Los sueños son el combustible de la vida, pues son ellos lo que contribuye a mantener en alza nuestra motivación, pese a los innumerables desafíos.
Cada ser humano reflexiona, a través de lo que sueña, el grado de evolución en que se encuentra su consciencia. Aquellos que tienen por único objetivo la riqueza y el poder, viven bajo el dominio total del ego y consideran que la felicidad se reduce a alcanzar el máximo bienestar y confort material.
El problema es que los deseos del ego son un pozo sin fondo y, al conquistar su objetivo, lo que sigue por lo regular no es la tan soñada felicidad, sino el miedo a perder la riqueza, que poco a poco se convierte en una obsesiva necesidad de aumentarla cada vez más.
Aquellos que ya han alcanzado cierto adelanto en el camino del autoconocimiento, cultivan sueños que se armonizan con los anhelos de su alma, o sea, que les aporten sensación interior de plenitud, por servir, de algún modo, al resto del mundo.
El sentimiento de expresar el propio ser, beneficiar a alguien con su acción y, como consecuencia, conquistar el bienestar material, no tiene precio.
El camino de la realización interior no siempre es fácil, a menudo exige sacrificios y la superación de obstáculos a través de la paciencia y la perseverancia.
Pese a todo, es fundamental no abrir mano de los sueños, pues solamente a través de ellos es como se puede alcanzar la alegría y la paz.
Permanece abierto al sueño y dile:
Estoy contigo y estoy dispuesto a ir hasta ti. Condúceme a donde desees conducirme; estoy disponible. Entrégate simplemente a él.
Osho.