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Mujer

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Publicado dia 4/25/2006 2:17:49 PM em STUM WORLD

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Traducción de Teresa - [email protected]

Hace algunas décadas un movimiento femenino se adueñó del mundo en la lucha por los derechos y por la libertad de la Mujer. En aquella época éramos educadas, sobre todo, para ser sumisas, adornos del hogar; lo máximo que se podría pretender además de casarse y tener hijos era, si se quería estudiar, cursar Magisterio.
Mujeres que vivieron antes del movimiento feminista, y que soñaron hacerlo de modo diferente, eran una rareza. Hoy vemos a mujeres ocupando innumerables puestos en la sociedad, en el mundo empresarial, político, científico.
Pero queriendo salir de la sumisión a través del trabajo y de la búsqueda de respeto para nuestra condición, ante todo, de seres humanos, hemos encontrado a lo largo del camino otras maneras de sujeción. Hemos entrado en el universo masculino obedeciendo a las reglas del juego anteriormente definidas, y si antes éramos educadas para que fuésemos muy poco, hoy somos educadas para que neguemos nuestra feminidad.

Así, de modo general, nuestra autoestima como mujeres todavía es baja, especialmente en las áreas relativas a la maternidad, sexualidad, relaciones afectivas y familiares. Las nuevas generaciones de mujeres, a partir del movimiento feminista en Occidente, han comenzado a estar razonablemente bien preparadas para asumir posiciones en la sociedad, para estudiar y trabajar, pero soportando, la mayor parte de las veces, ser condicionadas para que razonen y actúen en el mundo de manera más masculina. Muchas veces, se acabó tan sólo por copiar el modo masculino de ser, perdiendo de vista, anulando o utilizando en menor medida las características determinantes de la feminidad.
No se ve hoy día que se esté preparando a las chicas para la maternidad; algunas lo están para la sexualidad, pero definitivamente, no es lo mismo. Tampoco se ve la preparación para el uso del razonamiento intuitivo, o de la mediumnidad, ni para cuidar y proteger lo que es tradicionalmente frágil, carente, delicado, ya sea en nosotras mismas o en los demás.
Y lo femenino así negado hace falta a nuestra humanidad.

Hambre, abandono y malos tratos a la infancia, son algunos síntomas característicos del debilitamiento de algunos arquetipos femeninos en acción en la Tierra, especialmente el arquetipo materno. ¿Es únicamente responsabilidad de las mujeres? No, yo ciertamente no afirmaría esto. Tampoco sugiero retornar al pasado, sino dar un paso adelante, haciendo uso de la libertad con respeto a nuestras necesidades esenciales, rescatando nuestra autoestima, tomando conciencia acerca de la importancia de nuestro papel en la sociedad, fortaleciendo nuevamente lo femenino.

Podemos, para eso, echar mano de las esencias florales, en la medida en que ayudan a establecer entre nuestra Alma y el Alma de la Naturaleza un diálogo que nutre, revivificando nuestra Alma Femenina, auxiliándonos en la tarea de hacer las paces con nuestros cuerpos, destinos y misiones. Pero esa no es meta que se alcance en un mes de tratamiento, o con un frasco de esencias florales, ni existe fórmula mágica que rescate en nosotras el placer y la delicia de sentirse mujer; hablo de un proyecto de vida que implica responsabilizarse, en primer lugar, por los cambios necesarios, y después, con el apoyo de la terapia floral, a través de un terapeuta floral y de las esencias florales, recorrer una jornada de cura durante un período de tiempo, más largo para unas, menos largo para otras, en una ruta de rescate de sí mismas y del sentido mayor de su propia existencia.

Algunas breves reflexiones acerca de lo femenino:
Ser femenina no se define por el uso del color de rosa o por dejarse largos los cabellos, o por ser vanidosa, pintar ojos y labios, o por llevar tacones y falda.

Lo femenino en esencia es lo que nutre:
Nutre, la mujer, con su leche a su hijo; a sí misma y a la vida con su intuición, con sus gestos, con su capacidad de escuchar y de recibir en sí al otro, con su palabra que agasaja y arrulla. La nutrición es un acto de amor. Cuando así nutrimos a la vida (hijos, carrera, compañeros de existencia, y a nosotras mismas) ella se revivifica, cobra nuevo significado y se robustece. La competitividad exagerada que empleamos en el trabajo y en lo cotidiano nos dificulta el estar en paz con ese atributo, que requerirá de nosotras disponibilidad para escuchar, para ser receptivas al otro, para dar de nosotros nutrición afectiva.

Ser femenina
Requiere de nosotras el estar en paz y aceptando los aspectos típicamente femeninos de nuestro cuerpo, cuidando bien de él, con adecuada alimentación, ejercicios físicos apropiados, higiene necesaria y teniendo en consideración los períodos del ciclo hormonal, que a veces requieren de nosotras pequeñas modificaciones en los hábitos. Y el estar en paz con nuestro cuerpo nos ayuda a desarrollar una sensualidad y una sexualidad más vibrantes y saludables. El cuerpo femenino que adoran los medios de comunicación y que es vendido como perfecto, o es anoréxico (o casi), sin formas femeninas naturalmente redondeadas, o está “inflado” con silicona – pechos, muslos, nalgas, pómulos, labios, para que se vea mucho, mucho más redondeado y harto, con el fin de vender más revistas, novelas, pornografía, productos y negocios.
Las mujeres que se quedan fuera de ese modelo, conseguido a base de cirugía plástica o mediante una alimentación a base de abundante agua y lechuga, muchas veces comienzan a detestar el cuerpo que tienen que llevar, negándolo o castigándolo con cirugías innecesarias, tratamientos estéticos carísimos, con dietas despropositadas, o con cantidad exagerada de gimnasia.
El tipo de vida que lleva la mujer de Occidente hace que de vez en cuando ella sienta que la menstruación le estorba. Existen también mujeres que llegan a sentirse enfermas cuando menstruadas. También es frecuente encontrar a mujeres que odien menstruar, o que sufran de TPM, desarrollen endometriosis, tengan dificultades para quedar embarazadas. Muchas retrasan al máximo la gravidez, privilegiando su carrera; la sociedad actual incluso predica que esto es lo mejor para nosotras. ¿Será?El ciclo menstrual, las mareas, los ciclos lunares, las estaciones del año, los ciclos de vida (gestar, nacer, crecer, madurar, morir, renacer) están todos en cierta manera intrínsecamente relacionados con lo femenino. Forma parte así de lo sagrado de la vida en la Tierra. Menstruar es nuestra dádiva (porque está asociado al don de crear y recrear la vida).
Los medios de comunicación también venden otra imagen de mujer que intentamos copiar a cualquier precio, aunque sea a base de antidepresivos, ya que ella es fuerte, feliz, trabaja fuera de casa, tiene éxito, hace carrera, tiene dinero, es joven, tiene hijos pequeños saludables y felices, marido o novio satisfechísimo, amigas igualmente bien sucedidas, familia, casa bonita y florida, todo lindo, equilibrado, perfecto… (aunque fuera de los modelos de la realidad viable).
Digo no viable porque no se consigue poner el mismo necesario empeño en cosas que tiran de nosotras para lados opuestos, tales como hacer carrera bien sucedida y criar hijos pequeños, de manera que crezcan saludables emocional, física, mental y espiritualmente. Algo no estará bien atendido, sea la carrera o los hijos.
La mujer que hoy asume tanta responsabilidad vive cansada, a veces malhumorada, otras veces siente que la vida le exige demasiado, cuando no es ella misma la que se exige mucho. Se vuelve resentida.
Es esa mujer que se deprime, que sufre ansiedad, estrés.
Descubrir que no somos perfectas y que necesitamos de ayuda o de abrir mano de algún encargo, digo encargo y no deber, podrá comenzar a ayudarnos.

Ser femenina
Es ser intuitiva y hacer uso de esa intuición en la vida común.
A pesar de que este atributo es muy alabado, veo que, de manera general, utilizamos la intuición menos de lo que deberíamos, tan deshabituadas estamos a ella.
La intuición no es “creísmo” (yo creo que), ni es juzgar o tener prejuicios. La intuición es una percepción muy real y completa, no requiere análisis concienzudo del asunto, es un saber. Ella ha de ser trabajada, observada, para que podamos utilizarla con confianza, en colaboración con nuestra capacidad de razonar, pasando a ser bendición en la vida de cada cual.

Ser femenina
Es ser acogedora. Hoy miles de criaturas pequeñitas son educadas por empleadas en guarderías, profesores, niñeras, enfermeras o asistentas domésticas (lo mismo da la clase económica). La parte peor es para la clase más pobre, pues en ella las criaturas se crían solas. Nos faltan el tiempo y la disponibilidad para acoger a nuestros hijos con la cantidad y calidad que necesitan y merecen.
Transferimos nuestro don a empleados pagados para “ocupar” nuestro espacio, ya que “tenemos que” ocupar otros lugares en la vida.
Acoger es recibir al otro y envolverlo, puede ser a través de los abrazos y caricias, pero también de la actitud de escuchar y mirar verdaderamente al otro, sin prisa, entregadas al deleite del momento; puede ser también a través de la palabra amorosa, que ofrece calor humano y enternece, haciendo que el otro se sienta vivo e importante.

Ser femenina
Es ser, por naturaleza, creativa. Creatividad que puede estar dirigida a criar hijos; crear belleza en la vida; a pintar cuadros; escribir poesía; coser; bordar; concebir edificios, escribir libros, trabajos sociales; encontrar cura para las enfermedades; inventar comidas deliciosas; cultivar jardines.
A través de nuestra creatividad podemos acoger a nuestra alma y a los que están a nuestro alrededor de una manera más bella y menos tediosa.

Femenino y masculino, atributos complementarios del alma humana, uno no es mejor o peor que el otro, ambos son importantes para nuestro pleno desarrollo como individualidades y como humanidad. Negar un atributo para robustecer a otro ha sido nuestra opción como colectividad, a lo largo de siglos, pero dada la gravedad de los males que afligen hoy a la humanidad, podemos percibir la necesidad apremiante del rescate de lo femenino, en primer lugar a través de la figura arquetípica de la madre, y a través de ella, de todas las demás. Las generaciones futuras lo agradecerán.

por Thais Accioly

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Sobre o autor
thais
Thais Accioly é especialista em Terapia Floral pela Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Pós Graduação em Terapia Floral na Escola de Enfermagem da USP.
Professora da Flower Essence Society/CA EUA no Brasil.
Professora da Bush Flower Essences/AU no Brasil.
Consultora em Cultura de Paz.
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