En cada final de año acostumbramos a mentalizar todo cuanto deseamos para el año que se inicia. Es natural que al hacerlo deseemos para nosotros aquello con que todos sueñan: salud, paz, amor y seguridad material.
Sin embargo, me gustaría recordar la importancia de que trabajemos nuestra mente sobre algo esencial, sin lo cual no alcanzaremos ninguno de esos objetivos: la autoestima. El amor por sí mismo es el principal atributo que un ser humano debe cultivar a lo largo de la vida. No obstante, por increíble que pueda parecer, poquísimas personas en el mundo son estimuladas desde la infancia a reconocer sus cualidades y talentos y a ser condescendientes con los propios fallos.
Entre nosotros, la mayoría crecemos preocupados con satisfacer las expectativas que el mundo alimenta a nuestro respecto. El concepto que de nosotros tienen los demás, se convierte en una verdad y una creencia absolutas, que acaban determinando el grado de autoestima que tendremos a lo largo de la vida. Este sentido de la propia valía será el responsable por nuestro éxito o fracaso, nuestra salud o enfermedad, así como por el grado de realización afectiva que conseguiremos alcanzar.
Visto que la autoestima y el valor que atribuimos a nosotros mismos se revisten de tal importancia, me parece que esta deba ser la principal meta para cualquier año de nuestra vida.
Por tanto, sugiero aquí, que al iniciar un año más meditemos de manera sincera acerca de cuanto hemos trabajado para fortalecer nuestra autoestima y la confianza y admiración que nutrimos por nosotros mismos.
Aceptarse a sí mismo tal como se es, reconociendo las propias limitaciones, sin culpas o exigencias excesivas, evitando el formar juicios rígidos y la falta de compasión, es un ejercicio a practicar diariamente. Perdonarse a sí mismo por los errores cometidos entendiendo que éstos forman parte de nuestro proceso evolutivo es un importante paso en el desenvolvimiento del amor propio. Lo importante es que sepamos exactamente en qué necesitamos mejorar, intentando ir al encuentro de esa conquista con perseverancia y voluntad.
La confianza en nosotros mismos, el ser conscientes de nuestro de nuestro poder y de nuestra capacidad creativa son cualidades que marcan enteramente la diferencia. En el desarrollo de estas cualidades debemos concentrar nuestros mayores esfuerzos, pues si las tenemos a gran escala, lo demás vendrá como consecuencia.
“En primer lugar, naturalmente, te juzgas a ti mismo de todos modos. Ningún hombre es perfecto y ningún hombre jamás podrá ser perfecto – la perfección no existe – así, enjuiciar es muy fácil. Tú eres imperfecto, por lo tanto, hay cosas que muestran tu imperfección. Y, después, te encolerizas, contra ti mismo, contra el mundo entero: “¿Por qué yo no soy perfecto?”
Después, miras apenas con una sola idea: descubrir imperfecciones en todo el mundo. Y después, quieres abrir tu corazón… naturalmente… porque, a menos que abras tu corazón, no hay ninguna celebración en tu vida; tu vida es casi muerta. Pero tú no puedes hacerlo directamente: tendrás que destruir toda esa educación, desde sus verdaderas raíces.
Así, la primera cosa es esta: deja de juzgarte. En vez de juzgar, comienza a aceptarte con todas tus imperfecciones, todas tus debilidades, todos tus errores, todos tus fracasos. No te pidas a ti mismo ser perfecto: esto es simplemente pedir lo imposible y después te sentirás frustrado. Tú eres un ser humano, a fin de cuentas.
Mira para los animales, para los pájaros; ninguno de ellos está preocupado, ninguno de ellos está triste, ninguno de ellos está frustrado…
…Y todos ellos deben estar riéndose: “¿Qué ha pasado con vosotros? ¿Por qué no puedes ser solamente tú mismo, tal como eres? ¿Qué necesidad hay de ser cualquier otra persona?”
Así, la primera cosa es una profunda aceptación de ti mismo… Acepta humildemente tu imperfección, tus fracasos, tus errores, tus faltas. No hay necesidad alguna de fingir ser otra cosa. Sé tú mismo: “Así es como soy, lleno de miedo. No puedo andar en la noche oscura, no puedo ir allá, a la espesura del bosque”. ¿Qué hay de malo en eso? ¡Es humano!
Una vez que te aceptes serás capaz de aceptar a los demás, porque tendrás la clara visión interior de que ellos están padeciendo del mismo mal. Y tu aceptación por ellos les ayudará a aceptarse.
Podemos revertir todo el proceso: acéptate. Esto te vuelve capaz de aceptar a los demás. Y como alguien los acepta, ellos aprenden la belleza de la aceptación por primera vez –¡cuánta tranquilidad se siente! – y comienzan a aceptar a los otros.
..Enjuiciar está feo – hiere a las personas. Por un lado, tú vas lastimándolas, hiriéndolas; y por otro lado, quieres su amor, su respeto. Eso es imposible.
Ámalas, acéptalas y, tal vez, tu amor y respeto pueda ayudarlas a cambiar muchas de sus debilidades, muchos de sus fallos, porque el amor les dará una nueva energía, un nuevo significado, una nueva fuerza. El amor les dará nuevas raíces para imponerse a los vientos fuertes, el sol caliente, la lluvia fuerte.
Aunque apenas una única persona te ame, esto te hace tan fuerte, que ni siquiera lo puedes imaginar… El corazón se abrirá por sí mismo. No te preocupes con el corazón. Haz el trabajo preparatorio”.