En el patio de una antigua mansión, entre gallinas, patos y ánades, apareció un patito extraño. Era grande y muy, muy feo.
La pata pensó que podría ser una cría de pavo, que se encontraba allí perdida. Lo llevó para el lago, el patito nadó. Los pavos no nadan. Se mostró orgullosa y concluyó: tampoco es tan feo. Y lo admiró.
Cuando mamá pata lo presentó, todos se rieron y se burlaron de él. Sus hermanos lo humillaban y castigaban.
Un día el patito feo decidió escapar. Voló sobre el cercado y se marchó hacia el bosque. Anduvo, anduvo y llegó a un pantano repleto de gansos salvajes.
Al principio fue ridiculizado. Después, por compasión, los gansos lo aceptaron. Él se animó, hasta que un día llegaron cazadores y perros y lo atacaron con violencia. El patito se escondió, temeroso. Cuando todo se hubo calmado, huyó.
Llegó a una cabaña, donde vivía una vieja, una gallina y el gato de la vieja. La mujer lo examinó y le permitió quedarse, pensando en el huevo que podría poner. Con el paso del tiempo, fue maltratado y castigado, porque no ponía huevos.
Él soñaba con estar en un lago, con nadar. Y eso era extraño y sin valor para la vieja, para la gallina y para el gato. Se marchó nuevamente.
El otoño llegó, acompañado por el frío y en el invierno la nieve se adueñó del lago donde él vivía. El patito feo nadaba, nadaba, pero acabó por desmayarse y quedar atrapado en el hielo. Por suerte, pasaba por allí un campesino y lo encontró. Rompió el hielo y lo llevó para casa.
Reanimado, huyó nuevamente, escapando de las manos bulliciosas de los niños que querían jugar con él.
Llegó la primavera y él recibió con alegría los primeros rayos de sol. Abrió las alas: estaban fuertes y él ya podía volar muy lejos.
Marchó para muy lejos y de repente llegó a un lago inmenso, donde nadaban magníficos pájaros blancos.
Decidió aproximarse, no sin algún recelo a ser picoteado. Algo, una extraña afinidad, una fuerza lo impulsaba hacia ellos.
¡Qué sorpresa! Eran cisnes lindísimos.
Fue recibido con alegría. Sin entender muy bien la nueva situación, él baja la cabeza, mira para el lago y ve su reflejo en las aguas. Él es un cisne… “¡Yo soy un cisne!”
En la orilla del lago, los niños estaban felices. Y decían cantarines: “Mira qué lindo, un nuevo cisne ha llegado.”
Interpretación
El cuento del Patito Feo puede ser considerado como la trayectoria de todos nosotros. El misterio del nacimiento y crecimiento. Hemos sido creados para ser iguales.
Quien busca creatividad y desarrollo paga el tributo de ser diferente.
El ejercicio de ser diferente exige coraje y tiene un precio.
El que busca debe recorrer un camino simbólico o físico. Y debe estar dispuesto a aprender las experiencias del caminar.
Observemos algunos detalles interesantes de la experiencia del Patito Feo:
Él podría haber vivido humillado y castigado, entre los patos, aceptando aquella situación;
O aceptar la aventura de una vida de sobresaltos y peligros entre los gansos salvajes;
La gallina, el gato y la vieja podrían haberle tratado como un virtuoso, un rey. Y el patito feo no habría encontrado su espacio y su gente.
Como se ve, su camino estaba trazado y cada uno de los personajes estuvo en su puesto para enseñar al patito. Él de nada sabía. Pero continuó su búsqueda. Tuvo coraje. Abandonó la aventura, la comodidad, la incertidumbre y la sumisión.
Y solamente después de gran lucha y aprendizaje encuentra su gente, su verdadera identidad.
Al encontrar a los cisnes, siente un amor intenso brotar en su corazón. Sabe que allí es su lugar. Con humildad vuelve sus ojos hacia abajo, a las aguas. Todavía no se reconoce integralmente.
Entonces, tiene lugar la revelación. Es un cisne.
Nada se ha modificado en su cuerpo. Él solamente se ha descubierto.
Ejercicio:
Relajar y revisar tu vida, encontrando las situaciones que han envuelto a ti y a los otros.
Agradece a los acontecimientos y a las personas.
Siente que caminas en un bosque. Allá en el fondo del camino, ves surgir una luz intensa. Dirígete hacia la luz. Entra en la luz. Siéntete Luz. Tú eres un foco de luz, creado por Dios. Brilla.
Nota del autor: texto adaptado del libro “Meditando con las Hadas” de Adamo Angel.
Wilson Francisco é Terapeuta Holístico, escritor e médium espírita. Desenvolve o Projeto Mutação, um processo em que faz a leitura da alma da criatura e investigação do seu Universo, para facilitar projetos, sonhos e decisões, descobrindo bloqueios, deformidades e medos que são reprogramados energeticamente.
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