No existen el nacimiento y la muerte, estos conceptos han sido creados y mantenidos
por la no creencia en la reencarnación. Estos aparentes límites
existen para ilusión de nuestra Personalidad Inferior, mientras que para
nuestra Esencia no son más que la llegada y la partida de aquí.
La llegada, plena de esperanzas, planes y proyectos y la partida, frecuentemente,
repleta de frustraciones y fracasos. La no creencia en la reencarnación
es uno de los principales factores que limitan la evolución del ser humano
en cuanto a su liberación del inmediatismo, del egoísmo, del materialismo;
frutos de la consecuente tendencia a vivir apenas el día de hoy, esta vida,
sin una visión histórica de antes y después, sin una perspectiva
más amplia. Y esta visión limitada y limitante, por desgracia está
reforzada por la Psicología oficial, que analiza y trabaja el "inicio"
de la vida de los pacientes hasta el "final", por ser heredera de las
ideas de las religiones dominantes, no-reencarnacionistas. Los psicólogos
y los psiquiatras que creen en la reencarnación ya tienen una alternativa:
la Escuela de Psicoterapia Reencarnacionista.
Después de nuestro desencarne, cuando nos dirigimos a otros lugares, en
el Plano Astral, muchas veces nos percatamos de cuánto hemos caído
en las armadillas terrenas, de cuánto hicimos por la evolución de
nuestra Esencia, de cuánto hemos dejado de hacer, en qué hemos acertado,
en qué nos hemos equivocado, en qué nos hemos perdido. La expresión
más común es "Ah, si yo lo hubiera sabido"... En este
caso, si hemos de llevar a cabo después esa auto-evaluación y ese
'mea culpa', ¿por qué no hacerlo ahora, cuando tenemos oportunidad
de rectificar nuestro camino aquí, de corregir nuestras actitudes aquí?
Es muy triste, después de la partida, darnos cuenta de que hemos caído
en las armadillas y dejado de cumplir lo que nos habíamos propuesto antes
de descender, manteniendo nuestras antiguas amarguras, resentimientos, tristezas,
sensación de inferioridad, miedos o nuestro antiguo orgullo, vanidad, apego
a los bienes materiales, en fin, todas estas cuestiones, ligadas a nuestro Ego,
a las ilusiones de nuestra Personalidad Inferior, mientras que los verdaderos
valores de nuestra realidad infinita han sido dejados a un lado, por ignorancia,
por descuido, por ceguera. Y constatamos, entonces, que repetimos el mismo error
de encarnaciones anteriores, reencarnamos para mejorar características
inferiores nuestras y las hemos mantenido por creer que habían surgido
aquí, sin atender a que ya venían con nosotros al bajar.
El psicoterapeuta reencarnacionista debe recordar a sus pacientes que las cosas
no comienzan en la infancia y que nuestras imperfecciones brotan de dentro de
nosotros y no de los acontecimientos de la vida. Las claves para el real aprovechamiento
de una encarnación son: la noción de la Personalidad Congénita
y el entendimiento de la Ley del Karma.
Debemos recordar con frecuencia que un día habremos de dejar este cuerpo
físico y esta dimensión física y que nuestras relaciones
afectivas y familiares tal como están estructuradas, mediante rótulos,
son apenas de esta encarnación (en otras encarnaciones lo son con otros
rótulos). ¿Qué llevaremos con nosotros el día de la
partida? Todo lo que es sólido permanecerá por aquí, o sea,
nuestro cuerpo físico y todo lo demás visible. En verdad nada es
sólido, mas con fines didácticos, en este texto dividiré
las cosas en dos categorías: aquello que es visible ("sólido")
y lo que es invisible. Cuando subamos, solamente nos acompañarán
nuestros sentimientos (en el cuerpo emocional), nuestros pensamientos (en el cuerpo
mental), nuestros actos, memorias, en fin, todo lo que es invisible. Las buenas
obras irán con nosotros, también las malas, el amor, la caridad,
los gestos de fraternidad estarán con nosotros al lado de los odios, los
rencores, los gestos violentos, los egoísmos. Los buenos y los malos pensamientos,
los buenos y los malos sentimientos, lado a lado, confrontándose. ¿Cuál
será entonces nuestra auto-evaluación? Evidentemente será
aquello que esté prevaleciendo, y de ahí vendrá la sensación
de victoria o de derrota. Es muy triste la constatación de una equivocación,
una encarnación transformada en una secuencia de actos equivocados, nuestra
actuación gobernada por una 'persona' que, aunque real por naturaleza vive
de manera ilusoria, atrapada en las armadillas, por no reconocer que es temporal,
por no conectarse a sus verdaderos propósitos y metas.
¿Está todo perdido? Claro que no. No existen el cielo ni el infierno,
a pesar de que algunas dimensiones espirituales se asemejen a ellos. En verdad,
existen muchas dimensiones para donde podemos ir tras la muerte del cuerpo físico,
y esto será determinado por nuestro patrón emocional y mental y
la frecuencia vibratoria correspondiente. En el mundo invisible, lo semejante
atrae a lo semejante. Conforme a nuestra frecuencia al desencarnar, podremos subir
rápidamente para la Luz, si estamos ligeros, o más lentamente si
estamos un tanto pesados, ¡o bien podremos no llegar allí, si estamos
demasiado pesados! Para subir, cuanto más ligeros, mejor, y ligereza quiere
decir buen carácter, amabilidad, sensibilidad, pensamientos positivos,
buenos sentimientos, buenas obras, altruismo, espiritualidad. La tristeza pesa,
la amargura pesa, la ira pesa, el materialismo pesa, el egoísmo pesa mucho.
Después de la "muerte" no nos volvemos una "nubecita"
o algo fantasmagórico, al contrario, mantenemos nuestra identidad, perdemos
solamente el cuerpo físico y el doble etérico, por tanto mantenemos
los sentimientos, pensamientos, memorias y nuestra personalidad. Permanecemos
exactamente como somos, en todos los aspectos, excepto el cuerpo físico,
vehículo para nuestra manifestación en la Tierra. La Personalidad
Inferior es ilusa en la manera como se ve a sí misma y en como se relaciona
con todo lo que la rodea mientras está por aquí, y esta ilusión
procede de la falta de una verdadera visión, que a su vez procede de la
falta de auto-conocimiento, el cual procede, a su vez, de antiguas ideas religiosas
que han venido bloqueando la evolución de conciencia del ser humano. La
mayoría de nosotros apenas conoce su cuerpo físico y muchos creen
incluso que los pensamientos y sentimientos se encuentran en el cerebro. ¿Cómo
han de entender la "vida" y la "muerte", con tan poco conocimiento?
Muchos se preguntan cómo es la vida después de la muerte. En verdad
esa pregunta está equivocada incluso en su formulación, toda vez
que, si no existe muerte, tampoco vida después de la muerte, lo que hay
es un eterno 'continuum', somos nosotros siempre, nuestra Esencia, nuestra Conciencia,
bien estemos en este Plano Terreno, o no. Quien esto entienda perderá el
miedo a la muerte y al mismo tiempo aumentará su responsabilidad con la
"vida", es decir, la responsabilidad de su Personalidad encarnada con
su encarnación. Nuestra Esencia confía en nosotros y nos anima como
si fuese la "hinchada" organizada en la gradería. A veces puede
"entrar en campo" solamente como hace el técnico, al borde del
terreno de juego, transmitiendo orientaciones, pero quien se encuentra disputando
el partido es nuestra Personalidad Inferior. Sin embargo, pocos son los jugadores
que atienden a las indicaciones del técnico. No digamos obedecer...
Una cuestión fundamental es en qué situación saldremos de
aquí, o sea, en qué estado mental y emocional, cómo estaremos,
en que frecuencia vibratoria. Los niveles de nuestros pensamientos, sentimientos
y acciones son los que determinan nuestra frecuencia y como va transcurriendo
nuestra vida terrena. Esto explica la "suerte" y la "desgracia".
Lo más importante de todo es nuestra frecuencia, durante la vida o después
de la "muerte". Una frecuencia elevada nos sintoniza con cosas buenas,
con seres elevados, con la felicidad, con el bien, pero una frecuencia baja, al
contrario, nos sintoniza con cosas malas, con seres inferiores, con la tristeza,
con el mal. Día vendrá en que la Física explicará
todo lo que las religiones están intentando explicar.
Después de que sale nuestra Conciencia del vehículo físico
("muerte"), va para el cuerpo emocional que presenta una determinada
frecuencia, en función de nuestros sentimientos y, esta frecuencia determinará
nuestro destino post-desencarne. Existen varias opciones de destino y, a fin de
cuentas, aquella vieja historia de cielo e infierno no está tan lejos de
la realidad, apenas no se trata de una dicotomía, sino que existen innumerables
posibilidades de "cielos" y de "infiernos". Nuestro destino,
tras la muerte del cuerpo terreno, dependerá de nosotros mismos, o sea,
de cómo vivamos mientras estemos aquí, y esto depende de cómo
pensamos y de cómo sentimos y de nuestra mayor o menor capacidad de amar.
Hemos de cuidar nuestro cuerpo emocional (sentimientos), puesto que es allí
donde iremos después de la muerte de nuestro vehículo físico.
Donde está nuestra Conciencia, allí nos sentimos nosotros: en el
cuerpo físico mientras estamos encarnados despiertos y en el cuerpo emocional
mientras dormimos o después de la muerte del cuerpo físico.
En tal caso vale la pena, sí, ser feliz, ser útil, ser altruista,
ser honesto, ser trabajador, ser espiritualizado, y no vale la pena ser infeliz,
ser egoísta, ser apegado a los bienes materiales, ser deshonesto. Se ve
entonces cómo actúan las ilusiones, pues algunas personas que son
símbolo del éxito personal o profesional, ¿cómo estarán
sintiéndose, después de su desencarne? Y otras, humildes, quietas
en su trabajo, aparentemente fracasadas según los modelos materialistas
del mundo terreno, ¿cómo estarán después? Por eso
es muy difícil enjuiciar a alguien según los criterios materialistas
y por los modelos socialmente aceptados e incentivados. Muchas veces es más
arriesgado nacer en una familia rica que en una pobre, como también lo
es ser agraciado físicamente, pues las armadillas del mundo material siempre
están al acecho de las desatenciones, a fin de capturar a los incautos
y poco avisados.
No solamente la manera de proceder en esta actual estancia terrena trazará
nuestro destino después del desencarne. En verdad, todo es una cuestión
de "crédito y débito", energéticamente hablando
y no desde el antiguo punto de vista religioso basado en la culpa y en el temor.
Abandonamos este cuerpo físico siendo mejores o peores que al llegar, dependiendo
de cómo hemos pensado, sentido y actuado. Una persona que en esta vida
se ha conducido de manera equivocada, desde el punto de vista moral y ético,
pero que posee suficiente "crédito" de otras existencias pretéritas,
no tendrá el mismo destino de otra que no lo posee. Importa mucho que la
noción de continuidad permanezca fuerte en nuestro raciocinio, porque no
se puede evaluar una actuación tan sólo en esta vida como determinante
del destino post-muerte física. Somos la misma Conciencia, la misma Esencia,
y cada vida terrena es como un día, y de este modo podemos tener un día
en que practicamos malas acciones, pero si en días anteriores el conjunto
de buenas acciones predomina, el resultado final, hablando en términos
vibratorios, es el que contará. No habrá enjuiciamiento sea de quien
fuere a nuestro respecto, todo es consecuencia de nuestra frecuencia vibratoria,
estemos aquí o en el "lado de allá". No hay jueces o juzgadores,
tan sólo nosotros mismos, nuestra frecuencia vibratoria y aquello que sintonizamos.
El denominado Umbral (Infierno) son regiones de baja frecuencia en que están
los seres que vibran en esa frecuencia. Las experiencias en ese lugar son muy
desagradables y de sufrimiento, pero al cabo de algún tiempo, esas Conciencias
desencarnadas pueden ascender a niveles superiores de frecuencia, por méritos
propios y/o por trabajos de rescate de los planos espirituales superiores.
Algunos - después del desencarne - todavía permanecen por aquí,
convertidos en los denominados obsesores, sujetos a otras personas, a valores
materiales o a vicios. Quieren continuar junto a sus posesiones, quieren vengarse
de sus desafectos, quieren seguir al lado de sus pasiones. Por lo regular se convierten
en motivo de trastorno para los encarnados que con ellos se relacionan y se hace
necesario un trabajo de toma de conciencia y esclarecimiento para que se aperciban
de la oportunidad de evolución que han tenido con el desencarne, desligándose
de las ilusiones de este pasajero plano material. Tienen que entender la realidad
de la reencarnación y lo relativo y temporal de su actual Personalidad
Inferior. Han desencarnado y sin embargo no se han libertado de las ilusiones.
Otros permanecen por aquí, no por mala intención, sino con el deseo
de cuidar de seres queridos, familiares o amigos que suponen necesitados de su
atención. También debe hacérseles tomar conciencia y encaminarlos
para dimensiones compatibles con su estado de desencarnado. Generalmente tienen
un destino bueno.
Es importante que tengamos clara la noción de que la muerte del cuerpo
terreno no determina el final de la existencia, nada cambia, a no ser por la ausencia
del cuerpo físico. Los sentimientos y los pensamientos permanecen exactamente
como eran, o sea, todo sigue igual, tan sólo que el cuerpo material ya
no es necesario, puesto que se abandona la trayectoria terrena. No nos volvemos
una "nubecita" al desencarnar, al contrario, no cambiamos, intrínsecamente,
¡en nada! El cuerpo físico solamente es el vehículo utilizado
por nuestra Esencia en la trayectoria terrena y su muerte en nada nos altera,
es decir, la muerte existe solamente para el vehículo, no para la Esencia.
En este caso no debemos temer a la "muerte", muy por el contrario, debemos
pensar en ella con lucidez, para ir rectificando nuestra trayectoria, corrigiendo
y purificando nuestros pensamientos y sentimientos. Debemos vivir esta vida terrena
en que se incluye la muerte del cuerpo presente, no como algo mórbido,
sino como una alerta para que no nos olvidemos de la responsabilidad, en cuanto
Personalidad Inferior, en relación a nuestra Esencia y a la transitoriedad.
La muerte física es el retorno al Plano Astral y lo ideal es que ese regreso
sea feliz y victorioso. Sin embargo, no es lo que se observa en la práctica,
en que la mayor parte de los retornos se acompaña de enfermedades graves,
sufrimiento, depresión, amargura, ira, etc. El que se hace viejo siendo
feliz, realizado, activo, bondadoso, dócil, manso y muere bien, llegará
arriba como un victorioso.
Sobre o autor Mauro Kwitko é médico auto-licenciado do Conselho de Medicina para poder dedicar-se livremente ao seu trabalho como psicoterapeuta reencarnacionista. Em 1996, começou a elaborar e divulgar a Psicoterapia Reencarnacionista. É fundador e presidente da ABPR. Ministra Cursos de Formação em Psicoterapia Reencarnacionista e Regressão Terapêutica há muitos anos, tendo formado centenas de psicoterapeutas reencarnacionistas. Email: [email protected] Visite o Site do Autor