¿Sabías que gran parte de aquello que consideramos problemas no son más que invenciones de nuestra mente? Está claro que muchos objetarán esta afirmación, diciendo que sus problemas son reales, concretos, y no imaginarios.
Ocurre que la vida está hecha de acontecimientos que se suceden todo el tiempo, y está muy bien que así sea. Lo contrario sería la parálisis, el estancamiento y la muerte.
La cuestión es cómo reaccionamos frente a esos acontecimientos. Algunos serán satisfactorios y nos proporcionarán alegría. Otros, sin embargo, van a frustrar nuestros deseos y expectativas y son estos los que llamaremos problemas.
Siempre que desarrollamos una resistencia interna a alguna situación que la vida nos presente, la estamos convirtiendo en algo complejo, pues al entrar en conflicto con tal circunstancia, sólo hacemos prorrogar todavía más su duración.
Si, en vez de eso, aceptamos el hecho con serenidad, entendiendo que la existencia tiene sus razones para haber colocado aquel desafío en nuestro camino, una poderosa alquimia interior sobreviene.
Repentinamente, aquello que considerábamos un problema, simplemente desaparece, por el simple hecho de ya no alimentarlo.
Resistirnos fortalece y aumenta la dificultad, sea ésta cual fuere. Aceptar transforma poderosamente la realidad, haciendo que la vida marche de un modo nuevo y nos traiga la oportunidad de experimentar la paz. “...No te crees problemas innecesarios. Y el entendimiento descenderá sobre ti, si observas de qué modo haces que un problema se vuelva cada vez mayor, cómo lo engendras, y cómo ayudas a que la rueda gire cada vez más rápido. Así, de repente, tú estás en la cima de tu miseria y necesitado de la simpatía del mundo entero.
...El ego necesita los problemas. Vive, danza, come, duerme, haz las cosas tan totalmente como te sea posible. Y recuerda siempre: cuando te sorprendas a ti mismo creando algún problema, lárgate de él, inmediatamente”.
Osho.