Conversaba con una persona que ha pasado recientemente por una pérdida, y ella me decía cómo esa pérdida le estaba haciendo encerrarse en sí misma, no envolviéndose ya con nada, como una forma de protegerse de otras pérdidas.
Hoy pensaba en esa conversación y me acordé de otras tantas personas que por miedo a perder ya no se entregan a la vida, permaneciendo en la retaguardia, como si pudiesen controlar los acontecimientos con esa actitud de no abrirse… o de abrirse solamente un poquito… y con eso van perdiendo cada vez más… van perdiendo tiempo… van perdiendo la vida que se escapa a cada momento sin ser vivida.
Las pérdidas ocurren, pero… muchas veces, los daños son por cuenta nuestra.
Damos tanto énfasis a lo que hemos perdido, que ni cuenta nos damos de que la mayor pérdida se da por opción nuestra, cuando… permanecemos dando vueltas y vueltas alrededor de una misma situación… dramatizando cada vez más y haciendo que nuestro lado al que encanta ser víctima salga vencedor y triunfante… Cuando conseguimos ser reconocidos como víctimas de las situaciones, esto incluso puede darnos cierto alivio, porque al fin y al cabo teníamos razón para quejarnos… y confundimos ese reconocimiento… con amor. Dulce ilusión, merecemos mucho más amor que este recibido de las personas que estimulan nuestra postura de víctima.
Ser víctima es muy fácil y todo el mundo consigue interpretar ese papel… difícil es tener coraje para salir de él y asumir quién verdaderamente somos.
Asumir… aun ante las pérdidas más difíciles, a nuestro Guerrero Espiritual… aquel que cuestiona, que busca siempre… que no acepta el papel de víctima porque sabe que más allá de lo que es obvio y aparente, existe siempre algo pendiente de encontrar… algo que sólo se manifiesta a quien tiene el coraje de ir más allá del dolor… a quien tiene coraje para seguir el camino del corazón.
Perdemos a personas, cosas, conceptos y perjuicios y casi nunca entendemos que esas pérdidas son un camino nuevo… una oportunidad de elegir un rumbo nuevo.
Recientemente he perdido un objeto que era muy especial para mí, pues simbolizaba algo muy querido… mi primera reacción ha sido de tristeza… Y así estaba cuando obtuve un mensaje en un oráculo que decía que… cuando perdemos algo o a alguien, permanecemos tan apegados a lo que hemos perdido y a la pérdida, que con eso podemos también perder la oportunidad que se abre en ese movimiento… He pensado mucho en ese mensaje que me ha hecho olvidar completamente el objeto que perdí…he entregado con Amor y he podido ver en las entrelíneas que algo realmente constituye la diferencia cuando adoptamos una postura distinta ante las pérdidas.
Necesitamos perder tantas cosas para encontrarnos… tantas manías, creencias, verdades y más verdades que van cayendo por tierra y… cuando las contemplamos, ya caídas, podemos espantarnos por haber defendido todo aquello durante tanto tiempo…
Pero volviendo a las pérdidas… siempre es bueno recordar que ellas tienen lugar para que algo nuevo que debe llegar se aproxime…