Sí, sufrimos por diversos motivos, pero lo que de veras queremos es librarnos de todo lo que hace sufrir. Si bien para ello es preciso identificar los motivos que te causan sufrimiento. ¿Sabes tú por qué o por quién estás sufriendo? Escribe sobre eso. Después de anotar todo cuanto te viene haciendo sufrir, piensa sobre los probables motivos y escribe cada uno de ellos.
A continuación, algunos de los motivos que causan sufrimiento:
- Baja autoestima: O sea, no tener conciencia del propio valor. Ese es uno de los motivos más frecuentes de conflictos. Quien no tiene conciencia de su valor como persona puede sentir dificultades en cualquier otra área. Y esto podría llevarle a creer que no consigue nada en la vida.
La autoestima empieza a formarse en la infancia, a partir de cómo las demás personas nos tratan. De niño se puede alimentar o destruir la confianza en sí mismo. Es decir, las experiencias del pasado ejercen influencia significativa cuando ya se es adulto. Padres exigentes, agresivos, críticos, autoritarios, controladores, que hacen ver al niño que no es digno de confianza al imponerle su propia voluntad, no escuchando lo que el crío tiene para decir, crían hijos inseguros y dependientes. ¿Sabías que la forma en cómo nos tratamos siendo adultos, a menudo refleja el modo en cómo fuimos tratados siendo niños? ¿Cómo fuiste tratado cuando eras pequeño?
Empieza a pensar qué es lo que ha originado tu baja autoestima. ¿Qué has podido hacer o en qué has colaborado para no percibir tu propia valía? ¿Conoces a alguien que perdió el empleo o se jubiló y cayó en depresión? Pues bien, eso puede ocurrir cuando la persona sólo reconoce su valía referida al cargo que ocupa, al poder que ejerce; si pierde esto, siente como si todo su valor se hubiese perdido. ¡Confundo TENER con SER!
Es preciso tener conciencia de la propia valía, independientemente de lo que se tiene o se hace, el valor como ser humano, independiente de cargo, cuenta bancaria, marca del coche, poder, estatus. Hemos de aprender a mirar bien dentro de nosotros mismos y reconocer nuestro real valor. Aquello que tenemos de bueno dentro de nosotros, como solidaridad, carácter, amistad, bondad, complicidad, amor, ciertamente no hay dinero que lo compre.
Los síntomas de la baja autoestima son muchos, mira a ver si los reconoces en ti:
- necesidad: aprobación
reconocimiento
agradar
- dependencia (económica y emocional)
- mantiene una relación amorosa destructiva
- no se permite equivocarse, perfeccionista
- sentimiento de no ser capaz de realizar nada
- no cree en nada, en nadie, porque en verdad, no cree en sí mismo
- inseguridad/timidez
- dudas constantes, duda de su propia valía
- depresión
- ansiedad
- envidia
- miedo
- ira
- agresividad
- acomodación
- vergüenza
- dificultad en crecer profesionalmente
- sentimiento de inferioridad
Como podemos percibir, muchos factores considerados como causa de nuestros sufrimientos no son más que síntomas de la falta de conciencia de lo que se vale. ¿Cómo librarse de esos síntomas? No, no existe receta, lo que sí hay es mucho trabajo, empezando a conocerse cada vez más.
El autoconocimiento es el mejor camino para elevar la autoestima, pues a medida en que te conoces y empiezas a actuar de modo coherente entre sentir, pensar y obrar, empiezas también a respetarte mucho más, no permitiendo que no se te respete en la misma proporción. Con ello empiezas a admirarte y a amarte. Y aquello que en ti mismo no te gusta, puedes cambiarlo poco a poco.
Puedes hacer el siguiente ejercicio para elevar tu autoestima: ¡escribe todo lo que has conseguido y todas tus cualidades! ¡Sí, vas a percibir que has hecho mucho y puedes mucho!
¡Nada es más liberador que tener conciencia de la persona maravillosa que se es! Percibe que tu valor en cuanto persona no puede ni debe estar basado en la manera en cómo has sido o aún eres tratado, aunque haya sido así toda tu vida. No vuelvas a permitir que se te falte al respeto o se te maltrate. Todos tenemos potencial y capacidad para desarrollarnos y cambiar aquello que nos hace sufrir. Aquello que no nos gusta y tampoco gusta a los demás en nosotros, por lo regular no forma parte de nuestra esencia, el self, el verdadero yo, sino de las máscaras que un día hemos creado para defendernos. Esa sí es la verdadera causa de nuestros conflictos. No, no es nada fácil identificar cuáles son nuestras máscaras, pero eso puede obtenerse mediante el proceso de la psicoterapia/análisis que proporciona el autoconocimiento.
- Máscaras: Las máscaras que hemos creado cuando éramos pequeños, aun siendo un proceso inconsciente, automático, que se desarrolla como defensa y protección contra un mundo hostil, es lo que verdaderamente nos lo pone muy difícil cuando somos adultos, creando conflictos en las relaciones y causando mucho sufrimiento. Por eso el autoconocimiento es imprescindible en la búsqueda de la esencia, del verdadero yo, libre de las máscaras.
Por ejemplo, el orgullo, la agresividad, la arrogancia, no forman parte de la esencia del ser humano, pues son máscaras creadas como defensa, que más tarde pueden convertirse en fuente de muchos conflictos.
Cuánto más conscientes nos hacemos de las máscaras que utilizamos, más control obtenemos sobre ellas.
Para identificar las máscaras que usamos, debemos identificar nuestras necesidades emocionales.
¡Lo diré en el próximo artículo!
Rosemeire Zago é psicóloga clínica CRP 06/36.933-0, com abordagem junguiana e especialização em Psicossomática. Estudiosa de Alice Miller e Jung, aprofundou-se no ensaio: `A Psicologia do Arquétipo da Criança Interior´ - 1940.
A base de seu trabalho no atendimento individual de adultos é o resgate da autoestima e amor-próprio, com experiência no processo de reencontrar e cuidar da criança que foi vítima de abuso físico, psicológico e/ou sexual, e ainda hoje contamina a vida do adulto com suas dores. Visite seu Site e minha Fan page no Facebook. Email: [email protected] Visite o Site do Autor