La represión puede manifestarse en nuestra vida de varias maneras: la primera de ellas cuando, todavía niños, somos víctimas de padres represores que nos impiden expresar libremente nuestra naturaleza espontánea y aún extremadamente ligada al mundo instintivo.
Después podemos depararnos con profesores, superiores, amigos y mismo compañeros afectivos represores. Uno de los efectos más dañinos de la represión sobreviene cuando incorporamos inconscientemente un “verdugo” interior que continuará limitándonos, aún cuando los represores de verdad ya no formen parte de nuestra vida.
En el diccionario, reprimir significa no dejar que suceda, se manifieste, se mueva, se desarrolle. Otros significados asociados al verbo reprimir son: no hacer, no completar (un gesto, una expresión de sentimiento), dominar, controlar los propios actos, oprimir, punir, castigar.
Si reflexionamos acerca de cada una de estas expresiones, entenderemos cuánto las víctimas de la auto-represión acaban por limitar sus vidas, e impiden su propio crecimiento y la expresión de su individualidad.
Al represor interior debemos contraponer nuestro guerrero interno que, por más que no lo creamos, está y siempre estuvo presente en nosotros. Tan sólo fue debilitado o poco alimentado por las circunstancias de nuestras vidas.
Manifestar nuestros sueños y deseos, hacer que se conviertan en realidad, completar todas las etapas necesarias para alcanzar un objetivo, actuar sin miedo de cometer error y no castigarse cuando ocurren equivocaciones son las actitudes propias del guerrero, aquel que no se intimida ante los obstáculos.
Encontrarlo y permitir que se exprese es una ardua tarea para aquellos cuyo coraje e iniciativa jamás han encontrado estímulo en el medio en que han vivido. Pero nunca será tarde para que él se despierte. Siempre será tiempo para descubrir el guerrero que se oculta en nosotros, si estamos de verdad empeñados en permitir que nuestro yo verdadero pueda salir de la sombra y expresarse en toda su plenitud.
“El corazón como método
El hombre puede funcionar a partir de tres centros: uno es la cabeza, otro es el corazón y el tercero es el ombligo. Cuando tú funcionas a partir de la cabeza, produces pensamientos y pensamientos y pensamientos. Éstos son muy insustanciales, hechos de la materia de los sueños - prometen mucho y no entregan nada.
La mente es una gran trapacera, pero tiene una tremenda capacidad de iludir, porque puede proyectar. Puede darte grandes utopías, grandes deseos, y va siempre diciendo: ‘Sucederá mañana’ - y nunca sucede.
Nada sucede en la cabeza - la cabeza no es el lugar para que las cosas sucedan.
El segundo centro es el corazón. Es el centro del sentir - sentimos a través del corazón. Estás más cerca de casa - no todavía en casa, pero más próximo. Cuando tú sientes, eres más sustancial, tienes más solidez; cuando tú sientes, hay posibilidad de que algo suceda. No hay ninguna posibilidad con la cabeza, hay una pequeña posibilidad con el corazón.
La cosa real no es el corazón todavía. La cosa real es más profunda que el corazón - es el ombligo. Éste es el centro del ser.
Pensar, sentir y ser - estos son los tres centros. Pero ciertamente el sentir está más próximo del ser que el pensar, y el sentir funciona como un método.
Si tú quieres bajar de la cabeza, tendrás que pasar por el corazón - ese es el punto de cruce donde los caminos se separan. Tú no puedes ir directamente al ser, no es posible; tendrás que pasar por el corazón. Así, el corazón debe ser usado como un método.
Siente más y pensarás menos. No luches contra los pensamientos, porque luchar contra los pensamientos significa crear nuevamente otros pensamientos de lucha. Así, la mente nunca es derrotada. Si tú ganas, fue la mente quien venció; si eres derrotado, tú eres el derrotado. Nunca luches contra los pensamientos; eso es inútil. En vez de luchar contra los pensamientos, mueve la energía hacia el sentir. Canta en vez de pensar, ama en vez de filosofar, lee poesía en lugar de prosa. Baila, mira la naturaleza, y todo lo que hicieres, hazlo a través del corazón.
Por ejemplo, cuando toques a alguien, toca con el corazón, toca sintiendo, deja que vibre tu ser. Cuando mires para alguien, no mires simplemente con ojos muertos como piedra. Deja que se vierta tu energía a través de los ojos e, inmediatamente, tú sentirás que algo está sucediendo en el corazón. Es apenas una cuestión de hacer la prueba.
El corazón es el centro objeto de negligencia. Cuando comienzas a prestarle atención, él comienza a funcionar. Cuando él comienza a funcionar, la energía que estaba automáticamente dirigiéndose a la mente, comienza a moverse a través del corazón. Y el corazón está más próximo del centro de energía. El centro de energía está en el ombligo - de ese modo, bombear energía hacia la cabeza es, ciertamente, un trabajo arduo.
Para eso están todos los sistemas de educación: para enseñarte a bombear energía desde el centro, directamente hacia la cabeza. Para enseñarte a desviarte del corazón. De esa manera, ninguna escuela, ningún colegio, ninguna universidad enseña a sentir. Éstos aniquilan el sentir, porque saben que, si tú sientes, no podrás pensar.
Si tú sientes mucho, entonces la energía se quedará parada en el centro del corazón, no irá para la cabeza. Ella sólo puede ir para la cabeza cuando el centro del corazón se halla completamente negado. Ella tiene que ir para algún lugar, tiene que encontrar una salida. Si el corazón no es la salida, ella irá para la cabeza.
De hecho, todo el sistema educacional desarrollado en todo el mundo es para enseñarte a evitar el corazón, a tornarte más y más mental, y la manera de bombear la energía directamente para la cabeza.
Así, el amor se halla negado, el sentimiento se halla negado, condenado - es casi un pecado sentir. La persona tiene que ser lógica y racional, no emocional. Si tú eres emocional, la gente dirá que eres infantil - de cierta forma esto es literalmente cierto, porque sólo un chiquillo siente. Una persona adulta instruida, culta, condicionada, cesa de sentir. Se vuelve casi seca, madera muerta - ya no fluye ningún jugo de ella. De ahí procede tanto sufrimiento: el sufrimiento tiene por causa la cabeza.La cabeza no puede celebrar, no hay ninguna celebración posible a través de la cabeza - ella puede pensar sobre y sobre y sobre, pero no puede celebrar. La celebración acaece a través del corazón.
Así, lo primero es comenzar a sentir cada vez más y más. Conviértete en una morada de amor, un santuario de amor; este es el primer paso. Una vez que hayas dado este primer paso, el segundo será muy, muy fácil.
Primero, tú amas - la mitad de la jornada está completa. Y así como es fácil moverse de la cabeza para el corazón, es aún más fácil moverse del corazón para el ombligo. En el ombligo tú eres simplemente un ser, puro ser”.
Publicado dia 2/17/2006 3:48:20 PM em STUM WORLD
