Existe gente que se mueve por el “no”, por más que eso le ocasione trabajar doblemente, derrochar insistencia y tener la sensación de que la vida ha sido más dura de lo que podría haber sido.
Y cuando esta dinámica se instala también en las relaciones amorosas, la cosa es punzante, ¡tan confusa se vuelve!
A cada nueva posibilidad de un encuentro, el dilema renace: si el otro también quiere y demuestra que quiere, es suficiente para que la persona pierda el interés. Todo el deseo se esfuma, la atracción se acaba y las expectativas pierden el mérito.
Conclusión: se refuerza la idea de que para que valga la pena, tiene que dar trabajo, tiene que ser difícil, tiene que demandar esfuerzo. Incluso admito que exista cierta verdad en esta teoría, especialmente si consideramos que el amor es una construcción.
Sin embargo, existe una enorme diferencia entre dedicarse con ahínco y estar dando puñetazos contra un aguijón, máxime cuando el perforar las manos está a servicio de lustrar al ego. Si el “sí” no tiene mérito y el “no” es poco motivador, se puede desconfiar de que hay algo que necesita ser ajustado, ¿no te parece?
Pues bien… personas que sólo se enganchan con el “no” generalmente ni siquiera se percatan de que están escogiendo el camino más complicado sin necesidad; rehenes de esta celada, tampoco se dan cuenta de que no siempre lo más difícil devenga mayores y mejores ventajas.
¡En la mayor parte de las veces es muy a la inversa!
Apostar por relaciones donde el otro se muestra no disponible y contrario a los sentimientos que le ofreces puede ser incluso una elección admirable cuando uno siente que realmente quiere y que vale la pena arriesgarse, persistir y hacer un esfuerzo, aunque incluso en este caso exista un límite. Si el otro no quiere, sepamos respetarlo.
Mientras tanto, si estamos saltando de relación en relación, siempre poniendo pegas cuando está fácil y animándonos cuando está difícil, ¡es hora de reflexionar sobre qué es lo que estamos tratando de demostrarnos a nosotros mismos o a los demás!
¿Que conseguimos conquistar al que dice que no quiere? ¿Que no aceptamos un no como respuesta? ¿Que somos capaces de alcanzar nuestros objetivos cueste lo que costare? Porque si se trata de eso, estamos seguramente dejándonos dominar por un ego infantil y poco sensato.
Equivocados acerca de lo que pueda ser amor, compañerismo, valores y relaciones que valen la pena, invertimos en el “no” del otro solamente para demostrar que lo hemos logrado, cuando a decir verdad, si realmente lo conseguimos, ¡terminamos descubriendo que no es exactamente eso lo que deseábamos!
El premio pierde el mérito y la dinámica recomienza…
Como niños mimados, descartamos lo que tenemos y corremos tras lo que no tenemos, alimentando un círculo vicioso que no nos lleva a lugar alguno. A la postre, solamente conseguimos lastimar a aquellos que realmente nos quieren y perder demasiado tiempo con quien ha hecho ya otras elecciones, en las cuales no estamos incluidos.
Si tú eres víctima de esta auto-armadilla, ¡sugiero que te decidas a crecer! Percibe que un ‘no’ realmente no puede ser un obstáculo insalvable, pero ¡tampoco puede convertirse en una provocación, un test, una prueba donde tú debes demostrar que eres capaz de transformarlo en ‘sí’ de cualquier manera!
Caso contrario, llegará el momento en que tú ya no sabrás si realmente quieres al otro ni cuánto estás dispuesto a luchar por un amor. Todo se convierte en guerra, competición, disputa… ¿¡¿Contra quién?!? Pues claro… contra ti mismo. Contra tu ego y tu corazón. Y de este modo, no importa quién gane, tú serás el perdedor, ¡siempre!
Rosana Braga é Especialista em Relacionamento e Autoestima, Autora de 9 livros sobre o tema. Psicóloga e Coach. Busca através de seus artigos, ajudar pessoas a se sentirem verdadeiramente mais seguras e atraentes, além de mostrar que é possível viver relacionamentos maduros, saudáveis e prazerosos.
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