Soy una observadora nata de la vida y hasta creo que un poco filósofa en algunos momentos, lo cual parece bastante cómico e incoherente... vaya, una ingeniera filósofa... Quizá podemos decir que yo intento filosofar con lo que observo en las personas por donde ando, o que pasan por mi vida.
Y en esta andadura he observado que existe enorme diferencia entre desear algo y elegir algo; desear significa querer, ambicionar, codiciar, anhelar. El deseo puede traer un sentimiento que corroe por dentro, llegando a producir dolor, pues se vincula con aquello que no tenemos.
En cambio, elegir significa seleccionar, optar o preferir algo.
Sobre este vaivén analítico, puedo decir que el deseo es algo indefinido y no trae realización, pues no hay compromiso asumido; en cambio la elección necesita actitudes, requiere cierta planificación para llegar a lo que se ha elegido y estas actitudes requieren cambios que casi siempre te obligan a abrir mano de algo.
Cambiar indica que algo no va bien y es preciso proceder de manera diferente, abandonando los hábitos y comportamientos obsoletos que llevaron al estancamiento de los deseos. El ser humano puede pasar toda la vida quejándose de que no le sucede nada, sólo para permanecer en la zona de confort, que le dice que aquí todo lo conozco y tengo todas las explicaciones o disculpas para no ser feliz.
El dolor de elegir requiere un análisis personal que sirve de partida para críticas y necesidades de sanación.
¡Por eso querer es poder y yo te invito a que hagas tus elecciones a partir de ahora!
Las cuestiones que más encuentro en mi consultorio están siempre relacionadas con lo afectivo o lo profesional, por eso abordaré una historia de una persona a quien atiendo, que concierne al tema “elección” y tanto puede referirse a cambios en el ámbito personal como en el profesional.
Ella acudió a mí porque consideraba que su vida estaba completamente estancada, tenía un empleo público que no la llenaba, se sentía sin motivación y la rutina la aburría. En el aspecto personal estaba sola desde hacía mucho tiempo, se veía cada vez más aislada del mundo y sin perspectiva de cambiar, por más que ese fuese su deseo personal.
Empecé entonces la consulta con la Radiestesia utilizando la Mesa Radiónica, y en primer lugar hice el equilibrado de sus frecuencias energéticas. A continuación, empezamos a identificar los bloqueos personales que le impedían dar pasos que le trajesen cambios positivos.
En la primera fecha verifiqué un bloqueo, de estar siempre en segundo plano, surgido tras el nacimiento de su hermano, que presentaba ciertos problemas de salud, y a consecuencia de esto la atención de los padres se había volcado completamente en él, como era de esperar, aunque no por una criatura que a partir de aquel momento sentía que no le importaba nada a nadie.
En el transcurso de la consulta, identifiqué otro bloqueo que se refería a su edad, cuando tenía 19 años, justamente cuando su hermano obtuvo el primer puesto para ingresar en la facultad de Medicina, y pasó a ser todavía más admirado por sus padres; y ella, con el sencillo anhelo de sobrevivir y no poder contar con nadie, optó a un empleo público cualquiera, fácil de conseguir y que le asegurase estabilidad. En el ámbito personal estos dos bloqueos la afectaban de la siguiente forma: sólo atraía a personas que no querían compromiso o que estaban comprometidas, porque ella no le importaba a nadie y estaba siempre en un segundo plano, según su vibración personal.
Al eliminar estos bloqueos, su postura cambió completamente en relación a las otras personas y a la vida, y dio el paso de buscar otro empleo y volver a estudiar. En este nuevo empleo, como secretaria en un despacho de abogacía, empezó a estudiar Derecho, trató de relacionarse con otras personas, pues no se sentía menos que nadie, y empezó a salir con un abogado.
Transcurrido algún tiempo, le pregunté qué había cambiado en su vida y me contestó: con tu ayuda he tenido la oportunidad de identificar y percibir todos mis defectos que me llevaban a sentirme desvalorizada, y a enfrentarme a ellos con ayuda de la Mesa Radiónica. Para llegar a donde he llegado, no me arrepiento ni un segundo, ¡pero elegir significa cambiar bastante y para ello necesitamos fuerza y coraje!