La persona tiene una vida normal, sin grandes sobresaltos. Puede tener 10 o 50 años.
Pero hay en ella un gatillo listo para ser disparado, aunque ella no tiene conciencia de eso.
Podrá ser una escena violenta rescatada de nuestro cotidiano, en la TV, en la calle, en un pequeño accidente de tráfico, en una insignificante herida superficial en ella o en otra persona.
De repente tendrá que ir - o ser llevada - al puesto de Urgencias más cercano, pues sin más ni menos entra en un cuadro de desesperación total. El corazón parece querer estallar, el aire casi ha desaparecido de la faz de la Tierra, la vista queda nublada, la hiperhidrosis se dispara tanto que su cuerpo parece la Fontana de Trevi, y el lugar en que se encuentra, por muy espacioso que sea, ¡empieza a darle la sensación de una tumba!
Muchos piensan que se trata del momento final. pero no es precisamente eso.
El médico con experiencia verifica los signos vitales y percibe que es un caso clásico, otro más, de síndrome de pánico. y nosotros nos enteramos de que por algún motivo aquel gatillo, armado a veces incluso en vidas pasadas, ha sido finalmente disparado, y alcanzó el objetivo.
Si la causa raíz no es debidamente encontrada y solucionada, este gatillo podrá volver al ataque en otra ocasión, y por lo regular sin aviso previo.
Estadísticas varias dicen que este desorden afecta hoy cada vez más a niños y adultos y está aumentando de intensidad rápidamente, llegando a afectar a cerca del 5% de la población actual.
Hemos tenido conocimiento de casos en que hasta animales padecen algo parecido, tanto que, por la dificultad en prestarles auxilio, llegan a morir, al caer en situaciones de desesperación extrema. Es el caso de un perro de raza doberman, que durante una sesión de fuegos de artificio buscó abrigo alojándose bajo el panel de un automóvil, llegando a fallecer por la hemorragia causada por los cortes que se produjo al debatirse descontrolado entre los herrajes.
Estudio de casos:
Wagner, 42 años, casado, empresario de gran éxito en Import/Export. Ex piloto de la FAB, dos hijos, despacho en Miami, que pasa más tiempo en el aire que en tierra.
Todo empezó al entrar en el ascensor - repleto de gente - de su residencia, un día muy caliente. Entró, la puerta se cerró y se produjo el disparo del gatillo.
El tiempo parecía haberse congelado. En ese corto espacio de tiempo el terror se adueñó de él, haciendo que manifestase todos los síntomas que he descrito antes, que asolan a quienes son acometidos por una crisis de pánico. Al llegar al 8º piso ya se sentía una persona diferente, habiendo incluso lastimado la mano y el hombro al dañar la puerta del ascensor, por no esperar a que ésta se abriese totalmente para poder salir.
Tardó algunas horas en retornar a lo normal, aunque su esposa le administró un calmante que tenía en casa, lo cual le permitió por fin relajarse.
Pensando haber vuelto a lo normal, al día siguiente Wagner retornó a la rutina de siempre, pero cuál no sería su sorpresa cuando - nuevamente en el ascensor - el disparo del gatillo estaba nuevamente al acecho, pues todo volvió a suceder; se bajó en la parada siguiente, completando el trayecto por la escalera.
A partir de entonces sólo utilizaba el ascensor si éste estaba vacío, saliendo de él si otras personas entraban.
Pero quedaban otros retos por enfrentar.
El desafío era del tamaño de un Boeing.
Acostumbrado a volar por rutina y también por ser un ex piloto, no podía imaginar lo que iba a suceder.
El vuelo estaba repleto, el día era de mucho calor y al recorrer los pocos pasos hasta su asiento, empezó a sentir algo extraño, pero que empezaba a serle cada vez más familiar.
En el momento en que la puerta se cerró, los síntomas empezaron a empeorar de tal manera que cuando la aeronave se preparaba para despegar, ya en la cabecera de la pista, él se levantó desesperado y descontrolado, encaminándose a la puerta, que empezó a aporrear, pidiendo a gritos que le dejasen salir, lo cual obligó al piloto a abortar el despegue, pues - pese a todos los esfuerzos de los tripulantes - no fueron capaces de calmarle.
Wagner acabó saliendo como noticia en el periódico local del día siguiente.
Fue un cardiólogo amigo común quien lo encaminó a mí, a fin de intentar solucionar de forma no convencional este grave trastorno, que le impedía tener una vida como siempre tuvo.
Al hacer el retorno cronológico fue posible acceder a un acontecimiento ocurrido en el momento de su nacimiento, que había sido bastante complicado. Pedí a Wagner que estableciese una comparación entre lo que estaba vivenciando en aquel momento y las situaciones del avión y del ascensor.
Según él las situaciones eran parecidas, aunque no tan fuertes.
En función de eso procuré ahondar en este retorno cronológico que llegó a sorprender a ambos, pues Wagner, que nunca había hecho una regresión, pasa a narrar un episodio ocurrido en otra vida, en el cual se ve como infeliz protagonista:
Era niño, y jugaba con otros sobre un puente, en un día cálido y soleado. Estaban todos alegres en aquel juego de uno querer empujar al otro al agua - siendo que todos sabían nadar prácticamente desde el nacimiento. Él es súbitamente arrojado al agua, y se ve hundiéndose más y más en un hoyo algo más grande que él, que había en el fondo del río.
Él está viendo esa escena desde el principio hasta el momento de la muerte por ahogamiento.
Como experiencia, le pido que vivencie lo ocurrido como si estuviese sucediendo en el momento presente, narrando lo que sentía desde el comienzo de la caída.
Cuando mi cuerpo toca el agua, noto que ella está caliente y clara. Pero en cierto punto todo se hace oscuro y me siento muy apretado. Intento salir pero no lo consigo, me lleno de pavor, trago agua y acabo falleciendo.
Le ruego que haga nuevamente la comparación entre lo que estaba ocurriendo en el agua y el episodio del avión. La respuesta fue:
Es exactamente igual.
Habíamos encontrado la causa raíz.
Le pedí que hiciese el Perdón para sus amiguitos - que no habían tenido culpa - e hice el rescate de su alma (aquel aspecto de su alma - referente a aquella vida - que es un fragmento de su espíritu inmortal), y que aún seguía presa a aquel acontecimiento.
Al volver del retorno cronológico confiesa que se siente completamente diferente y renovado y que una sensación de levedad y tranquilidad se ha adueñado de todo su ser.
Esa misma noche Wagner me comunicó que había utilizado el ascensor atiborrado - y caliente - y que nada anormal había sucedido. Hoy está totalmente curado y el factor principal a que podemos atribuir la curación definitiva (aparte del Perdón y del rescate del Alma) es la toma de conciencia de la causa raíz que fue la responsable de todos los disparos del gatillo.
También tuvimos la colaboración de la Terapia Floral, que ayudó a la completa desimpregnación de su Alma y de sus registros causadores.
Eraldo Manfredi é ... O querido colaborador e amigo Eraldo Manfredi nos deixou no dia 16 de agosto 2006, após longa e corajosa luta contra doença.
A contribuição e a dedicação de Eraldo foram de inestimável valor para o stum e para muitos usuários e sua ausência - somente física - deixa em todos nós uma saudade imensa.
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Publicado dia 4/8/2020 11:35:12 AM em STUM WORLD
