Este ejercicio no es fácil de practicar. Porque el sí no se contrae a una palabra.
Él es una energía, y si sólo lo vocalizamos, pero seguimos luchando internamente en el fondo de nuestro corazón contra aquello que es, jamás alcanzaremos la paz.
Cuando veamos que se ha faltado al respeto a nuestra dignidad como seres humanos, es preciso reflexionar sobre las causas que nos han llevado a aquella situación y hacer lo que esté en nuestra mano para superarla. En este caso, debemos decir sí a nuestro libre albedrío y negarnos a una aceptación pasiva de todo cuanto nos violente.
Siempre que nuestros deseos son contrariados, practicar el sí se convierte en un desafío aún mayor, pues éste consiste en una entrega, en un total y absoluto relax frente a lo que la vida nos traiga. Esta es la única manera de dialogar con la existencia de modo positivo, situándonos como amigos y colaboradores suyos en la co-creación de la realidad.
Al abrir nuestro corazón con desprendimiento y alegría, la respuesta de la vida será siempre la más amorosa y plena posible.
Nuevos caminos y posibilidades se abrirán, dándonos la recompensa por la confianza que en ella hemos depositado. Y a esto es a lo que solemos llamar milagro.
Cuando digas sí, dilo con gran celebración y alegría.
Nútrelo, no lo digas con reluctancia.
Dilo amorosamente, con entusiasmo, con gusto, colócate totalmente en él.
Cuando digas sí, ¡vuélvete el sí!
Osho