A veces, el mundo nos da la espalda y nos sentimos solos y con el mayor problema del mundo.
Tenemos la nítida sensación de que esto sólo nos ocurre a nosotros.
Un acontecimiento nefasto puede ser la fuerza propulsora para que cambies, siempre que comprendas el por qué de haber pasado por determinada situación.
Quejarte interminablemente o aislarte puede llevar a repeticiones, pues lo que debería haber sido vivido en su intensidad no lo fue.
La oportunidad de vivir una nueva vida la tendrás en la debida proporción en que observes qué es lo que te incomoda en tu interior y desees cambiar.
Cabe aquí una advertencia; los cambios radicales traen sufrimiento, pues los haces por impulso y no por equilibrio. Si te parece que librarte de una determinada cosa hará que tu vida sea espléndida, la conclusión a que podrías llegar es que se ha formado un inmenso vacío en tu mente, pues no hubo el tiempo de la observación y la preparación.
Entregarte a emociones insanas de rabia, odio, pensamientos y emociones negativas sólo te harán permanecer en el estado en que te encuentras.
Dar nombre a la emoción o problema por el que pasas, hará que la solución empiece a despuntar en el fondo del túnel, como un pequeño haz de luz que aparece y desaparece, hasta que se haga intenso, intenso, y empiece a aumentar, y muestre así la salida del estado en que te encuentras.
No todas las personas nacen con la misma capacidad de amor, pues este sentimiento se desarrolla en la niñez y muchas familias no lo cultivan. Existen seres humanos que son 10% amor, otros son 20%, otros son 50% y otros incluso 100%. Pero ¿imaginas lo que ocurre cuando un ser 100% amor entabla relaciones con un ser 10% amor?
El ser 10% amor solamente va a comprender y a entablar relaciones mediante intercambios, o sea, yo hago en la medida en que tú haces y así sucesivamente. Esta persona será incapaz de ponerse en tu lugar. Mostrará muchas veces un comportamiento frío y calculador y tú, que eres 100% amor, te sentirás solo, abandonado y despreciado; pero dos seres extremos en amor normalmente son colocados juntos para que se desarrollen.
La luz al final del túnel que deseo mostrar aquí es, que si existen relaciones infelices en que puedas estar viviendo, observa que muchas veces éstas son un aprendizaje donde la comprensión llevará a la felicidad.
Estas relaciones pueden entablarse con un jefe agresivo, determinado y que le importan poco las personas, como pueden ser las relaciones afectivas o familiares. Donde la otra persona es de difícil convivencia y te hace sentir rechazado e infeliz todo el tiempo.
Atendí a una chica que se decía infeliz en su matrimonio, por considerar que su marido no la valoraba, sólo pensaba en el dinero, era frío, calculador y muy exigente consigo y con los demás. Cuando ella se quejaba de que no tenían una vida en pareja, de que él no le daba atención, él decía que ella era débil y muy fantasiosa, y que vivir era muy sencillo. El tiempo fue pasando y aquel desprecio vivido se convirtió en enfermedad.
La dolencia la hizo detenerse y analizar el por qué de todo, y fue en este momento cuando ella acudió a mí considerando que necesitaba apoyo para separarse.
Le dije que la Radiestesia, a través de la Mesa Radiónica, podía trabajar su equilibrio personal, deshacer sus bloqueos, y entonces indicar, como una luz al final del túnel, el camino que ella debía seguir, pues su vida sería repuesta en el Orden Divino.
Al comienzo del tratamiento reequilibré todas sus frecuencias energéticas y entonces empezamos a trabajar los bloqueos; el primer identificado vino de escenas impactantes de disputas entre sus padres, donde ella siempre sentía una inmensa necesidad de defender a la madre. No por casualidad, acabó por atraer a un marido que en mucho se parecía a su padre, con el objetivo único de hacer una vida diferente de la que su madre había vivido, pero con el mismo patrón-tipo masculino que era su padre.
A lo largo de las consultas, ella fue rescatando su amor propio, sus valores, su seguridad, su confianza, su capacidad de ponerse en primer plano y no vivir más a la sombra de otras personas. Su marido se fue dando cuenta del cambio, dándole más y más atención, y ambos pasaron de una crisis intensa a una armonía conyugal, donde ella aprendió a ser firme y a valorarse, y él aprendió que amar a aquella mujer significaría comprenderla como un ser único y especial.
¡Tú te transformas y por consecuencia, lo que está a tu alrededor se transforma también!