Vivimos diariamente presionados por innumerables desafíos: la lucha por la ganancia material, por la supervivencia física y, sobre todo, por el equilibrio emocional.
El mundo exterior constantemente nos presenta una serie de acontecimientos que nos desestabilizan y nos mantienen prisioneros del miedo, de la inseguridad, de la impaciencia y de incontables carencias.
Visto que no podemos modificar la realidad y tampoco tenemos el poder de hacer que ella se amolde a nuestros deseos, hemos de, a cada día, encontrar dentro de nosotros la fuerza necesaria para no sucumbir ante tantas exigencias.
Cada ser humano tiene una trayectoria diferente, en que diversos factores han actuado para que él sea exactamente como es. El principal de ellos es la condición en que se ha desarrollado su individualidad. Si ésta ha sido bien trabajada y ha recibido los estímulos adecuados, esa persona crecerá con más fuerza para enfrentar y vencer los desafíos de la vida.
Si, por el contrario, se ha desarrollado en un ambiente en que el amor, la comprensión y la alegría han estado ausentes, su fuerza interior será bastante menor, y su confianza en sí mismo necesitará ser estimulada en la vida adulta con mucho más empeño y esfuerzo.
Pero sean cuales fueren las condiciones en que la vida, el destino y los desafíos cármicos nos han colocado, el hecho es que nos cabe a nosotros, y solamente a nosotros, resolver estos percances y buscar una salida que nos lleve de encuentro a nuestra verdadera esencia, aquella parcela de nosotros que desconoce el desequilibrio y el dolor.
El camino es difícil, pero, si nos empeñamos con coraje y, principalmente, fe en la existencia y en los milagros que ella nos proporciona cuando nos entregamos sin reservas a sus designios, encontraremos la paz interior y el éxtasis con que tanto habíamos soñado.
“Confía a pesar de las dudas
Buda dice: Haz lo que tengas que hacer resueltamente… Pero, al decir resolución, él no quiere decir voluntad, como el significado común en los diccionarios. Buda está obligado a servirse de vuestras palabras, pero él da un nuevo significado a sus palabras. Al decir ‘resolución’ él quiere decir “a partir de un corazón decidido” – no a partir de la fuerza de voluntad, sino a partir de un corazón decidido. Y recuerda: él enfatiza la palabra ‘corazón’, no la mente. Fuerza de voluntad forma parte de la mente. Un corazón decidido es un corazón sin problemas, un corazón que ya no está dividido, un corazón que ha llegado a un estado de tranquilidad, de silencio. He ahí a qué llama él “un corazón decidido”.
“Haz lo que tengas que hacer resueltamente, con todo tu corazón”. Recuerda el énfasis puesto en el corazón. La mente jamás puede ser una – por su propia naturaleza ella es muchas. Y el corazón es siempre uno – por su propia naturaleza él no puede ser muchos. Tú no puedes tener muchos corazones, pero sí puedes tener muchas mentes. ¿Por qué? Porque la mente vive en la duda y el corazón vive en el amor. La mente vive en la duda y el corazón vive en la confianza. El corazón sabe cómo confiar – es la confianza la que lo torna uno. Cuando tú confías, de repente te encuentras centrado.
De ahí lo que significa la confianza. No importa si tu confianza es en la persona adecuada o no. No importa si tu confianza va a ser objeto de abuso o no. Hay toda posibilidad de que seas engañado – el mundo está lleno de engañadores. Lo que importa es que tú has confiado. A partir de tu confianza te vuelves íntegro, lo cual es mucho más importante que cualquier otra cosa. No es una cuestión de que en primer lugar tengas que estar seguro de si la persona es digna de confianza o no. ¿Cómo vas a estar seguro? ¿Y quién lo va a averiguar?
Será la mente, y la mente tan sólo sabe cómo dudar. Ella tendrá dudas. Ella dudará incluso de un hombre como Cristo o Buda. Ella no puede ni siquiera ayudarse a sí misma.
Así, recuerda: confiar no quiere decir que antes tengas que investigar, que antes tengas que dejar las cosas seguras, garantizadas y, entonces, confiar. Eso no es confianza, eso realmente es duda – como has agotado las posibilidades de dudar, por ello confías. Si cualquier otra posibilidad de duda apareciese, volverías a dudar. Confía a pesar de todas las dudas, a pesar de lo que el hombre es o de lo que el hombre vaya a hacer. Eso es del corazón, viene del amor.
Cuando tú confías y amas con un corazón decidido, eso trae transformación. Entonces, tú nunca vacilas. La vacilación sencillamente te mantiene en pedazos.
Dando un salto cuántico, sin ninguna vacilación o a pesar de todas las vacilaciones, tú te vuelves íntegro. La vacilación desaparece y tú te tornas uno. Y tornarte uno significa libertarte; libertarte de la propia multitud estúpida que existe dentro de ti, libertarte de tus pensamientos, deseos y memorias, libertarte de la propia mente”.
Osho, The Dhammapada, #9, #1