En la película El destino de Mister e Pete (2013) hay una escena fuerte y saludable que ejemplifica lo que quiero compartir con vosotros: la importancia de mantener nuestra privacidad, es decir, un orden territorial en el cual tenemos un control selectivo del acceso de alguien a nuestro yo interior.
Hijos de padres drogatas, Pete, coreano de 8 años y Mister, negro americano de 12, quedan abandonados cuando a la madre de Mister se la lleva la policía. Temiendo ser enviados a un hogar para menores, huyen y buscan sobrevivir en medio de las amenazas de los suburbios del Brooklyn (Nueva York). Pero a pesar de la confianza que los une, cada vez que Pete va al baño le dice a Mister: Yo necesito mi privacidad. Un día Pete pregunta: - Mister… ¿está bien no amar a nuestra madre? Él contesta tranquilamente: Es inevitable no amarla, Pete… pero no es necesario que ella te guste. Entonces, en un acto de extrema confianza, Pete se quita la camisa y muestra en su espalda las marcas de hierro candente hechas por su madre. Le fue necesario preservar su privacidad hasta tener la confianza suficiente con Mister para revelarle su dolor.
No debemos revelar nuestro dolor a quien no lo respeta. Por ejemplo, evidenciar nuestra vulnerabilidad a quien de alguna forma quiere dominarnos es demasiado arriesgado. Podemos convertirnos en rehenes de sus proyecciones sobre lo que sucede en nuestro íntimo. ¡Aquel que desea dominarnos pretende saber más de nosotros que nosotros mismos!
Es sano mantener fronteras que nos resguarden el tiempo que necesitamos para madurar algo en nuestro interior. En tales momentos solemos decir: No sé todavía qué decir. Necesito tiempo para pensar. Tiempo aquí significa condiciones de maduración. Es como una flor que se mantiene cerrada hasta que ha madurado para abrirse y ser fertilizada.
Respetar la privacidad ajena no quiere decir distanciarse del otro. Lama Gangchen Rinpoche resalta que cercanía no es intimidad. Sentirse cercano significa poder confiar en la presencia no invasiva del otro. Confiar en que será respetado en su tiempo y en sus valores.
Podemos ser cercanos y aun así respetar el proceso continuo – el del otro y el nuestro – de hacernos más o menos accesibles. Una persona traumatizada puede ser demasiado permisiva o rígida con relación a los límites, para no ser invadida nuevamente. Cerrar para balance no quiere decir mantenerse aislado, sino dedicar el tiempo necesario para ejercitar la capacidad de auto-organización.
En la medida en que desarrollemos el discernimiento de cuándo y cómo debemos abrirnos o cerrarnos, sabremos cuán sano es hacernos permeables. En un mundo lleno de noticias violentas y sobrecargado de informaciones inútiles, es preciso tener la autoridad interior para demarcar territorios claros de aquello que queremos permitir o no que nos invada.
Si no queremos envenenarnos, deberemos consumir productos orgánicos; del mismo modo, si no queremos destruirnos, debemos evitar que personas tóxicas que quieren envenenarnos con su modo destructivo de querer dominarlo todo y a todos nos coloquen como inferiores e incapaces. Para que ellas sean siempre perfectas, necesitan de los otros para señalar los errores. Así garantizan que el mal está fuera de ellas. El mundo está equivocado, no ellas. ¡No obstante, sin reconocer nuestros propios errores, nos haremos cada vez más frágiles y superficiales! Cuanto mayor sea la inseguridad interna, más amenazador parece el mundo externo. Por tanto, la manía de controlarlo sólo aumentará si no sabemos contemplar nuestra fragilidad.
Así como Pete pasó a confiar en Mister porque fue respetado en su privacidad, podemos confiar en nosotros mismos si tenemos la capacidad de respeto propio. Respetar nuestra privacidad quiere decir encontrar un lugar seguro dentro de nosotros para cultivar una actitud asertiva y activa frente a algo o alguien que nos desequilibra.
Mantener la privacidad no quiere decir hacerse egoísta o egocéntrico. Por el contrario, quiere decir cuidar el mundo interior para tener una participación fluente en el mundo exterior.
Lama Michel Rinpoche cuenta que cuando vivió en el monasterio en el Sur de la India, su maestro, Guen Lagpa, comentó respecto de la persona que debería ocupar el cargo de administrador: La primera característica que una persona debe tener para atender al departamento de administración del monasterio es dar prioridad al bien común antes que al bien individual. Ser inteligente y ser capaz, vienen después. En el momento en que el bienestar del grupo sea prioritario, todos estarán bien. Lama Michel entonces dijo: Cuando se da prioridad al todo, el respeto al individuo surge naturalmente: respetamos las necesidades ajenas sin invadir su privacidad. De la misma forma, como podemos atender a los otros respetando su espacio, podemos mantener nuestra propia individualidad.
La diferencia es sutil. Por ejemplo, puedo compartir lo que tengo con mi vecino como forma de dar prioridad al bien común antes que a mi propio bien individual. Pero eso no quiere decir que yo tenga que dar todo cuanto tengo. No es eso. Es importante recordar que nuestro bienestar depende también del bienestar común. Echo de menos eso en nuestra sociedad y cultura. Pero para que eso cambie hace falta un largo tiempo. Considerar esto puede acelerar ese proceso.
Bel Cesar é psicóloga, pratica a psicoterapia sob a perspectiva do Budismo Tibetano desde 1990. Dedica-se ao tratamento do estresse traumático com os métodos de S.E.® - Somatic Experiencing (Experiência Somática) e de EMDR (Dessensibilização e Reprocessamento através de Movimentos Oculares). Desde 1991, dedica-se ao acompanhamento daqueles que enfrentam a morte. É também autora dos livros `Viagem Interior ao Tibete´ e `Morrer não se improvisa´, `O livro das Emoções´, `Mania de Sofrer´, `O sutil desequilíbrio do estresse´ em parceria com o psiquiatra Dr. Sergio Klepacz e `O Grande Amor - um objetivo de vida´ em parceria com Lama Michel Rinpoche. Todos editados pela Editora Gaia. Email: [email protected] Visite o Site do Autor