Me sentía presa sin saber por qué y eso estaba agobiándome hasta el punto de hacerme evitar situaciones que notaba que me estaban prendiendo… aunque todo fuese favorable y se encajase en las cosas que he clasificado como buenas, algo allá en lo más hondo me daba una desazón que hizo encenderse una lucecita de alarma.
Con el tiempo me he ido dando cuenta de que lo que me incomodaba era el control… pero aún no tenía claro ese movimiento que me estaba oprimiendo.
Hasta que un día desperté con una imagen… La imagen era una jaula pequeñita dentro de otra algo más grande… dentro de otra algo más grande… dentro de otra algo más grande y así sucesivamente… En esto, la imagen cobró vida y veo a una persona con una llave abriendo la puerta de la jaula más pequeña y, cuando ella salía, la jaula pequeña dejaba de existir… y después abría la puerta de la otra jaula que también dejaba de existir… y así sucesivamente… Fui acompañando el movimiento, esperando la hora en que, por fin, aquella persona saldría de la última jaula… pero… para sorpresa mía, de pronto ella empezó a hacer el movimiento contrario y, cuando se volvió, pronto las jaulas que habían desaparecido volvieron a aparecer y ella entraba por las puertas por donde ya había salido, y el espacio se hacía cada vez más apretado, mientras entraba en las jaulas más pequeñas…
Aquello me iba dando una angustia y una opresión en el corazón, cuando una voz dijo:
- La llave que libera también puede prender…
Y a partir de ahí, durante buena parte del día, esa voz que parecía conversar conmigo me explicaba ese tipo de prisión que era más difícil de liberar.
Voy a poner a mi manera lo que ella me dijo…
Si sabemos que una cosa nos prende, aunque sea lento y difícil desapegarnos de ella, sabemos que es algo que no nos ayuda y, con el tiempo, de una u otra forma acabamos haciendo el movimiento de liberación, así como cuando comemos un alimento que aunque nos gusta sabemos que nos hace daño, intentamos dejar de comerlo. Mientras que, si nos gusta y comemos un alimento que consideramos nos hace mucho bien, no vamos nunca a intentar dejar de comerlo… porque nos parece equivocadamente que estamos en el movimiento acertado, que aquello nos hace bien, nos hace evolucionar…
El movimiento de salir de la jaula, en aquel caso, representaba esas cosas que trabajamos para liberarnos de ellas por saber que no nos hacen bien… los miedos, las culpas, traumas, memorias equivocadas, en fin… aquello de lo cual nos parece debemos liberarnos para evolucionar, porque somos conscientes de que nos prenden y retrasan nuestra andadura.
El período de liberar de lo que prende era representado por las personas saliendo de las jaulas pequeñas hacia las más amplias… hacia la libertad; y el movimiento de volver a las jaulas menores, las que prenden, representaba aquellas situaciones en que, lo que antes nos alimentaba, pasa a intoxicar.
Cuando, en ese movimiento de evolucionar y de liberarnos, encontramos herramientas… enseñanzas… personas que nos ayudan aportando claves tan preciosas de liberación, nos sentimos muy encantados y agradecidos, pero por haber vivido cosas tan positivas con ellas, podemos acabar corriendo el riesgo de convertir lo que nos liberó en una prisión todavía más difícil para salir de ella, puesto que siquiera nos damos cuenta de que, en vez de salir, nos llevan a meternos cada vez más en la prisión.
A menudo nos apegamos a las llaves, a los signos, enseñanzas y maestros y las fijamos en aquella forma que ha sido buena un día, como un fin en sí mismas, sin darnos cuenta siquiera de que al fijar las cosas en “reglas”, “modelos”, “caminos a seguir”… lo que antes alimentaba puede intoxicar e impedirnos la libertad…
Tenemos la manía de buscar seguridad y nada nos da más seguridad que aquello que conocemos y podemos controlar… pero lo que controlamos también nos controla y cuando el camino deja de liberarnos y empieza a controlar… ¡ese camino ya no es el del corazón!
Y esto no quiere decir que tengamos que dejar las cosas cada cierto tiempo, o que no podamos seguir toda la vida por un mismo camino espiritual… o tener un mismo maestro. Lo que nos prende es cuando nos apegamos y nos fijamos a las cosas… todo lo que es fijo camina hacia el estancamiento…
Mientras un camino tenga corazón es allí donde nos vamos a sentir bien… ya sea un nuevo camino cada día o bien fluir siempre por el mismo camino.
Bueno… después de ese día me fue y aún me está siendo indicado claramente dónde me estaba apegando y, más allá, lo que ese apego me estaba haciendo evitar… Después lo compartiré con vosotros…
¡Feliz y agradecida por estar de vuelta a este espacio tan especial y amado del Somos Todos Uno!
Publicado dia 8/11/2015 8:18:59 AM em STUM WORLD
