Enfrentar nuestras limitaciones, miedos y dificultades es un verdadero desafío. Por más que deseemos la transformación, hay una parte de nosotros que siempre va a insistir para que nos acomodemos en la zona de confort.
La mente presenta los más diversos argumentos, al objeto de evitar que nos enfrentemos a lo que nos amedrenta. Hay muchas formas de auto-engaño: éste puede expresarse con el argumento de que no se tiene talento suficiente para una actividad deseada, o que ya se ha pasado la edad para entregarse al deseo de hacer algún cambio.
Otra forma común de auto-engaño es la de las personas que, en una relación, consideran que tienen el poder de hacer que el otro cambie. Éstas pueden permanecer durante mucho tiempo siendo víctimas de la falta de respeto e incluso de la violencia, justificando su dificultad en reaccionar, con la esperanza vana de que la situación cambiará milagrosamente.
Cuando la verdad es demasiado dolorosa para el ego, ésta es relegada al inconsciente, y la mentira se convierte en la verdad para la persona. Ésta cree tanto en su auto-argumentación que dicha idea pasa a ser verdadera para ella.
Incluso aquellos que acuden a una terapia convencional o grupos terapéuticos, pueden terminar rindiéndose a los argumentos de la mente de que no necesitan ayuda.
No es fácil tener la dimensión de cuánto nos boicoteamos. Mucho es el valor necesario para aceptar con humildad la existencia de nuestra sombra y abandonar las ilusiones que ella alimenta.
Pero mientras no seamos capaces de realizar esta tarea, seguiremos con la práctica del auto-engaño y perderemos la oportunidad de lograr la única victoria real que se puede alcanzar en la vida, aquella que se obtiene sobre uno mismo.