La ansiedad es uno de los principales males que abruman al ser humano actualmente. Viene de un sentimiento de desesperación y prisa en querer realizar lo que deseamos, alcanzar lo que soñamos y construir nuestra felicidad. Pero sucede que la ansiedad es, exactamente, el principal obstáculo para que alcancemos el éxito en cada una de estas metas.
Una de las mayores fuentes de ansiedad es la motivada por las relaciones afectivas. Algunas personas sufren ansiedad por desear encontrar la pareja ideal, la denominada alma gemela con que todos sueñan. Y acaban, exactamente gracias a esa actitud ansiosa, por alejar en vez de atraer.
Aunque la ansiedad sea un disturbio común a ambos sexos, son las mujeres las que más padecen este mal, tal vez porque el sueño del amor ideal ha sido más intensamente estimulado en nosotras, desde muy temprana edad.
Otra causa corriente de ansiedad es la motivada por el final de una relación. Muchas personas buscan desesperadamente tener de vuelta al compañero o compañera que se fue, como si sus vidas dependiesen irremediablemente de ese hecho. En ese proceso, acaban haciendo concesiones absurdas, haciendo la “vista gorda” ante los signos evidentes de desamor, egoísmo o falta de respeto por parte del otro, simplemente para garantizar que permanezca a su lado.
Para liberarnos de la angustia generada por la ansiedad, tenemos que aprender a “entregar” a la vida y al Universo nuestros deseos y objetivos, con la plena seguridad de que éstos nos serán ofrecidos en el momento adecuado, cuando nuestra ansiedad y desesperación estén totalmente desarmadas. La palanca que posibilita alcanzarlos es exactamente el hecho de que dejamos de querer determinar la hora y el momento en que han de concretizarse.
Mas para que obtengamos tal estado de ser, necesitamos, antes de cualquier otra cosa, encontrar nuevos intereses y motivaciones que nos liberten de la obsesión por determinado objetivo, cosa o persona. Todo aquello en que colocamos nuestra dependencia se torna señor de nuestra vida, determinando una esclavitud difícil de romper.
La conciencia es el único camino para salir de ese laberinto y, sin ella, nada se podrá hacer. Mientras insistamos en actuar ciegamente, sin procurar comprender las causas ocultas que originan ese comportamiento, continuaremos siendo presas fáciles de la ansiedad, tras la cual siempre está la falta de confianza y fe en la magia de la vida.
Parar, Calmarse, Descansar y Curarse
Thich Nhat Hanh
Hay un cuento Zen sobre un hombre y un caballo. El caballo está galopando rápidamente, y parece que el hombre que cabalga se dirige a algún lugar importante. Otro hombre, de pie al lado de la carretera, grita: “¿A dónde te diriges?” y el hombre a caballo responde: “No lo sé. ¡Pregúntaselo al caballo!” Esta historia es la nuestra. Estamos todos sobre un caballo, no sabemos a dónde vamos y no conseguimos parar. El caballo es la fuerza de nuestros hábitos que tira por nosotros, y somos impotentes ante ella. Estamos siempre corriendo, y esto ya se ha convertido en un hábito. Estamos acostumbrados a luchar todo el tiempo, incluso durante el sueño. Estamos en guerra con nosotros mismos, y es fácil declarar la guerra a los demás también.
Tenemos que aprender el arte de hacer cesar – parar nuestro pensamiento, la fuerza de nuestros hábitos, nuestra desatención, así como las emociones intensas que nos gobiernan. Cuando una emoción nos arrasa, se parece a una tempestad, que se lleva consigo nuestra paz. Encendemos la TV y después la apagamos, tomamos un libro y después lo dejamos a un lado. ¿Qué podemos hacer para interrumpir este estado de agitación? ¿Cómo podemos hacer que cese el miedo, la desesperación, la furia y los deseos?
Es sencillo. Podemos hacerlo a través de la práctica de la respiración consciente, del caminar consciente, de la sonrisa consciente y de la contemplación profunda - para que seamos capaces de comprender. Cuando prestamos atención y entramos en contacto con el momento presente, los frutos que cogemos son la comprensión, la aceptación, el amor y el deseo de aliviar el sufrimiento y hacer brotar la alegría.
Pero la fuerza de la costumbre suele ser más fuerte que nuestra voluntad. Decimos y hacemos cosas que no queremos y después nos arrepentimos. Causamos sufrimiento a nosotros mismos y a los demás, y de forma general producimos gran cantidad de destrucción. Podemos tener la firme intención de no hacer eso nunca más, pero siempre acabamos haciéndolo nuevamente. ¿Por qué? Porque la fuerza del hábito (vashana) acaba venciendo y arrastrándonos.
Necesitamos de la energía de la atención plena para discernir cuando la costumbre nos arrastra y hacer cesar ese comportamiento destructivo. Con atención plena, tenemos la capacidad de reconocer la fuerza del hábito a cada vez que ésta se manifiesta. “¡Hola, fuerza del hábito, sé que estás ahí!” A estas alturas, si conseguimos simplemente sonreír, la costumbre perderá gran parte de su fuerza. La atención plena es la energía que nos permite reconocer la fuerza de la costumbre e impedirle que nos domine.
…El caballo de nuestros hábitos nos conduce, y somos sus prisioneros. Tenemos que detener este caballo y rescatar nuestra libertad. Tenemos que irradiar la luz de la atención plena en todo lo que hagamos, para que la oscuridad del olvido desaparezca.
…Cuando sufrimos una fuerte emoción, sabemos que tal vez sea peligroso actuar bajo su influencia, pero no tenemos fuerza ni claridad suficiente para abstenernos. Tenemos que aprender el arte de respirar, de inspirar y expirar, parando con todo lo que estamos haciendo y calmando nuestras emociones. Tenemos que aprender a tornarnos más estables y firmes, como si fuésemos un roble, y no dejándonos arrastrar de un lado para otro por la tempestad.
...El hecho de calmarse produce el reposo, y el descanso es un pre-requisito para la cura. Cuando los animales salvajes están heridos buscan un lugar escondido para acostarse, y descansan completamente durante muchos días. No piensan ni en comida ni en nada más. Apenas descansan y con eso obtienen la cura que necesitan.
Cuando nosotros los seres humanos nos ponemos enfermos, nos preocupamos todo el tiempo. Buscamos médicos y medicinas, pero no paramos… Tenemos que aprender a reposar. La posición acostada no es la única posición de descanso que existe. Podemos descansar muy bien durante meditaciones sentados o caminando. La meditación no debe ser un trabajo arduo. Simplemente permite que tu cuerpo y tu mente descansen, como el animal en la selva. No luches.
…Practica de una forma que no sea fatigosa, pero que sea capaz de proporcionar descanso al cuerpo, a las emociones y a la conciencia. Nuestro cuerpo y mente saben curarse a si mismos si les damos una oportunidad para eso.Parar, calmarse y descansar son pre-requisitos para la cura. Si no conseguimos parar, nuestro ritmo de destrucción simplemente proseguirá. El mundo necesita inmensamente de cura. Los individuos, comunidades y países están cada vez más necesitados de cura.