Muchas personas van llevando la vida sin tomar cualquier decisión en cuanto a su propio destino. Se dejan guiar pasivamente por padres, compañeros, jefes y todo tipo de personas autoritarias que encuentran por la vida.
Es obvio que el niño no tiene manera de reaccionar frente a la opresión de los adultos. Pero el problema es que los niños oprimidos, cuando crecen, continúan actuando de forma medrosa y sumisa, como si no tuviesen fuerzas para enfrentar injusticias y humillaciones, o sea, continúan en su interior sintiéndose como aquella criatura indefensa.
Este sentimiento de cobardía tiene raíces profundas y nace cuando la iniciativa se ve obstaculizada desde muy pronto en la vida. Los padres dominantes impiden al hijo tener satisfechas sus voluntades por creer que él no tiene condiciones para escoger lo mejor y, de ese modo, acaban por hacerle creer que jamás conseguirá tomar decisiones acertadas a lo largo de la vida, necesitando siempre de alguien que lo guíe o le determine cuál es el mejor camino.
Así como los padres excesivamente permisivos acaban criando hijos sin noción alguna de límite, los padres represores, contrariamente, forman seres humanos para los cuales la vida está hecha apenas de barreras y limitaciones, que ellos mismos, cuando adultos, se imponen.
Vencer la apatía y recuperar el sentido de voluntad y poder personal es una tarea bastante difícil para aquellos que tuvieron su iniciativa recortada en el comienzo de la vida, en una fase en que su identidad debía ser fortalecida.
Para las personas acostumbradas a una vida de obediencia y sumisión, descubrir aquello que les gusta y que necesitan para ser felices es algo extraño y poco común.
Es necesario un gran esfuerzo y la convicción de que desean cambiar sus vidas, dando a sí mismos una oportunidad de felicidad. Siempre es tiempo de recuperar la auto-confianza y aprender a exigir del mundo el respeto a nuestra voluntad.
LA VOZ CRÍTICA (Un visitante dice: “Hay muchas voces dentro de mí que dicen que estoy siempre haciendo lo equivocado durante todo el tiempo”).
Esa voz crítica nunca es la tuya. Cuando eras niño, tu padre te decía: “No hagas eso”, y tu madre te decía: “No hagas aquello.” Lo que querías hacer siempre estaba mal, y aquello que nunca querías hacer era lo que ellos querían que hicieses, y era lo que estaba bien.
Estás en una doble atadura. Sabes qué es lo que “está bien”, pero no quieres hacerlo; de ese modo, si lo haces, ello será como una obligación. Así no habrá alegría y sentirás que te estás destruyendo, que estás desperdiciando tu vida. Si haces aquello que quieres, te sentirás culpable, sentirás que estás haciendo algo que está mal.
Así, tienes que librarte de tus padres, esto es todo. Y eso es algo muy sencillo, porque ahora tú has crecido y tus padres ya no están presentes; ellos están apenas dentro de tu mente.
No te digo que mates a tus padres – lo que quiero decir es que tienes que matar esa reminiscencia del pasado. Ya no eres un niño, reconoce ese hecho. Toma la responsabilidad en tus propias manos, es tu vida. Entonces, haz aquello que quieras hacer y nunca hagas lo que no quieras hacer. Si tienes que sufrir por eso, sufre. Hemos de pagar un precio por todo, nada es de balde en la vida.
Si te gusta algo y todos condenan ese algo, ¡estupendo! Déjalos que condenen. Acepta esa consecuencia; vale la pena. Si no te gusta algo y el mundo entero dice que ese algo es bello, eso no tiene importancia; porque tú nunca disfrutarás de tu vida si te dedicas a seguir a otros. Es tu vida, y, quien sabe, mañana podrás morir. Por tanto, ¡disfrútala mientras estés vivo! Eso no es de la incumbencia de nadie – ni de tus padres, ni de la sociedad, ni de ninguna otra persona. Se trata de tu vida.
OSHO, For Madmen Only (Solamente para locos).
Publicado dia 2/16/2006 2:25:18 PM em STUM WORLD
