Como ya he contado aquí, el Universo me ha regalado la oportunidad de estar trabajando, y a veces, viviendo, en un local muy especial que he alquilado aquí cerca de Belo Horizonte… una casa dentro de una hacienda, en lo alto de una montaña que está en frente de otra montaña muy encantada… Todo allí es tan perfecto que ni en mis sueños más bonitos hubiera imaginado estar trabajando en un lugar así… Todo muy perfecto… hasta que supe de un pequeño detalle que casi arrojó por agua abajo toda aquella perfección…
Ese detalle me hizo estar encerrada en casa durante algunos días –en aquel paraíso—sin poder disfrutar de la naturaleza rica y abundante que me rodeaba…
Un perro… que es cruce de Dobermann con Rottweiler.
Yo tenía mucho miedo a los perros grandes, especialmente a aquellos que son de una raza muy peligrosa…
Cuando supe que el perro, que vive próximo, era cruce de esas dos razas y que saltaba la perrera, sencillamente me sentí aterrorizada imaginando la posibilidad de depararme con él a cualquier hora del día o de la noche, y esto me hizo atrancar las puertas… y como amo la libertad, no necesito decir que me puse muy triste… me veía encerrada dentro de casa sin poder vivir todo lo bonito que estaba allí, a un paso de distancia, precisamente más allá de la puerta cerrada.
Algo así como recibir un dulce que te encanta y no puedes comer…
Todos me decían que el perro era muy manso… pero el miedo habló más alto durante un tiempo… Conversé con el Universo pidiendo la solución de aquella dificultad…
Sé que podría solicitar que prendieran al perro e incluso lo hice algunas veces, pero mi corazón se oprimía por ser causa del encierro de un animal que vivía libre, y al mismo tiempo, como él saltaba por encima de la perrera… no conseguía sentirme segura.
Bien… como creo que nada sucede por acaso y que el Universo nos coloca frente a los desafíos porque es hora de ultrapasar uno más de los límites que nuestros miedos nos imponen, decidí conocer más de cerca al perro, que tanto miedo despertaba en mí…
Decidí encarar de frente al tal perro… o mejor, a mi propio miedo del perro…
Desde el lado de dentro de la casa… mirando por la ventana… pude ver que era aún más grande de lo que yo imaginaba… negro y muy grande… Pero he visto también que era juguetón y tenía una mirada dulce… cosa que en otro momento no haría la menor diferencia porque el miedo siempre hablaba más alto…
Pero esta vez algo dentro de mí cambió y pude verme abriendo la puerta y aproximándome al perro sin miedo alguno… y como por un pase de magia nos hemos hecho amigos…
No puedo describir el tamaño de la libertad que sentí… y el perro, que al principio podría ser un enemigo se convirtió en un aliado que, en vez de miedo, me trae seguridad…
Sé que, para quien no siente ese miedo específico, este desafío puede no parecer así tan grande… pero cada uno sabe dónde actúan sus miedos y cuán significativa es esa liberación porque amplía en mucho nuestra libertad…
Entendí que era mi propio miedo, y no aquel perro, que en este caso realmente es muy dócil, lo que me privaba de libertad impidiéndome vivir muchas cosas buenas…
Recuerdo que, cuando era una cría, en la hacienda de mi abuelo había un hombre que no tenía miedo a nada… a no ser un verdadero pavor a las crías de pajaritos… y yo no conseguía entender cómo un animalito tan inofensivo podía afectar de forma tan grande a aquel hombre tan fuerte…
Está claro que los miedos nos protegen de situaciones en las cuales realmente podemos correr peligro, como muchas veces el miedo a los perros puede haberme protegido de entrar en contacto con algún animal que realmente fuese una amenaza…
Pero pueden ser sólo el resultado de experiencias pasadas, y ya no constituyen amenaza para aquello que somos hoy… y sólo sirven para impedir nuestra completa libertad.
Siempre es bueno que tengamos cuidado para que… nuestros miedos no nos impidan recibir los muchos regalos que el Gran Misterio nos puede ofrecer…
Publicado dia 3/9/2006 6:02:37 PM em STUM WORLD
