Los padres narcisistas perversos no tienen la menor capacidad empática o afectiva, y como consecuencia, los hijos permanecen paralizados en un estado de alerta y sumisión todo el tiempo, intentando adivinar qué se podría hacer para obtener una mirada de amor real y finalmente ser percibidos…
En sus maniobras manipuladoras, por tanto, tales progenitores unas veces los apaciguan inventando que son amables, otras se revelan entre críticas juzgadoras, mostrándoles que cualquier cosa que hiciesen jamás sería algo suficientemente bueno, abusando de la autoridad que tienen como padres. La finalidad de esos destructivos movimientos tienen por objetivo alcanzar un poder cada vez mayor sobre los demás inflando más aún las percepciones de magnanimidad que albergan respecto de sí mismos.
Lo más alucinante de esta trama y más difícil de concebir es que ese estado psíquico enfermizo hace que no tengan siquiera consciencia de cómo son, y además se sientan víctimas de injusticia cuando no consiguen la totalidad de lo que suponen derecho suyo… los hijos. Éstos, a su vez, sobreviven entre sentimientos de culpa y dudas sobre sus propias percepciones y capacidades. Suelen ser inseguros sobre sus actitudes y sobre la validez de lo que son capaces de conseguir. Mientras no despiertan, permanecen atados a esos padres, a la espera de que al menos una vez en la vida tales momentos de aparente benevolencia y amor puedan ser de veras reales, lo cual por desgracia jamás sucede.
Cuando ya son conscientes de dónde están, la ayuda terapéutica se hace necesaria. A menudo la caída del velo y la consciencia lúcida de la incapacidad que esos padres tienen para amar de verdad pueden conducir a la víctima a una importante crisis emocional entreverada de sentimientos enloquecedores de dolor y perplejidad. Es difícil de creer que existan patologías de esa clase y, más aún, que a lo largo de una vida se estuvo inmerso en una de ellas. Es difícil de creer también que se ha sobrevivido en un hogar donde la conexión afectiva es inexistente. Difícil lidiar con todo lo que se ha pasado y añadirle las posibles consecuencias psicológicas causadas.
La reconstrucción emocional de alguien que ha tenido una madre, un padre o incluso ambos progenitores narcisistas perversos puede llevar mucho tiempo. La ayuda psicológica de un terapeuta entendido en esas cuestiones tiene importancia relevante en esa jornada donde el rescate de sí mismo se hace tan necesario.
Las víctimas, cuando tienen conciencia de lo que han pasado, necesitan aprender a funcionar sin el miedo al enjuiciamiento y a la amenaza de abandono que siempre han estado presentes en sus vidas. Evitando asimismo repetir variaciones de esa clase de abuso sobre otros compañeros afectivos.
Mientras no se produzca la sanación completa de los estropicios emocionales, causados por años de sumisión y de esperanza en algo que nunca llegó ni habrá de llegar, la persona pasará por muchos altibajos donde el sentimiento de vacío, de desamparo y de desamor clamarán fuertemente.
La paradoja perversa de esta terrible trama es la consciencia de que se es un verdadero huérfano, aunque en apariencia no se haya sido. La pintura de las escenas era de una familia perfecta, pero eran sólo pinturas, fotos e imágenes, nada más que eso.
Si te has identificado con esta alerta, busca ayuda terapéutica, sabiendo que tu vida es tu bien mayor, y que tu rescate es plenamente posible. Tú puedes ¡Tú te lo mereces!
¡Cuánto más despiertos, mejor!
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
Tel. (11) 99938.3142 - deixar recado.
Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
Publicado dia 2/11/2017 10:12:08 AM em STUM WORLD
