Si dependes de la aceptación incondicional de los demás para ser feliz, que sepas que tu vida está condenada a ser un problema.
Cuando ponemos nuestra paz interior en manos de terceros, en lugar de conquistarla por nuestra propia cuenta, las posibilidades de poder alcanzarla se hacen menores.
Desde pequeños somos condicionados a proceder conforme a lo que esperan de nosotros, para poder ser aceptados y amados, inicialmente por nuestros padres, y después, por el mundo exterior.
A medida que nos desarrollamos, vamos percibiendo que no siempre este modo de proceder está en sintonía con nuestros propios deseos. Sin embargo, la inseguridad puede hacer que muchos sigan viviendo de ese modo, recelosos de perder la estimación ajena.
Aprender a lidiar con la crítica y la oposición a nuestras creencias y opiniones es un atributo esencial de la madurez. Esperar la aceptación incondicional de los demás para sentirnos seguros es una trampa en la que muchos todavía están prisioneros.
Únicamente la confianza absoluta en tu propio ser te hará liberarte de esa dependencia. Esto exige valor para asumir tus decisiones y seguirlas incondicionalmente, pese a las opiniones contrarias.
Siempre que te percibas haciendo algo que no deseas, sólo para ser aceptado, gira la llave. Prueba a seguir a tu corazón y encara de frente el miedo a la no aceptación.
Poco a poco aprenderás que ser fiel a uno mismo es el camino más seguro para la paz interior.