Cuando las últimas notas de la Sinfonía de Verano se insinúen por el jardín, yo me prepararé para un viaje. Cerraré el Libro de las Horas y le pondré mi lacre con mano firme.
Nunca más desde esta ventana veré a la casta doncella oriental llegando, colorada por el sueño, o la escuadra desplegando el Vellocino de Oro, navegando hacia Oeste.
Pero yo nunca los olvidaré; ellos están embalsamados en el depósito de la Memoria; sus regalos están preservados en el santuario del Espíritu.
No necesitaré oro alguno para el viaje: tan sólo los tesoros del Amor, los primeros frutos del Sacrificio. Si no los tengo, partiré de manos vacías.
Ninguna creencia escrita en papel servirá como pasaporte: tan sólo las Leyes de la Devoción – Pensamiento Correcto, Trabajo Correcto – grabados por el escultor de la Vida en los pergaminos del Corazón.
Yo dejaré a aquellos que me han amado. Sus trémulas palabras de adiós, las guardaré con cariño en el corazón para siempre. Con mi mano sobre el pestillo, sonriente miraré hacia atrás y les daré mi bendición.
La tierra hacia donde viajaré no está distante. Si bien me mudo a un nuevo hogar, aún seremos vecinos. La valla que nos separa no es una mata impenetrable; ella será traspasada por las flechas del Amor, disparadas por un deseo respetuoso.
Ellos oirán mi voz reconfortándolos en la noche de sus aflicciones.
Mi mano llevará la suya en el timón cuando vayan navegando por mares peligrosos.
Y entonces, cuando el Gong de la Noche toque el amén en el Discurso del Tiempo, yo abriré la puerta de par en par e iré adelante dentro de la Aurora, cantando.
¡Qué cerrada y silenciosa quedará la casa, después de mi partida!
Nadie me verá u oirá partir, salvo aquellos que tienen visión.
Con sandalias aladas como el Pensamiento yo viajaré por la carretera.
Levantaré mis ojos hacia las montañas coronadas de gloria. Y allá, en el final del viaje, alguien más bella que una rosa, más tierna que una madre, más comprensiva que los sabios, me estará esperando.
Mi saludo, únicamente estas palabras: “¿Eres tú, Amor?”
Como respuesta, tan sólo estas: “¡Ven! ¡Soy yo!”
Entonces, en silencio, después de la búsqueda, después de arar, de la sembradura, después de la vigilia, de los lamentos, de la esperanza, hacia los campos de la Cosecha nos iremos de la mano.”
- Azelda*
(Recibido espiritualmente por Oliver Fox – Texto extraído del libro "Astral Projection - A Record of Out-of-the-Body Experiences"** - Citadel Press - NY, U.S.A.)
- Notas de Wagner Borges:
* Azelda es una amparadora extra-física que ha transmitido muchos mensajes espirituales por medio de Oliver Fox, algunos de ellos directamente fuera del cuerpo, otros por inspiración mediúnica.
** "Projeção Astral - O Registro das Experiências Fora do Corpo" - Oliver Fox.
Este libro fue publicado por primera vez en Inglaterra, hacia 1938. En América fue publicado en 1962.
Algunos textos de este libro se publicaron esporádicamente como artículos sueltos en la década de 1920 (hay algunos comentarios sobre ellos en la excelente introducción de Hereward Carrington para el libro “A Projeção do Corpo Astral”, editado por él y por Sylvan J. Muldoon en 1929 en América, y publicado en el Brasil por la Editora Pensamento.
Posteriormente, ya durante la década de 1930, Oliver Fox finalmente los publicó en forma de libro completo en Inglaterra. Se trata de un clásico de las salidas del cuerpo y de los sueños lúcidos, además de mencionar bastante la glándula pineal (epífisis).
Oliver Fox (seudónimo del inglés Hugh Callaway, 1886-1949), Yram (seudónimo del ocultista francês Marcel Louis Fohan, autor del excelente libro "Le Medecin de L´âme") y Sylvan J. Muldoon (1903-1971) son los principales autores proyectivos de las décadas de 1920 y 1930, con obras lanzadas abiertamente sobre ese tema, y mucho han contribuido en la divulgación del mismo entre los legos.
Esos tres señores, a quienes cada uno de nosotros, los proyectores y estudiosos de los temas proyectivos, debemos bastante por la apertura mencionada, son conocidos por algunos investigadores como el “triunvirato” de proyectores.
Un inglés, un americano y un francés supieron hacer avanzar la pelota proyectiva en su tiempo.
Ojalá podamos nosotros también hacer avanzar nuestra pelota proyectiva en los días de hoy, siempre estudiando con modestia y deseos de crecer, y nunca con la vanidad de que sabemos mucho sobre ese bello arte de las experiencias fuera del cuerpo.
No somos maestros proyectores. Somos únicamente proyectores.
Y, ante todo, somos consciencias espirituales de pasantía en cuerpos densos necesarios para nuestro aprendizaje y evolución.
Siendo así, ya dentro o fuera del cuerpo, que podamos aprovechar todas las oportunidades de crecimiento que se nos presentan en la existencia cotidiana.
Dentro o fuera del cuerpo ¡seamos felices!
En tiempo: agradecimientos especiales a Sheila y Ricardo Smith, nuestros amigos y participantes en el grupo de estudios y asistencia espiritual del IPPB, que amablemente aceptaron mi petición de traducir el libro del inglés al portugués, y así nos permitieron el acceso a ese material en nuestro idioma.
Nota.: El libro "Le Medecin de L'âme" ("El Médico del Alma"), del proyectorfrancés Yram, salió en América conel título de "Pratical Astral Projection" - Ed. Samuel Weiser - Ese estupendo libro de relatos proyectivos también tiene una traducción alcastellano editada en la Argentina en la década de 1980: "El Médico Del Alma" - Ed. Kier - Buenos Aires.