Según la psicología, existen varias fases de desarrollo para que se produzca la maduración de nuestro psiquismo hasta lograr un estado de 'adultez' emocional. Entre esas varias etapas, está la fase conocida con el nombre de narcisismo.
Todos nosotros pasamos por dos etapas del narcisismo, la primera se verifica ya en los meses iniciales de vida y es conocida como narcisismo primario. En ese tiempo, por no tener capacidades neurológicas y cognitivas suficientemente desarrolladas, no somos capaces de discernir que existe un mundo externo fuera de nosotros. En esa época, por tanto, cuando pasamos por alguna necesidad, como no hay distinción entre lo que está dentro y lo que está fuera de nosotros, la percepción sería algo así como si un biberón o incluso una madre formasen parte de nuestro propio cuerpo. Con ello, todo lo que venía de fuera al objeto de satisfacer nuestras necesidades, parecería venir de modo mágico y sin la percepción de que otros seres humanos estaban desde fuera cuidando de nosotros.
En esa primera fase del desarrollo psíquico que pasa por la etapa del narcisismo, no hay diferenciación externa, tanto de objetos como de personas. Ese es un funcionamiento en que la satisfacción del placer está en el auto-erotismo, o sea, en el placer obtenido de uno mismo, en la satisfacción del propio cuerpo.
Después de eso viene la vez del narcisismo secundario; en ese tiempo empezamos a percibir que existen personas y objetos, y vamos aprendiendo a reconocer si éstos pueden causarnos placer o dolor, y cuándo. Ya somos capaces, por tanto, de distinguir nuestro propio yo juntamente con nuestro cuerpo, de lo que está fuera de nosotros. Con ello vamos teniendo consciencia de nuestras identidades, de nuestras necesidades y vamos percibiendo que personas, situaciones y objetos, pueden o no satisfacernos. Vamos desarrollando la identificación de las necesidades, y asimismo quién o qué las satisface. Y como tenemos pulsiones, ocurre lo que se suele llamar “investidura objetal”, que por lo regular se centra en la madre y el seno, mientras todavía se mama, como siendo una parte del objeto total.
Existe un momento de transición cuando percibimos que el seno de nuestra madre no está presente y disponible siempre, y que a veces ella puede estar al servicio de otros y no sólo en función de satisfacernos. Este es un momento de crisis, en el cual dejamos de concebirnos como majestad, sintiéndonos como si hubiésemos sido destronados. Esto es lo que se acostumbra a denominar “herida narcisista”.
A partir de esa vivencia, la meta será la recuperación de este trono y del amor absoluto ya vivenciado. Sería el trauma de la omnipotencia perdida.
En el narcisismo sano ocurre la percepción del yo, siendo que el propio cuerpo y su imagen también son identificados como partes integrantes del sí mismo. Hay una diferenciación consciente entre el yo y el otro, pudiendo verificarse relaciones por la vía positiva.
Cuando hay fallo en ese proceso evolutivo, el otro continua siendo un objeto no diferenciado ¡y frecuentemente manipulado para la satisfacción de las necesidades de su majestad el bebé-adulto! (Los motivos de fallos de ese desarrollo están ampliamente divulgados en otros artículos de mi autoría).
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos