Este artículo responde a la pregunta que formulan algunos de los frecuentadores respecto de la objeción que suelen hacer los Maestros a la práctica de la mediumnidad, y a la comunicación con los muertos.
Intentaré explicar, tal como me ha sido revelado que pueda ser y sin ninguna pretensión de afirmar que de hecho sea así. Tan sólo relato lo que veo y siento, tal como me parece que es, o incluso, como mis instructores frecuentemente me muestran que es.
Desde siempre, el Todo Existente, al que denominamos Universo, se origina y constantemente continúa manifestándose en la ininterrumpida afirmación de que Es lo Que Es.
En ese su eterno manifestarse y afirmarse a sí mismo, el Increado Ser Supremo se desdobla en dimensiones o planos, con diferentes grados de densidad y repletos de seres individualizados.
Para facilitar la comprensión sobre la manera de cómo esas dimensiones coexisten, muchos Maestros e Instructores las han dividido en unas secciones o planos, y las han clasificado, teniendo como criterio su densidad.
Si entendemos densidad como mayor o menor concentración de partículas atómicas en un mismo espacio, los planos más densos son aquellos donde la materia es más sólida, más palpable, más visible.
Del mismo modo, si clasificamos esos planos tomando el más denso como primero, y los demás sucediendo a éste, el último plano será aquel donde el propio Increado permanece, sin cualquier señal de manifestación.
Si, con fines didácticos, los Maestros e Instructores se refieren a las dimensiones o planos, clasificándolos con arreglo a su densidad, eso no significa, de ninguna manera, un juicio de valor.
La Ley, la única Ley, la Ley que gobierna el Universo declara que lo que está en lo alto es como lo que está abajo. Que no hay seres buenos o malos y sí diferentes grados de consciencia.
Cuando despierta para la realidad de que nada más es que una individualización de una misma y única energía, y que tiene como finalidad el tornarse cada vez más consciente de que es lo que es, el ser humano comienza a percibir las otras dimensiones o planos y forzosamente se descubre capaz de comunicarse con ellas.
A diferencia de lo que imaginamos, esas dimensiones o planos, no están dispuestos en capas, como una lasaña o una cebolla.
Las dimensiones se superponen y se interpenetran, con arreglo a la menor o mayor afinidad de vibración de los seres que en ellas se encuentran.
Y es solamente debido a esto que los humanos despiertos para la realidad del espíritu pasan a percibirlas.
Ocurre que la dimensión que más se aproxima a la nuestra por su vibración es exactamente la dimensión en que se encuentran aquellos que han pasado recientemente por el fenómeno de la muerte, o también los seres y espíritus que por sus hábitos, pensamientos y sentimientos, a pesar de haberse tornado más sutiles, continúan identificados con la densidad.
Sabemos que la naturaleza y el aspecto del camino varían de discípulo a discípulo, de conformidad con su naturaleza de manifestación, o sea, conforme a las cualidades que la Divinidad ha decidido manifestar en cada uno.
El Espiritismo es uno de los aspectos de la senda que reúne a aquellos que, despiertos, se han identificado con la vibración de densidad más próxima, casi inmediata.
La mediumnidad es un intercambio de energía que permite la comunicación entre esos planos. Y como intercambio de energía, algo de un plano siempre permanece en el otro.
En la incorporación, el ser que utiliza la estructura física, emocional y racional del médium, deja en aquélla algo de sí mismo, y lleva consigo algo de él.
Es una ley. Ésta funciona para todo y cualquier intercambio de energía, en cualquier parte del universo visible o invisible.
Por eso, cuanto más inconsciente y perturbado esté el espíritu que se incorpora, más desequilibrado quedará el campo del médium que ha permitido la incorporación.
Los ritos de purificación nada más son que procesos de realineación de las energías, restableciendo, dentro de las posibilidades kármicas de cada cual, el equilibrio, después de los intercambios de energía.
Por eso lavar las manos antes de comer, por eso bañarse antes y después de las relaciones sexuales, por eso quitar los zapatos antes de entrar en casa…
Cuando los Maestros nos incitan a no intercambiar energía con los planos más densos, nos están pidiendo que reflexionemos respecto de los intercambios de energía y que consideremos todos los aspectos que se envuelven en ese intercambio.
Ellos nos piden que, en vez de detenernos en las relaciones con esos planos, prodigando tiempo y energía en socorrer a nuestros hermanos afligidos, busquemos a aquellos que, en los planos más sutiles, pueden, con más habilidad y menos desgaste, auxiliarlos.
Cada uno de los seres que padece en los umbrales puede ser rescatado, sin que para eso tengamos que prestarles nuestros cuerpos, y arriesgarnos en los recovecos de una dimensión que no conocemos bien.
Es como si, al oír la petición de socorro de alguien que se está ahogando, en vez de tirarnos a las aguas revueltas, buscásemos la eficaz ayuda de un salvavidas, alguien que conoce los peligros del mar y que domina todas las maniobras posibles de rescate.
Al ponernos en alerta acerca de los peligros de la comunicación con los muertos y con las dimensiones más densas, nuestros Maestros e Instructores no están relegando al abandono a aquellos que en ellas militan, se afanan y padecen.
Están solicitando que perfeccionemos nuestros canales, para contactar con los planos más sutiles y encaminar hacia ellos nuestras peticiones de socorro.
Cuando conseguimos sintonizar nuestro Yo Superior, que habita dimensiones bastante menos densas, podemos contar con su discernimiento, y tenemos a nuestro servicio y al de todo el Universo, aquella parte de nosotros que vive fuera del tiempo y del espacio, que está consciente de su relación con el Todo, y que puede, a su vez, tener acceso a seres que están en dimensiones todavía más sutiles, y a ellos pedir auxilio y socorro.
La ayuda procedente de esas dimensiones, fluye a través de nosotros y como un rayo alcanza a todos aquellos a quienes deseamos ayudar.
Cuando operamos de esa manera y nos comunicamos con esos planos más sutiles y de ellos recibimos mensajes, el intercambio de energía se vuelve también más sutil y cuenta con el Yo Superior como mediador. Toda la energía densa que fluye de nosotros hacia los planos más sutiles es filtrada por el Yo Superior.
A ese proceso llamamos canalización.La diferencia entre la mediumnidad y la canalización está en la calidad del intercambio de energía
La misma ley que rige los intercambios de energías entre los seres humanos encarnados, rige también los intercambios entre las dimensiones. Así, cuanto más básicos son los chacras activados por la comunicación, más densos son los planos con los que nos estamos comunicando.
Por eso sucede que, mientras las comunicaciones mediúmnicas movilizan el plexo, la nuca y el chacra laríngeo, los intercambios entre los planos mentales movilizan el tercer ojo, y las comunicaciones con el Yo Superior aceleran la actividad del chacra cardíaco.
Los contactos con los planos más sutiles sólo pueden ocurrir con la utilización del chacra coronario.
Cuando nuestros Maestros e Instructores solicitan que nos dediquemos a la práctica de la meditación, están incitándonos a establecer comunicación con las energías más sutiles de manera que integremos en el mundo de la materia aquellas partes de nosotros que operan fuera de la materialidad, dotándolas de capacidades adicionales.
A través de la canalización, esas capacidades pueden operar en el mundo físico, ampliando la consciencia de todo aquello que nos rodea, nos toca e intercambia energía con nosotros, con inclusión de los planos en que se encuentran los desencarnados.
A través de nosotros, la vibración acelerada de los planos menos densos alcanza a la materia, aumentando nuestro nivel de consciencia y de todo cuanto está a nuestro alrededor, para que cada partícula de materia que nos forma y compone nuestro mundo pueda manifestar de manera cada vez más intensa la única realidad.
La de que todos somos uno.