Hay momentos en la vida en que sentimos dentro de nosotros una llamada interior que nos impulsa hacia algo diferente de lo que hemos vivido hasta entonces. Esta llamada comienza con una intuición, un sentimiento de que la vida puede ser algo más grande y más gratificante.
Aunque muchas veces no tengamos la menor idea de por dónde debamos comenzar, sentimos que hay algo que puede hacerse para tornar nuestra vida más rica interiormente y generar una sensación de paz y bienaventuranza.
Esta llamada, que se presenta como un anhelo de nuestro corazón, está relacionada con aquello que nuestra alma desea. Si pensamos que el objetivo de nuestra alma es hacernos vivir en sintonía con la armonía del Universo, del cual formamos parte indisociable, entenderemos mejor el por qué de ese sentimiento de inadecuación que experimentamos cuando nos encontramos distantes de tal objetivo.
Tocamos momentáneamente ese sentimiento de sintonía con el Todo cuando nos enamoramos y somos tomados por el éxtasis del amor, cuando ejecutamos un trabajo que nos realiza interiormente o cuando experimentamos una victoria sobre nuestros miedos y vencemos un desafío cualquiera que la vida nos presente.
Mantener este estado interior el mayor tiempo posible es algo con que todos nosotros soñamos. Los taoístas definen la búsqueda de este estado de conciencia como el cultivo del Camino. Para ellos, obtener la inmortalidad es cultivar con éxito la sabiduría. Este cultivo es un proceso de perfeccionamiento que dura toda la vida.
Según John Blofeld, en su obra “Taoísmo, camino hacia la inmortalidad”, “las mentes ocupadas con términos tales como cielo, tierra, esencia, claro de luna, calma, jade y perla, probablemente gozarán de mayor serenidad que las que lidian con computador, tractor, pop, dólar, liquidación, napalm, terrorismo.
“Ese amor a lo sencillo y a lo no pretencioso, proviene directamente de la percepción intuitiva de la naturaleza del Tao. Sin forma, vacío, el Tao es la fuente de todas las formas. El Tao jamás obstruye, solicita o reverbera… Vivir por el Tao es actuar como el Tao, que produce la lluvia fecunda y la semilla nutritiva sin cuidar de agradecimientos o recompensas.
El secreto de la sapiencia, que es también inmortalidad, es la aceptación. Recomienda Lao Tse (autor del Tao Te Ching, una de las obras máximas del taoísmo) que los hombres se comporten como los recién nacidos, que acogen indistintamente las cosas tal como son. Forzar el avance natural de las cosas es invocar el dolor y la ruina, acompañar su paso es ganar paz y sabiduría…
Hay amplia evidencia en los escritos de ese sabio de que sus ideas derivaban de una fuente que se remonta al siglo V o VI a.C: el Libro de las Mutaciones (I Ching).
…”Erguirse y caer, dar y recibir – cada cosa tiene su lugar y su utilidad. Ninguna tempestad dura para siempre, ninguna lluvia deja de cesar – entonces ¿por qué preocuparse? El sabio conoce que toda aceptación es siempre el partido mejor; se debe confiar en la puntualidad de la naturaleza en sembrar sus dones conforme a la época y a la estación; interferir en su trabajo es provocar represalias.
La dulzura vence a la dureza como el agua golpea los obstáculos a su curso. Arrogancia y aspereza violan la norma del cielo, acarreando miseria. La verdadera sapiencia, la verdadera superioridad, consiste en jamás ceder a la emulación, dejando las cosas tal como son. Las plantas resistentes se quiebran o son arrancadas; las flexibles, resisten. Esto es aprender a vivir con la naturaleza.
Artificio y ganancia no significan cosa alguna para el sabio, es al no atenerse a tales cosas como él evita la pérdida de si mismo. Para hallar el camino del cielo nadie necesita dar un solo paso más allá de la solera de su casa. Lo Real no es para ser visto, sino para ser captado en el silencio y en la mudez”.
Solamente cuando somos capaces de mirar dentro de nosotros mismos y percibir objetivamente de qué necesitamos para alcanzar serenidad, encontramos la motivación para superar los obstáculos del camino que nos conducirá a tocar nuestra inmortalidad y conocer el éxtasis de vivir en sintonía con nuestra alma.