Uno de los recuerdos más significativos de mi vida fue algo que me sucedió cuando aún era muy joven y decidí hacer una terapia. Yo tenía una serie de bloqueos, limitaciones e inseguridades, que obviamente tenían que ver con mi historia de vida.
Recuerdo perfectamente que la primera sesión terapéutica fue un rosario de quejas relacionadas con mi familia, en especial mi padre, con quien tenía serias dificultades, ya que coartaba de modo incisivo mi libertad.
Cuál no sería mi sorpresa, cuando el terapeuta me dijo que mi padre no era el responsable de mi infelicidad. Y que yo, y sólo yo, la estaba construyendo día a día.
Mi reacción, claro, fue de gran enfado, a fin de cuentas yo estaba allí en busca de consuelo, de acogida y de total incentivo a mi papel de víctima. Pero después de mucho reflexionar, logré comprender el sentido profundo de aquellas palabras.
Y esto fue esencial para que yo decidiese, a partir de entonces, asumir la total responsabilidad por mi propia vida. No importaban las circunstancias, yo tenía que hacer de ellas una motivación más para ser yo misma.
Al cabo de mucho tiempo, me sentí agradecida por haber escuchado aquellas palabras que mi ego tan inmaduro había rechazado de manera vehemente al principio. Ellas fueron el combustible que alimentó de modo definitivo mi vocación para la felicidad.
Por ardua que sea la jornada de autoconocimiento, no hay posibilidad de elección: o nos lanzamos a ella de cabeza, o nos quedamos esclavos de la limitación y del sufrimiento para siempre.
Si asumes la responsabilidad de tu vida, puedes empezar a cambiarla. El cambio será lento, sólo con el transcurso del tiempo empezarás a moverte hacia el mundo de la luz y de la cristalización, pero una vez cristalizado, sabrás qué cosa es la verdadera revolución. Entonces, comparte tu revolución con otros; eso tiene que ser de esa manera, de corazón para corazón.
Osho.
Publicado dia 4/8/2020 11:35:19 AM em STUM WORLD
