"En el paisaje interior del alma,
existe una alentadora y
melodiosa voz de la libertad
siempre llamando por nosotros. Ella nos incita a ensanchar los
límites de la integración. No
existe cárcel para el alma".
John O’Donohue – Ecos Eternos
Hay una característica admirable, fácilmente percibida, que indica cuándo la curación por el empleo de las esencias florales se ha producido: la aparición de una alegría genuina, de un sentimiento de bondad y ternura crecientes y el deseo de ser útil, según el Dr. Edward Bach.
Toda y cualquier una de las muchas esencias florales “al calmar, aliviar nuestras preocupaciones, nuestras ansiedades, nos acercan a la Divinidad”, enseña el Dr. Bach.
Para el Dr. Bach no servía de nada únicamente suprimir la dolencia o el síntoma que incomodaba al paciente; el tratamiento ofrecido debería ayudarle a rescatar la conexión con su parte trascendente, con aquello que en sí lo ligaba a todas las vidas, a la naturaleza y al Universo, con el Creador, con su Divino Interior.
Y esto convierte a la Terapia Floral en un asombroso recurso para aquellos que desean, aparte de la promoción de su salud, vivir una vida de mayor significado, en conexión con la voz de su corazón.
Pero quienes vienen al consultorio de Terapia Floral no siempre saben que existe esa opción de buen vivir, promotora de mucha serenidad y más salud.
Por lo regular, llegan a una consulta de Terapia Floral motivados por la necesidad de cuidar estados de ansiedad, de insomnio, de tensión, de tristezas o de agotamiento. Describen su rutina como tediosa y suelen no comprender bien por qué se encuentran en tal estado mental y emocional, pues a fin de cuentas, “hacen todo” lo que piensan que ha de hacerse en busca del bienestar.
Muchos dicen que se sienten huecos por dentro, que llevan una vida sin poesía, sin alma, que se sienten vacíos y que mantienen los lazos afectivos o profesionales por miedo o inercia, pero que éstos no les inspiran sentimiento.
Es como si por dentro se hubiesen vuelto fríos e inaccesibles. Actúan como máquinas, produciendo sólo por producir, o motivados por necesidades sociales, familiares, porque han aprendido que eso es el vivir, que eso es lo que se debe hacer para estar bien.
¡Pero descubren que en la práctica no es exactamente así!
Personas criadas y educadas oyendo el mantra de que la felicidad y el bienestar serían encontrados en el triunfo, en la fama, con mucho dinero, poder y reconocimiento, caminan certeros hacia el desengaño, porque al hallar el pote que se decía de oro, constatan que está vacío. Ello porque una vida dedicada a los intereses físicos y materiales (sexo, lucro financiero, culto al cuerpo, poder) vacían la vida de su significado mayor, de lo Sagrado, y ella se convierte rápidamente en insípida, aburrida, fría, melancólica.
Todos necesitamos pan y poesía en la misma medida.
La mirada de la Terapia Floral, en ese momento, en lugar de buscar el alivio del síntoma o de la queja que ha motivado la consulta (ya sea ansiedad, tensión, insomnio, u otra) busca sacar a la superficie aquello que podrá hacer que el corazón vuelva a pulsar en el ritmo de la vida, de la inspiración.
Y cuando vuelve a vivir/ser en el ritmo de su vibración esencial, poco a poco se va percibiendo más alegre, más afectivo con los compañeros de vida, más paciente en el trabajo, más esperanzado frente a la vida, más positivo. Y pronto el colorido retorna a la rutina diaria, aportando nuevos contornos de búsqueda personal, más allá de la vida única y exclusivamente votada al poseer, al triunfo, al prestigio.
Algunos pasan a actuar más en el mundo en que viven, descubriendo formas de contribuir, agradecer o servir a los demás.
La salud mejora como un todo, porque ella anda por donde fluye el amor, por donde el encantamiento por la vida está presente, así como la alegría de vivir.
Y encontrando ese hilo conductor de la salud se sigue un tratamiento, bendecido por las esencias florales fortalecedoras del intercambio alma-personalidad, tejiendo, cosiendo, bordando, con los hilos del afecto íntimo, legítimo, sagrado, verdadero, los caminos de la propia sanación personal, que es siempre reconectar el corazón amoroso, esperanzado, tierno, pacífico, con la mente y las actitudes, en la búsqueda de una mayor integridad y de una vida de más coherencia y dignidad.
Aquella fase final, descrita por el Dr. Edward Bach, y citada al comienzo de este texto, también encuentra amparo en la descripción del Patricia Kaminski, en el libro Flores que Curan, cuando discurre sobre la cuarta fase de curación de la Terapia Floral, a que da el nombre de Reconstelación. En esa fase, niveles muy profundos de superación, integración o trascendencia se verifican, más allá del alivio de los síntomas y quejas iniciales. Y si esa es la fase final, es asimismo un Portal para el inicio de una nueva jornada, de más libertad y de mayor responsabilidad, cuando más auténticos seguimos un llamamiento íntimo de nuestra propia guía espiritual, alineados con nuestro “GPS” interno, y ahí son tiempos de posibilidades infinitas.
Pero hasta que lleguemos a eso hay espacios que recorrer. Donde abrir mano de ilusiones, máscaras, subterfugios y artificios de auto-disfraz, de tensiones y ansiedades, miedos, odios, resentimientos, victimismo, orgullo, prejuicios, egoísmo y todo lo demás que nos pueda separar de nuestra verdad mayor y de nuestro destino real es necesario, para que despojándonos del viejo modo de ser, podamos estar frente a nuestro verdadero Yo.
Y la Terapia Floral es una opción segura, y nos ayuda a lanzar una luz, como si fuese la de un faro, para guiarnos hacia ese nuestro Yo desconocido.
En este otoño de 2014, tiempo de cosecha de frutos y granos, hay una invitación que viene de la Naturaleza para todos nosotros, a que celebremos nuestras vidas, renovando la mirada, reconectándonos con la paz que viene de lo sencillo, del silencio interior, rescatando el gusto por el sabor de la vida en todas sus miríadas de color, de textura, paladar y forma, para poder reconectarnos nuevamente con la fuente inagotable de bienestar y alegría. Y tal como enseña el Dr. Edward Bach: "La vida no exige de nosotros sacrificios impensables; nos pide solamente que hagamos el viaje con alegría en el corazón y que seamos una bendición para aquellos que están a nuestro alrededor. Así, si dejamos el mundo tan sólo un poquito mejor de lo que era antes de nuestra visita, entonces habremos cumplido nuestra tarea".
Thais Accioly é especialista em Terapia Floral pela Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Pós Graduação em Terapia Floral na Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Flower Essence Society/CA EUA no Brasil.
Professora da Bush Flower Essences/AU no Brasil.
Consultora em Cultura de Paz.
11 3263 0504 Visite meu blog e Conheça o Interativo dos Florais. Email: [email protected] Visite o Site do Autor