lo que tú sientes es tuyo, viene de tu mundo interior. Lo que está activado en el otro y emerge del otro viene de un universo distinto.
Quítale complicación.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos