Sea cual fuere la meta de evolución que anheles alcanzar, ésta sólo podrá realizarse si surge en ti espontáneamente.
En lo que atañe al autoconocimiento y al crecimiento espiritual, por mucho que intentes seguir el ejemplo de otros, la experiencia es la única forma de crecimiento posible. Nada que no haya brotado dentro de ti de forma natural puede ser disfrutado en plenitud.
Pero ese es un logro que ha de ser deseado y buscado incesantemente, cada día, y que exige una profunda confianza, una entrega total a las percepciones que tu intuición pueda indicarte.
Siempre que tengas duda, aunque no sea más que por un instante, acerca de la verdad que habita en tu interior, te mantendrás paralizado, sin ánimo para seguir adelante. Y estos momentos ciertamente sobrevendrán, ya que el ego siempre intenta mantenernos prisioneros del miedo y de la inseguridad.
Lo importante es saber que esto ocurre y no dejarse dominar por estos sentimientos negativos, cuando lleguen a surgir. Por el contrario, es esencial relajar y permanecer en silencio.
Pero el silencio es tan sólo el primer paso de la jornada. Poco a poco es preciso que se vaya haciendo secundario, es decir, el silencio en sí no debe ser la meta. El objetivo final es siempre la evolución de la consciencia.
“…el milagro es que, si tú te haces consciente, el silencio te persigue como una sombra… Sin embargo, en ese caso, el silencio no es practicado – viene por su propia cuenta. Y, cuando el silencio viene por su propia cuenta, él tiene una tremenda belleza en sí. Él es vivo, él tiene una canción en su recóndito más profundo. Él es amoroso, él es bienaventurado. Él no es vacío, todo lo contrario: es plenitud”.
Osho