Nuestras memorias no eligen hora ni lugar para traernos sentimientos de miedo, preocupaciones. y toda la serie de problemas que nuestra rica imaginación suele crear en nuestra mente para distraernos del presente.
Cuando las cosas van muy bien, cuando estamos felices y disfrutando del presente, muchas veces un pensamiento menos bueno intenta advertirnos hacia algún miedo que puede sacarnos de aquel momento de paz que hemos conquistado. Y lo que empieza con un pensamiento fugaz, enseguida se hace más insistente y, si nos apegamos a él, aquello tiene el poder de sacarnos de un estado de alegría y bienestar para un estado de preocupación, tristeza, miedo.
Parece que nuestras memorias no quieren dejarnos disfrutar del presente y de las cosas buenas y, cuando esto sucede, ellas enseguida buscan la manera de lanzarnos avisos siniestros mediante pensamientos que llegan sin ninguna explicación, pero que, desde del momento en que prenden nuestra atención, quitan todo el encanto a lo que estábamos viviendo.
Durante este tiempo que he pasado fuera, disfruté de muchos gratos momentos de simplemente estar bien con mi familia, y muchas veces he podido percibir a las memorias intentando sacarme de aquel estado y, gracias al Ho'oponopono, lo conseguían sólo hasta el momento en que empezaba a repetir mentalmente. ¡Te Amo! ¡Gracias! ¡Te Amo! ¡Gracias!
Al poco rato aquel pensamiento o preocupación se perdía en el perdón y en el amor y me sentía en Paz.
Aquello se ha ido haciendo tan natural para mí que bastaba cualquier signo de malestar en relación a cualquier cosa, un pensamiento, un nudo en la garganta. una preocupación inesperada. ¡y ya me veía repitiendo simplemente ¡Te Amo! ¡Gracias! ¡Te Amo! ¡Gracias!
Algunas veces, cuando había algo muy específico, hacía la petición a la Divinidad de forma bien sencilla, pero las más de las veces, a la menor señal de desazón con cualquier cosa. cualquier situación, repetía ¡Te Amo! ¡Gracias!
Me he dado cuenta de cómo el Ho'oponopono se ha ido haciendo sencillo para mí y no menos profundo y eficaz.
No siempre ha sido así. Cuando conocí el Ho'oponopono y lo hice por primera vez, ya obtuve resultados para mí sorprendentes, pero no me sentía segura de "estar haciéndolo bien". Aunque los resultados fuesen claros, aun así buscaba toda información posible para que mi práctica fuese la "correcta". Alguna parte de mí consideraba que si no lo hiciese todo según lo que era correcto no funcionaría, aunque percibiese que siempre estaba funcionando.
Hasta que con el tiempo, he ido notando que una conexión se establecía simplemente al empezar a decir ¡Te Amo! ¡Gracias!. y repetir esas u otras frases del Ho'oponopono ya desencadenaban todo el proceso. Y la certeza de que estaba funcionando era la paz que sentía a continuación.
Sería algo así como. Tú aprendes que para apagar tu sed tendrías que decir:
- Tengo sed, y coger un vaso de agua y pedir:
- Agua, por favor, apaga mi sed. Decir algunas palabras y sólo entonces beber el agua que realmente va a apagar tu sed.
Hasta que un día tú automáticamente coges el vaso de agua y bebes y, sólo entonces te das cuenta de que no habías hecho la petición ni dicho las palabras necesarias, y para sorpresa tuya, tu sed queda saciada.
Pero incluso habiendo tenido esa experiencia todavía crees que necesitas hacer todo el camino, y así lo haces; poco a poco vas dejando algunos pasos, hasta que te das cuenta y confías, porque lo que apaga la sed es el agua.
Y cuando reconoces esto se hace mucho más simple saciar tu sed.
El Ho'oponopono me ha revelado esa simplicidad, en varias cosas en la vida. a medida que limpia las memorias equivocadas que quieren hacerme creer que las cosas sólo funcionan cuando son muy complicadas, o que sólo tienen valor si exigen mucho esfuerzo.
A veces nuestra realización está muy simplemente al alcance de nuestras manos y. sólo no la alcanzamos por considerar que únicamente vamos a conseguir aquello si recorremos un camino largo y complicado.
Ese es el camino de nuestras creencias y no el de nuestra Alma. y quien apaga la sed es nuestra Alma.