Es verdad que todos nosotros tenemos cierto grado de neurosis, inseguridad y hasta fases en que la autoestima queda comprometida. Por eso mismo, tantas veces las relaciones amorosas se tornan pesadas, tensas y hasta enfermizas.
Cada uno se defiende como sabe, ya sea agrediendo y culpando a otro, ya sea ignorando la situación o procurando medidas paliativas. Algunas personas se defienden “para adentro”, callándose, llorando, sintiéndose rehenes de una situación con la cual no saben enfrentarse. Otras explotan, hablan todo lo que deben y lo que no deben y critican en lugar de proponer una solución. Raramente, conseguimos ponderar los hechos, considerar los errores de forma justa y equilibrada y rever actitudes, sugiriendo una nueva manera de sentir los sentimientos.
Parece redundante esta expresión – manera de sentir los sentimientos – pero es la manera como sentimos cada uno de los sentimientos que nos invaden lo que determina nuestras elecciones y hace que nos comportemos de modo maduro o infantil, amoroso o egoísta.
Sin embargo, el caos se instala especialmente en el momento en que nos sentimos “dueños” del otro, dueños de la relación, dueños de la institución formada en nombre de un amor que nadie más sabe donde mora, porque cedió lugar al apego.
El apego es un veneno y, lamentablemente, la mayoría de nosotros ya está absurdamente envenenada por este sentimiento. Nos apegamos tan fácilmente a las personas, a las cosas, a los lugares, a las situaciones, a la rutina, a la indisciplina... Confundimos tan fácilmente apego con amor. Creemos tan fácilmente que el otro puede ser un analgésico para nuestros dolores, un relleno para nuestro vacío o aún, paradójicamente, la causa de todo nuestro sufrimiento... y así, desperdiciamos nuestros días invirtiendo en relaciones enfermas, en sentimientos que inmovilizan, que someten, que piden mucho más de lo que ofrecen, que sustraen mucho más de lo que regalan.
Perdidos en contrasentidos particulares, creemos que el otro es nuestro y, tantas veces, que también nosotros somos del otro. Como si fuéramos pasibles de ser posesión de otro. No somos – ni nosotros ni el otro, sobre todo porque existimos genuinamente en el singular; jamás en el plural, por más que yo crea fundamentalmente en la evolución a través de dos corazones compartidos.
Por tanto, en un desliz de percepción, caímos en una trampa tejida por nosotros mismos y nos ahogamos en una tempestad que es personal, que es interna, de la cual sólo podemos salvarnos si, rescatamos la conciencia de que estamos – y sólo permanecemos – donde queremos, donde ciertamente ganamos algo, aunque esta ganancia, antes se componga de ¡profundas y graves pérdidas!
Felizmente no existen pérdidas irreparables, porque en cada pérdida existe siempre la oferta de un impagable aprendizaje. Lo irreparable incide solamente sobre el bloqueo, la insistencia ante el dolor, la negación a transformarse, a superarse.
“¿A qué o a quien estamos apegándonos?”. Confíe en sí mismo y descubra que es ahí – y solamente ahí – dentro de usted que está su suelo, que están sus herramientas, sus posibilidades, su única probabilidad de sentirse liviano, desprendido de cualquier expectativa o idealización que pueda robarle la identidad.
Suelte a las personas, suelte las relaciones, suelte los sentimientos, todo. Vida, sentimientos y personas existen para ser vividos, sentidos y amados y no para que nos apeguemos a ellos, para que creamos – inadvertidamente – que ellos son nuestros, son posesiones, son para siempre.
Usted puede amar siempre, pero aún así el amor nunca será suyo. Será de usted para el mundo, para alguien, para muchas personas. Lo que cree que es suyo no es de nadie, ni suyo. Y lo que usted sabe que no es de nadie, puede ser suyo, siempre que no intente amarrarlo, apenas predispóngase a sentir, a vivir, experimentar.
Si pudiéramos hacer eso con toda la intensidad de que somos capaces, tal vez consigamos comprender el verdadero significado de la palabra plenitud... en sustitución a la avasalladora palabra “apego”.
Desapéguese del amor. ¡Sólo ame!
Rosana Braga es periodista, escritora, coordinadora de proyectos editoriales y consultora en comportamiento humano.
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Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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