¿Quién no se ha relacionado con alguien, se ha enamorado, creyó que había encontrado el amor de su vida y hasta llegó a pensar que un sentimiento tan intenso de ese tipo ciertamente ya venía de otras vidas, como si fuese una especie de reencuentro…?
Apuesto a que si no lo has vivido así, seguramente has estado muy cerca de ese sentimiento. Quizá estemos hablando de amores idealizados, imposibles, una visión proveniente del romanticismo, o no. La búsqueda de compañía afectiva, incluso en pleno siglo XXI, en esta era pos-digital, no cesa, y la evidencia de ese hecho es el gran número de personas que continúan firmes en esa empresa.
En esas búsquedas, hay muchos todavía, que por maduros que se crean, aún se sorprenden al depararse con ciertas revelaciones sobre el ser humano que más intensamente se evidencian únicamente en los bastidores de una relación. Por el ansia del encuentro con la compañía soñada, se dejan llevar por el deseo de ese encuentro, y cometen un grave error cuando dejan de observar las señales.
A veces, en la primera cita, algunas conversaciones ya pueden orientar si la relación será buena o no para ti, si podrás lidiar con determinadas cuestiones o no. En la duda, una conversación franca ya al comienzo puede evitar muchas confusiones y dolor posteriormente. Una palabra dicha en la intimidad puede revelar algo oculto y difícil de lidiar, y que con toda seguridad detonará algo desagradable más adelante.
Siempre es entre cuatro paredes donde se producen las proyecciones más primitivas. Por mucho que estemos en una relación hombre x mujer, las escenas primarias mal resueltas de afectos que tuvimos con nuestros padres pueden sobreponerse a todo, llegando de modo simbólico, sobrepasando lo que podría ser bueno. Pondré algunos ejemplos de pacientes míos para que esta cuestión se vea más clara y para que tú puedas también, además de identificar situaciones, estar más atento a lo que puede estar sucediendo en tu vida. Ese conocimiento, añadido a la mirada más observadora, tiene la función de ser una herramienta/antídoto, para que evites caer en emboscadas afectivas que nada tienen que ver con tu historia personal ni tampoco con lo que deseas para ti mismo.
Jorge salía con Sandra desde joven y, ya desde el comienzo, como si fuese algo lúdico, logró convencerla de que la relación sexual de ambos quedaría más picante si llamasen a otro hombre para una relación a tres. La trama ocurría en el momento en que ella de hecho estaría relacionándose con otro. Durante años de sus vidas, en esas circunstancias, él entraba en medio de la relación y, triunfante, ejecutaba el acto sexual con ella. ¿Extraño? No lo es tanto, y sería ingenuo por nuestra parte pensar que no hay historias secretas muy diferentes de lo políticamente correcto que aprendimos. Esto se supo cuando la esposa vino al consultorio con el marido, tras largos años de matrimonio y ya con hijos crecidos, diciendo que se había cansado de aquel juego. A partir de esa decisión, un problema conyugal se abrió en la relación. La paciente revela que claramente dijo a su marido estar cansada de jugar a papá y mamá haciendo el amor y el hijito entrando para interrumpir. Él, pese a haberlo entendido y estar de acuerdo en dejarlo, nunca más logró tener una relación sexual con ella. Finalmente acudieron a pedir ayuda por la vía de la terapia, conscientes de que querían liberarse del escenario simbólico. Al principio parece que ella se había liberado de la trama de la escena triangular que, por motivos emocionales suyos, durante bastante tiempo también la había seducido.
Muchos, sin embargo, no se dan cuenta siquiera de que están ciegos viviendo tales escenarios dentro de la intimidad sexual. Jonás, por ejemplo, estaba muy triste cuando, tras su última ruptura afectiva vino a la terapia. Comentó: ¡voy a levantar la cabeza y seguir adelante en busca de un nuevo amor que, con toda seguridad, debe existir en algún otro lugar! Quedó claro que en esta última relación, como en todas las anteriores, buscó algo para aislarse de la proximidad que estaba alcanzando con su pareja. Un miedo oculto, rabias primitivas mal resueltas, miedo a ser invadido… La terapia sólo estaba empezando. Al comienzo de la relación, como siempre, estaba eufórico, pero en el día a día según los relatos sobre las compañías que había tenido, sus interminables críticas y sospechas empezaron a adueñarse de su primer punto de vista. Nada era lo suficientemente bueno y poco a poco él se fue retrayendo hasta el punto de ya no ser capaz físicamente de tocar la persona que había creído el amor de su vida. Nuevamente buscó disculpas y destruyó la relación. Cuenta que al principio, en la intimidad, intentó decirle a ella que él era diferente, pero ella no quiso escuchar y por temor a perderla renunció a su confesión sexual. Él sabe que le gusta el sexo violento y que sin eso literalmente pierde la erección; esa vez no fue diferente, continuó, pero la relación dio en lo que dio, él se alejó, inventó disculpas e hizo lo peor que hubiera podido hacer, le echó a ella la culpa de sus propias dificultades para relacionarse, incluso acusándola de exigirle tener relaciones sexuales. Tenía cierta idea sobre esto, pero él mismo dudaba, porque se creía las dificultades que creaba para alejarse de ella. Algunas noches inventaba dolores de cabeza, otras, molestias en alguna parte del cuerpo, o decía que no le apetecía, y otras veces ni siquiera se daba el trabajo de decir algo, sólo se volvía de lado, decía buenas noches y se ponía a dormir. En su mundo interior tejía historias y más historias para convencerse de que ella no era lo suficientemente buena para él. Además, enloqueciendo a la pareja, al día siguiente le llamaba amor y decía otras palabras afectivas. No es preciso que nos extendamos en lo que ocurrió, tardó un poco pero la chica acabó dejando la relación, o entendió que había sido dejada.
Otro caso interesante fue el de una chica que vino al consultorio con la queja de que toda su vida, ella y su marido, dos grandes ejecutivos, salían de cualquier lugar en que estuviesen trabajando y se iban a sus aventuras de swing. El caso es que él, aparentemente de la noche a la mañana, se cansó de ese tipo de vida, y tal como la pareja del otro relato decidió cambiar, pero liberó a la esposa para que continuase haciendo lo que siempre habían hecho en conjunto. Al comienzo ella hasta lo intentó, pero cayó en depresión profunda porque todo había perdido el sentido sin la presencia del marido. Tuvimos que trabajar intensamente para que ella lograse salir de los escenarios simbólicos primitivos a que estaba atada, hasta llegar a un punto en que ella pudo encontrar completitud sexual diferente de aquella a que ambos estaban anteriormente acostumbrados.
Para finalizar, cierta vez recibí en mi consulta a una paciente súper joven y activa. Melisa vino con la queja de que algo raro le pasaba en su intimidad. Aunque era una profesional exitosa, con una vida social bastante intensa, cuenta que sólo llegaba al orgasmo cuando literalmente se daba bofetadas con sus parejas. El problema es que lo que más la seducía eran los bofetones en la cara. Cuando empezó a ir al trabajo con hematomas en el rostro, comprendió que necesitaba ayuda, la violencia estaba aumentando y ella, perdiendo el control. En su historial figura que innumerables veces presenció escenas de sus padres pegándose a bofetones. Otras veces, el propio padre le dio algunos cachetes en la cara. Posiblemente su cerebro entendió la representación de afectos por este camino enrevesado…
Tras la fase de la seducción, que ya contiene revelaciones, los miedos, las carencias, las agresividades mal resueltas y las cuestiones emocionales de todo orden encuentran un escenario fértil para que, como en un sueño, éstos sean pasados y repasados con la compañía afectiva. Las situaciones surgen como repetición, fijación de temas o tentativas de reprocesar determinadas escenas traumáticas de la niñez.
Son temas que ocurren sin que los protagonistas sean plenamente conscientes de ello, e incluso los más despiertos tienen únicamente cierta consciencia parcial de los hechos cuando no logran por sí solos liberarse de tales escenarios.
Dependiendo de la pareja del momento, las interfaces de actuación pueden ser modificadas y cuánto más inconsciente y más perjudicada emocionalmente esté la persona, más difícil será su auto-percepción.
Si te encuentras en un proceso de autoconocimiento y te percibes envuelto en una relación que te causa algún malestar, observa a distancia lo que puede estar sucediendo y extrae de esa vivencia una oportunidad para crecer interiormente.
Observación: si bien la fuente de los relatos ha sido inspirada por el ejercicio de mi práctica en consultorio, declaro que las historias son totalmente redimensionadas y, de modo absoluto, nada tienen que ver con la realidad de mis pacientes.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos