Todos aprendemos desde muy pronto a buscar seguridad. Y esto significa coleccionar experiencias que nos hagan sentir confortables y nutridos física y emocionalmente.
Poco a poco, sin embargo, la vida va trayendo circunstancias que nos quitan de este estado tan agradable y nos obligan a conocer la otra cara de la moneda. Somos, entonces, desafiados a encarar el dolor y el sufrimiento, que pueden tener origen en cuestiones ligadas al aspecto material de la vida, o en experiencias emocionales como la pérdida y el rechazo.
Por grande que sea la resistencia a aceptar la frustración de nuestros deseos, es a través de esos desafíos y obstáculos como alcanzamos el crecimiento, tanto emocional como espiritual.
Los cambios que estas situaciones nos obligan a realizar interiormente son valiosos en extremo. Aceptar la incertidumbre, lo inesperado, lo desconocido, como parte esencial de la jornada evolutiva, es un requisito esencial para alcanzar la madurez.
Tras los sobresaltos iniciales, poco a poco vamos aprendiendo a relajar y a navegar en el río de la vida con una confianza que sólo el tiempo y la persistencia son capaces de construir.
. Busca caminos aún no recorridos y navega por mares aún no navegados, porque esto es el camino de la vida.
Cuando los cambios empiezan a ocurrir, las personas sienten miedo.
Entonces, algunas veces, se agarran a las miserias, porque éstas les parecen familiares.
...Las personas tienen que perder aquello que conocen. Tienen que perder aquello que ya está en sus manos, a cambio de algo que aún no lo está.
En la vida real no hay ninguna seguridad, ninguna promesa, ninguna garantía, excepto la certeza de la muerte. Esta es la belleza de la vida, y por eso hay tanta emoción.
La vida sólo es alcanzada a cambio de un alto precio. El riesgo es el precio.
Osho