Vuelta y media y nos deparamos con desafíos que acaban siempre llevándonos al mismo punto… a la búsqueda de Ser quienes verdaderamente somos.
En esa búsqueda vamos quitándonos máscaras y más máscaras que pensamos que nos representan, pero después percibimos que no éramos aquello… era sólo una máscara, y en esa búsqueda vamos encontrándonos, en partes perdidas y rescatadas en el tiempo-espacio… y una maravillosa sensación de sentirnos en casa, aunque en momentos raros pero que se hacen eternos, nos muestra que estamos en el camino del corazón, que se va revelando como un guía más precioso que los mapas hechos y trazados por otro o por nuestras memorias equivocadas.
En ese camino, las señales y los sincronismos siempre nos dan coraje y son como señales que indican el próximo paso; por algunos momentos o por mucho tiempo puede suceder de prendernos a las señales como si fuesen un fin en sí mismas, y no como algo que ha venido para indicarnos el camino. Y las señales, especialmente cuando son muy fuertes y encantadas, nos hacen apegarnos a ellas y acaban por convertirse en una nueva máscara que hemos de retirar para proseguir en el camino del corazón…
Esto me ha sido expuesto con tanta clareza en este tiempo, que he visto, cayendo por tierra, muchas expectativas que me había fijado pensando que mi camino pasaría por aquí o por allí… nada de lo que mi mente fijó como señales, y creó como caminos a partir de ellas, sucedió.
Pero otras cosas maravillosas han ocurrido, provenientes de lo inesperado, de lo no pensado… Antes de darme cuenta de eso, unos versos de una canción llegaron con mucha fuerza y alegría, traídos por una amiga querida…
Ay, yo entré en la rueda
Ay, yo no sé cómo se danza
Ay, yo entré en la “ruedadanza”
Ay, yo no sé danzar.
Recuerdo que el hecho de haber entrado en la rueda sin saber danzar me molestó… pero como fue un día muy feliz eso quedó de lado, y con un grupo de mujeres que hacen trabajos de lo Sagrado Femenino, continuamos cantando esos versos por WhatsApp.
Después de eso, en los días que siguieron, se fue haciendo muy claro que las cosas que necesitaríamos para continuar en el camino vendrían de lo inesperado, y que era hora de desapegarnos del pasado que habíamos fijado y que nos mantiene en la prisión… hora de abrirnos hacia lo nuevo, teniendo valor para ir más allá de lo conocido.
Ayer, por varias señales, percibí que estamos en un tiempo en que parece que la rueda está girando. Cosas que se empezaron a indicar hace diez años, están saliendo a la superficie para juntarse a nuevas piezas que llegan de todas partes, a todo momento, en una lluvia de sincronismos que, esta vez, dan cierto sentido al rompecabezas que empezó a montarse hace diez años… que empieza a ser percibido porque indicaba cosas de tiempos bastante más antiguos.
Comprendí que ese ciclo de diez estaba siendo esclarecido y, en ese movimiento, recibo un correo de Sergio con el título – La rueda está girando – y un poco antes había uno hablando de la danza de la rueda.
La X es la rueda de la fortuna en las cartas del Tarot…
Sólo entonces percibí que la canción ya indicaba que de lo inesperado vendrían las soluciones y que para ello tendríamos que dejarnos llevar por la música… sin haber ensayado los pasos… entrar en la rueda danza si saber danzar…
Nosotros no sabemos, pero nuestro cuerpo sabe…
Nuestro cuerpo, cuando lo dejamos libre de los condicionamientos, suele llevarnos por los caminos del corazón… y con ese cuerpo bien enraizado en la Tierra es como nos convertimos en un canal para las cosas que vienen del cielo y… sólo de esa unión viene la completitud de nuestro ser.