¿Tienes grandes deseos de encontrar a alguien muy guay, para vivir una historia de amor digna de ser contada en un libro o una película? Sé que hablando así hasta parece que puedes estar pidiendo demasiado, pero créelo: ¡No estás!
Qué bueno que deseas lo mejor para ti. Qué bien que te sientes merecedora de un gran amor. Desear una relación sana, creativa y recíproca demuestra lo bien que te llevas contigo misma.
Sí, porque observa: si no te llevas bien contigo, o sea, si tu autoestima está resquebrajada, baja o destruida, ¡el primer paso es cuidar de ella! ¡No hay relación sana sin que te lleves bien con la persona que tú eres!
Quien no se acepta, quien está siempre criticándose y deseando ser diferente de lo que es, vive con el temor de no ser amada y de no ser aceptada. Está todo el tiempo alimentándose de pensamientos sobre ser abandonada, traicionada, cambiada por otra o de no agradar.
Y pensamientos generan emociones que generan comportamientos. Por tanto, quien tiene baja autoestima se comporta como quien tiene baja autoestima: de un modo ansioso, negativo, tenso, triste, sensible o reactivo en demasía, o, al revés, de un modo aparentemente indiferente, demasiado racional y, probablemente, hasta arrogante.
De todos modos, la ansiedad es siempre un componente presente en la vida de quien desea mucho encontrar y vivir un gran amor, pero que, allá en lo más hondo, no se siente merecedora, no reconoce en sí cualidades y potencial para ser el gran amor de alguien.
Si tú te sientes así, especialmente cuando conoces a alguien, siempre temiendo que no va a salir bien tampoco esta vez, que el otro va a perder el interés en cualquier momento, ¡calma! Respira, relaja el cuerpo y pon atención a estos tres secretos infalibles para dejar de sufrir tanto.
1- ¡VIVE UN DÍA DE CADA VEZ, AQUÍ Y AHORA, ESTE MOMENTO!
La ansiedad, en un lenguaje bien simple y resumido, es un sentimiento que aflora cada vez que te pones a pensar demasiado en el futuro. El futuro es un tiempo que de hecho no existe, porque está siempre “por venir”. Y, lo que es peor, es un tiempo imposible de prever, ya que aún no se ha inventado bola de cristal para ello. Por eso, es una ilusión y un gran despilfarro de energía y de paz vivir con miedo a algo que hasta puede llegar a suceder, pero que las más de las veces no sucede, o sucede por tu proceder tan enfocado en ese “desastre” que te hace morir de miedo. Todas las mejores pesquisas sobre la felicidad señalan el momento presente, el aquí y ahora. Vivir un día de cada vez es el gran secreto de la construcción de cualquier relación que realmente valga la pena. Deja de intentar hacer que salga bien “para siempre”. Sólo tienes que dar lo mejor de ti hoy, ahora. Y si algo sucediese fuera de lo previsto, tan sólo espera. Mañana será un nuevo día. Y podrás intentarlo de nuevo. Da tiempo al tiempo. Tu respuesta viene de dentro. De tu esencia y no de tu tormenta.
2- ¡CONVIÉRTETE EN UNA PERSONA ENAMORABLE!
¿A quién prefieres conocer, a alguien feliz o infeliz? ¿A alguien que tiene temas de conversación positivos y agradables o a alguien que no hace más que quejarse y se lamenta de la vida que lleva? ¿De quién te enamorarías más fácilmente, de alguien que se gusta, que se divierte y tiene una vida interesante o de alguien que no sale de casa para nada y tiene una vida de lo más soso y aburrido? ¡Pues entonces! ¡Tú sabes cómo es una persona enamorable! Es una persona feliz, que sale con los amigos, se ríe, tiene preferencias, aficiones y propósito. ¡Invierte en ello! Descubre lo que te encanta. Al comienzo puede parecer difícil y realmente el primer paso es el más difícil. Pero inténtalo. Sal a caminar, contempla el mundo a tu alrededor. Observa a las personas, los árboles, las flores. Enfócate en lo que el mundo tiene de bueno para ofrecer. Permítete ser sorprendida. Un paso de cada vez. Un día de cada vez. Y cuando menos lo esperes, vas a descubrir que hay alguien contemplando a la persona encantadora en que tú te has convertido.
3- “DIOS NO TARDA, ¡SE ESMERA!”
Escuché esa frase cierta vez en mi vida y ella tuvo mucho sentido para mí. Yo también he pasado largos años deseando vivir un gran amor. Llegué incluso a pensar que quizá no ocurriese. Pero ¿quieres saberlo? En un determinado momento, decidí tener una seria conversación con el Universo (o Dios, si prefieres). Yo creo en la existencia de una inteligencia superior, más allá de mi comprensión, y que hace al mundo girar y suceder. Confío en esa inteligencia y entonces pensé: “¿qué cuesta dejarle bien claro lo que yo quiero?” Y he aquí que avisé:
“Mira, he venido trabajando mucho para convertirme en una mujer estupenda, honesta, compañera, bonita, inteligente e interesante. Y considerando que estoy pidiendo tan sólo una persona, un único hombre de entre los más de 3 billones que existen en el Planeta, estoy segura de que no estoy deseando ningún absurdo. Por tanto, Sr. Universo, voy a vivir mi vida, divertirme, hacer mi parte y ser feliz. Trata de hacer la tuya. Arregla lo que tengas que arreglar ¡y acuérdate de que estoy esperando el gran amor que yo merezco!”
Para mí, tardó un año y siete meses. Mejor dicho, conocí a mi gran amor un año y tres meses después de esa conversación que también puede ser entendida como “conmigo misma”, con “mi sabiduría interior”. Y tras cuatro meses, por improbable que pareciese, él me telefoneó y me invitó a cenar. Desde esa noche, ya han pasado casi nueve años y todavía doy gracias, todos los días, por mi coraje en pedir y por mi determinación en hacer mi parte, un día cada vez.
En fin, ni tú ni yo somos perfectos. Pero cuando tú realmente crees que mereces encontrar a alguien majo y vives como una persona maja, es cuestión de enfocar no en el gran encuentro, sino en el momento presente y en cómo hacer que tu propia vida valga la pena. ¡Lo demás es consecuencia! ¡Y yo deseo muchas consecuencias maravillosas para ti!
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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