Uno de los síntomas más frecuentes que suelen producirse cuando alguien está inmerso en una relación abusiva es un gradual desfallecimiento de las fuerzas físicas y psíquicas en todas las áreas de la vida. Al principio el desgaste es casi imperceptible, pero con el tiempo y debido a la desistencia masiva de sí mismo en favor del otro, ese desfallecimiento, como si fuese una llaga, se va instalando por todo el organismo de modo devastador.
Como máxima de advertencia, es importante que las víctimas sepan que no hay negociación posible cuando se convive con el incansable e inaccesible Narcisista/Perverso/Psicópata. El objetivo de éste literalmente es controlar y comandar absolutamente todos los deseos y la identidad de quien esté a su lado. El drama ocurre principalmente en parejas afectivas, pero también en locales de trabajo y dentro de algunas familias.
Por medio de la inserción del miedo, por la coerción, por las manipulaciones en general y por las amenazas de abandono, los abusadores van moldeando las cárceles donde mantienen a sus rehenes. El resultado, mientras las víctimas no estén totalmente despiertas, es un cansancio gradual, incontrolable y triste que con el tiempo suele avanzar hacia situaciones de total colapso. Un agotamiento peligroso, resultado de las infinitas tentativas y esfuerzos desmedidos ejercidos con el propósito de promover la negación de las situaciones de violencia velada por las que pasan. Las más de las veces la perplejidad sobre la incoherencia de los acontecimientos vividos hace que a los implicados les cueste creer en lo que está ocurriendo, en las evidencias y amplitud de la trama en que están. Otra línea tenue, igualmente peligrosa y provocadora del mismo tipo de colapso, se produce cuando se permanece durante demasiado tiempo en una relación así.
Negar los ruidos emocionales, e incluso las evidencias aterradoras que determinadas relaciones abusivas provocan, puede originar una importante inversión de energías, que deberían salir fuera como una especie de grito de sobrevivencia, pero que en vez de eso drásticamente son arrojadas hacia dentro de modo absurdamente dañoso, hasta el punto de instalar el silenciamiento total de todas las capacidades de defensa.
El colapso, por tanto, viene como una respuesta y una petición de socorro de un organismo que ha enfermado debido a la represión excesiva de las indignaciones sufridas, de los disgustos mal resueltos, de los miedos y de toda la perplejidad paralizante que ha vivido. Los resultados, además de los sentimientos de tristeza y desolación, avanzan hacia el olvido total de sí mismo y como consecuencia, hacia la falta de cuidados necesarios que se van convirtiendo en hábitos nocivos, como dormir menos de lo que se necesita, tener mala alimentación, procrastinar… y otros que van surgiendo en la misma frecuencia.
Al final, todo lo que un día ha sido importante hacer por uno mismo, pierde el sentido. Falta vitalidad para la vida en general y para hacer las cosas corrientes que siempre se hacían. Hay que recordar que una baja calidad de vida suele ser un factor determinante de esas sensaciones de falencia. Exceso de ansiedad, tristeza y traumas emocionales en general hacen que el cuerpo gaste más energía de lo que le es posible soportar, algo así como si le fuese drenada antes incluso de ser utilizada. El resultado del cansancio, por tanto, es infinitamente diferente de aquel que sentimos cuando hemos hecho mucho deporte o trabajado demasiado.
Uno de los principales iconos reveladores de esa trama entra en evidencia cuando, de modo aparentemente súbito, la persona se percibe sin fuerzas para hacer nada más. Víctimas de esa trama, sin que puedan dar cuenta de lo que de verdad está sucediendo en sus vidas, acaban entregando al dominador todo cuanto tienen de mejor.
Sobre los Narcisistas Perversos/Psicópatas:
Gran parte de los investigadores los entiende como si ellos fuesen portadores de un fallo neurológico de nacimiento, formador de ese tipo de carácter; otra parte enuncia que las condiciones psicosociales en el inicio de la vida contribuyen sobre manera a que tales características psicológicas se desarrollen. Lo que importa, no obstante, es saber que absolutamente todos los que están configurados dentro de un espectro de funcionamiento enfermizo y similar, invariablemente y con diversas formas y grados, en algún momento van a evidenciar actitudes generadoras de peligro para otras personas. No poseen cualquier capacidad empática y nunca consiguen ponerse en el lugar del otro, en fin, no comprenden lo que son sentimientos, aunque sepan que éstos existen.
Estratégicamente, dependiendo de lo que vayan a necesitar para alcanzar lo que desean, inventan una teatralización bastante convincente. Todos tienen habilidades de seducción altamente desarrolladas para poder alcanzar sus propósitos. Son codiciosos, carecen de sentido moral y literalmente viven en busca de lo que les place. En los subtipos, están aquellos que obtienen placer únicamente con algo sórdido y cruel; para otros, el placer está en ganar dinero, ya sea aprovechando ventajas, trapaceando, engañando, timando y así. Ellos saben que las leyes existen, pero lo hacen todo a su modo, a escondidas y con sus propias leyes. Actúan las más de las veces en bastidores, donde nadie los ve, y difícilmente alguien logra denunciarlos. Cuando están envueltos en situaciones de acoso moral o de abuso emocional con sus parejas sentimentales, incluso debido a sus habilidades manipulativas y al placer distorsionado que poseen, se deleitan al confundirlas, a menudo haciéndoles sentirse culpables.
Es importante saber que los psicópatas sociales, también conocidos como narcisistas perversos, están entre nosotros y ahora, más que nunca, con el conocimiento que se tiene sobre cómo son, sus días están contados.
Sus actos van, desde alguna conducta indebida que literalmente quita el suelo bajo la otra persona, hasta los Asesinos en Serie. Todos son de la misma familia de mentalidad enfermiza, en grados diferentes pero todos peligrosos. No poseen la conciencia emocional que las personas normales tienen y difícilmente llegarán a tenerla algún día, por tanto, un colapso dentro de una relación así funciona como un alerta de urgencia para que se salga de esa situación límite. El abusador no busca una terapia, no le parece que tenga cuestiones que deban ser tratadas, sino que dice que quien las tiene es la víctima. Él tiene la razón, lo que pasa es que él no la necesita porque no se da cuenta, no permanece en ninguna terapia porque no tiene la capacidad de inmersión en sí mismo. Para él, cuando algo sucede, la culpa siempre es del otro. En el caso de la víctima, una buena terapia puede abrir muchas puertas y salvar la vida.
¡Cuanto más despiertos, mejor!
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos