Hoy estaba leyendo la publicación de una amiga y quise poner un comentario… escribí el mensaje y al tratar de enviarlo apareció un número y lo siguiente:
- Demuestra que no eres un robot.
Nunca había visto esa forma y pensé conmigo mientras escribía: quién diera que escribir ese número fuese capaz de librarnos de la posibilidad de ser robots…
Claro que no somos robots, pero que muchas veces actuamos como si lo fuéramos… eso también es verdad…
Estaba, antes de eso, imaginando cómo sería un mundo mejor… y me vino un mundo donde la idea de pecado no existía y donde las obras de las personas estaban guiadas por la sabiduría del corazón, y que esas obras no dejaban rastro alguno de culpa porque venían de un Ser presente por entero. Y cada día sería nuevo de veras y con infinitas posibilidades… Un mundo con una religión que realmente inspirase a las personas a descubrirse por entero, sin necesidad de control ni de castigo…
Recientemente, estaba trabajando en ese punto de las creencias religiosas que adquirimos a lo largo de muchas vidas y que hoy actúan en el inconsciente, llevándonos a un eterno juego de culpa y castigo, porque nos han hecho creer que nuestra naturaleza, la Humana y la Divina son incompatibles. Al ejercer nuestra parte humana, nos sentimos culpables y enseguida buscamos punición, atrayendo situaciones en que nos saboteamos, impidiendo la manifestación de lo que nos haría felices…
No es pecado ser humanos, pese a que las religiones a lo largo de los tiempos nos hayan hecho creer en ese absurdo, como forma de tenernos mejor controlados y de impedirnos el acceso a nuestro poder personal… a fin de cuentas, el que no tiene poder es llevado hacia cualquier lado por aquellos a quienes hemos entregado el poder para guiarnos…
Cuántos de nosotros tenemos planes y sueños que nunca logramos concretizar porque no tenemos suficiente poder personal para ello.
Según Carlos Castañeda: “Todo cuanto hacemos, todo cuanto somos, reside en nuestro poder personal. Si tenemos el suficiente, una palabra que nos sea pronunciada puede ser bastante para cambiar el rumbo de nuestras vidas. Pero si no tenemos suficiente poder personal, el caso de sabiduría más magnífico podrá sernos revelado sin que tal revelación marque la menor diferencia”.
Aunque hoy estemos libres del control de cualquier religión o poder que nos indique lo que debemos hacer, en nuestro inconsciente somos prisioneros de varias creencias que nos dictan comportamientos y quitan nuestro poder personal, haciéndonos de veras proceder como robots…
Pero con saber que es así no queda resuelto el problema… y echar la culpa al otro también sólo origina más de ese ciclo vicioso de culpa y punición… al fin y al cabo, somos responsables por todo lo que atraemos a nuestra realidad y si guardamos esas memorias también podemos hacer algo al respecto.
Estoy llevando a cabo un trabajo profundo para limpiar la culpa y eso ha venido de forma natural y me ha sido indicado por algunas sincronías… según iba entrando en esa liberación, se ha ido haciendo cada vez más clara la importancia de ese trabajo.
Para ello, además del ho’oponopono, también estoy haciendo ejercicios del libro O Código de Cura (El Código de Sanación), del Dr. Alexander Loyd. Ese libro me fue indicado por una persona muy sabia y soy testigo de una sanación maravillosa en una persona cercana que la está practicando… Muy animada por los resultados que esa persona ha alcanzado, me decidí a hacerla también y ya estoy notando algunos resultados… que después compartiré con vosotros…
¡Gratitud!