Cierta vez recibí en mi consultorio a un muchacho cuya madre me había telefoneado implorando extremada urgencia para que yo atendiese a su hijo… Marcamos una consulta y a ella acudieron juntos madre e hijo.
El “chaval” frisaba los cuarenta años, había venido muy bien vestido, con ropa casi social. La madre con cabellos extremadamente rubios, bastante maquillada y bien trajeada.
En esta primera consulta, la madre y el “chaval” revelan el historial de la dependencia química, reconociendo la gravedad del hecho y observando qué bueno sería si Lucas (nombre ficticio) abandonase sus vicios. En aquella ocasión, Lucas era dependiente del hashis, llegando a fumar más de veinte cigarrillos al día y cuando no estaba fumando, ingería comprimidos antialérgicos, también como forma de vicio. Refirió haber sido ya dependiente químico de la cocaína, pero que actualmente ya no hacía uso de ella.
En el transcurso de la entrevista, madre e hijo comenzaron a contar acerca de las innumerables clínicas de recuperación en que él había estado y de las contínuas promesas del padre, un empresario de gran proyección, de colocarlo en el mercado de trabajo, caso abandonase el vicio.
La promesa era que el “chaval” podría entrar para el mundo de los hombres si abandonase las drogas… Pero ¿cuál sería el coste de eso?
Sabemos que, además de la dependencia química, que en sí ya representa un gran desafío para libertarse, están implicadas otras dependencias, no menos amenazadoras.
Hablamos aquí de áreas emocionales de dependencia entre padres e hijos.
En este caso específico, ha quedado clara la relación de dependencia
madre/hijo, como si ambos mantuviesen una especie de lazo simbiótico que les daba la sensación de estar vivos mediante una identidad única.
En no pocas ocasiones, las situaciones de dependencia química de un hijo, por peor que sea, llenan de significados la vida de los padres y la familia acaba olvidando que puede tener vida propia e independiente, pudiendo valerse de otros medios para existir.
Véase que en este caso específico la madre relató con ojos brillantes y
llenos de aventura y juventud, las fugas rocambolescas en las cuales había ayudado al hijo a escapar de estas herméticas y muchas veces necesarias clínicas de recuperación. Aunque ella contase que los médicos y el personal de atención estaban siendo demasiado rígidos con su hijo (que era muy poco rígido consigo mismo), quedaba extasiada de alegría al conseguir ayudar a su hijo a llevar a cabo sus fugas.
En otros casos, madres y padres, por más que sus hijos estén mejorando en el tratamiento, no consiguen concebir esa idea.
Lógicamente no siempre es así y no es esto la regla para todas las familias. Existen casos que revelan exactamente lo contrario. En ellos los padres están totalmente preparados para una modificación efectiva de su hijo, o la esposa para con su compañero, cuando este es el problema y existe enorme dificultad en romper la relación de dependencia familiar.
Pienso que cualquiera que sea el escenario en que tenga lugar, existe una cuestión central relacionada con la dificultad para existir con autonomía y responsabilidad en la propia vida. Sabemos que este desafío lo es para todos nosotros, nadie escapa a esto, el proceso de maduración humana incluye este tipo de autonomía existencial.
Tomar conciencia de que estamos todos en el mismo barco – y buscar ayuda – nos saca de la ceguera a que nos conduce la arrogancia y el orgullo de percibirse con alguna dependencia y de no hacer nada para cambiar en ese sentido. Estos sí, son los vicios emocionales más venenosos que podemos tener. Lo demás son los desafíos y dificultades que todos nosotros tenemos.
Negarlos no hará que dejen de existir.
Por todo esto, si te encuentras en alguna forma de drogadicción, o vicio emocional que genera dependencia, no dejes de buscar ayuda. Date la oportunidad de desligarte efectivamente, ayúdate a promover la sensación de sentirte existiendo con autonomía en tu vida. Recuerda que todas tus dependencias provienen de vicios emocionales y que éstos proceden de las dificultades genuinas que nos ocurren a todos nosotros.
Facilita tus procesos para que puedas llegar a ser de modo singular y único. Busca ayuda, tú no estás solo. No tengas miedo de lo que puedas encontrar allá dentro de ti.
Esto vale para toda la familia, que, aunque pueda no estar en la drogadicción, sí puede encontrarse en otra forma de dependencia que
igualmente impide el proceso individual de autonomía y de maduración del venir a ser. Considero que todos deberían apostar por la experiencia de la unicidad para después poder relacionarse con el otro en una cualidad que, aunque dual, ciertamente será impar.
Silvia Malamud é colaboradora do Site desde 2000. Psicóloga Clínica, Terapias Breves, Terapeuta Certificada em EMDR pelo EMDR Institute/EUA e Terapeuta em Brainspotting - David Grand PhD/EUA.
Terapia de Abordagem direta a memórias do inconsciente.
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Autora dos Livros: Sequestradores de almas - Guia de Sobrevivência e Projeto Secreto Universos
Publicado dia 9/1/2006 1:07:31 PM em STUM WORLD
