Algunas veces nos paramos a mirar nuestras vidas y nos damos cuenta de que no sucedió nada de aquello que soñábamos, nuestras expectativas no se han concretizado...
Algunas personas, ante esa constatación, pueden considerar que no han tenido éxito en la vida, se desaniman porque creen que ya no queda tiempo e intentan adaptarse a una historia que “no ha salido bien”.
Estamos presos al tiempo lineal y esto nos hace creer que las cosas deben suceder en determinados períodos de tiempo y que... cada vez que el tiempo pasa, menores son las posibilidades de realizar nuestras expectativas.
La regla que empleamos para medir el “salir bien” generalmente es la del ego y eso nos deja presos a la creencia de que hemos fracasado, lo cual puede hacer que nuestra vida se vea cada vez más falta de perspectivas y alegrías... pues nos parece que fuera de ese limitado mundo de nuestras creencias ya no hay nada más.
Acumulamos un pasado de supuestos fracasos y lo traemos con nosotros a cada día, para no olvidarnos de “quienes somos”, según nuestras memorias, y de lo que no hemos conseguido.
Así no podemos ver ninguna esperanza, ciertamente…
O puede que nos haya ido bien en muchas de nuestras expectativas y, con el paso del tiempo esto nos pese del mismo modo, porque nos prende en un supuesto “éxito” que también nos impide abrir a lo nuevo...
Muchas veces, el triunfo del ego pasa muy lejos del triunfo del Alma... y el tiempo del ego más lejos aún del tiempo del Alma. No sirve de nada medir nuestro Ser con una regla tan limitada como la del ego.
Hay muchas formas de prendernos al pasado y de cerrarnos a la vida...
En vez de vivir en el presente vivimos presos a un tiempo lineal que cierra todas las puertas a infinitas posibilidades...
Pero... si, en un momento de lucidez, contemplamos nuestras vidas como un aprendizaje y tenemos el valor de abrir mano de nuestro apego a los “triunfos” y a los “fracasos” que nos sujetan de una forma o de otra... nos sentiremos más libres y más ligeros para explorar lo nuevo.
No importa cuánto hayamos caminado... cuánto hayamos vivido, cuánto hayamos sufrido o sido felices... Siempre podemos entrar nuevos en cada día... Podemos percibir que el pasado sólo pesa si nos prendemos a él... al soltar el hilo de nuestras realizaciones y no realizaciones, de lo que “somos” y “no somos” se descortina un mapa brillante e infinito de posibilidades que sólo se revelan a quien está vacío de pasado y de expectativas... listo para adentrarse en lo nuevo.
No obstante, para eso hace falta desapego de todo... incluso de lo que imaginamos que va a ser lo nuevo... Lo nuevo puede nunca haber sido siquiera imaginado...