El amor que yo merezco es puro. No el tipo de pureza boba, de los cuentos de hadas. Sino de aquel tipo que no le importan las conveniencias. Él mira, a veces desde lejos, cuidando de mí.
El amor que yo merezco no me hace el menor daño. Sí, podemos discordar. Podemos desentendernos, pero no me siento mal por alguna cosa desagradable que él me haya dicho. Él no me lastima simplemente porque me conoce lo suficiente y no quiere verme disgustada.
El amor que yo merezco no juega. Al menos, ya no después de convertirse en amor. Yo no soy un juguete, una muñeca, ni nada para exhibir. No es narcisista hasta ese punto.
El amor que yo merezco me escucha. Así, de verdad. Hasta puede que no se acuerde del día de mi aniversario de licenciatura o, ay, de nuestro aniversario de noviazgo. Pero cuando yo necesito hablar él me oye. Así, sin juzgamientos, sólo me deja hablar y hablar hasta que me he cansado, entendido y dormido.
El amor que yo merezco me ayuda. Me ayuda a entenderme mejor. Me ayuda a ordenar estantes y a abrir frascos de palmito y siempre, siempre, entenderá de coches más que yo.
El amor que yo merezco estará allí, si y cuando yo lo necesite.
El amor que yo merezco no siente celos porque no basa nuestra relación en el ego. Ni en el mío ni en el suyo. Él sabe que yo soy sólo de él. Sin posesión, compartiendo. No existen desconfianzas, ni rencores y tampoco miedo.
El amor que yo merezco es humano. Es sencillo, lleno de fallos. Yo voy a perdonar todos, uno por uno. Voy a pensar por qué aquello es importante para él. El amor que yo merezco me da las buenas noches, pero a veces se olvida. A veces, trae rosas en vez de flores del campo. A aveces no trae nada, pero me da un beso cuidadoso en la frente o una mirada.
El amor que yo merezco me reconoce. Yo soy alguien para él. Él piensa en mí, se acuerda de mí cuando ve chocolates por ahí o un par de zapatos dorados que son mi cara. Él sabe quién yo soy porque tiene la curiosidad de estudiarme. Él no se relaciona con un cliché, sino con una mujer.
El amor que yo merezco me desea. Ardientemente. Descaradamente. Apasionadamente. Ve en mí una mujer que también lo desea y quiere ser completa, entera. No juzga mis fantasías ni mis miedos. Simplemente ama cada trozo de mí.
El amor que yo merezco es complejo y delicado. Sincero y honesto. Dice lo que piensa, pero con habilidad. Me echa la bronca cuando es preciso, señala mis inseguridades con mucho cariño. Puede incluso dejarme enfadada o pensativa, pero él lo hace por mi bien.
El amor que yo merezco no es perfecto. Es único, exclusivo. Será sólo mi amor perfecto.
Se encaja en mí como un guante, como dos cuerpos apasionados. Así es, así está escrito, la perfección que yo sé que merezco.
Pensándolo bien, el amor que yo merezco es el único tipo de amor que yo sé dar.
por WebMaster
Consulte grátis
Avaliação: 5 | Votos: 1
Sobre o autor WebMaster é o Apelido que identifica os artigos traduzidos dos Associados ao Clube STUM, bem como outros textos de conteúdo relevante. Email: [email protected] Visite o Site do Autor