Estamos ciertamente en un nuevo tiempo y cada vez más personas perciben esto y quieren hacer modificaciones en su vida... Perciben que están muy distantes de su verdadera naturaleza y ya no se sienten felices con la existencia que han llevado hasta entonces...
Con todo, entre el querer y el estar dispuesto a abrir mano de lo que es necesario dejar, existe una distancia enorme.
Veo personas que saben que ya no quieren ser del modo que están siendo y quieren cambiar cosas y cosas en sus vidas, pero... siempre que algunas cosas se mantengan exactamente tal como están...
Desgraciadamente... o por fortuna... las cosas no ocurren así...
En ese proceso de mudanza sé qué difícil es abrir mano de algunas cosas... especialmente aquellas que pensamos que son las que más queremos que ocurran.
Sin embargo, si queremos realmente transformarnos de quien no somos en “Quien somos” es preciso que estemos dispuestos a abrir mano de todo lo que sea preciso para que ese Ser aparezca en toda su belleza...
La vida fluye como un río ininterrumpidamente e intentar sujetar la felicidad entre los dedos sólo hace que perdamos ese fluir... Considero que cada día tiene un plazo de validez que sólo dura un día... todo cuanto intentamos mantener en la misma forma, al otro día ya estará caducado y no será saludable... No de aquella misma manera...
Saber fluir con la vida es entender que todo es efímero y que estamos en constante transformación... nosotros y todo cuanto nos rodea...
Hay una parte nuestra que no acepta el cambio y hace lo que sea para intentar sujetar las cosas tal como están... sujetamos tanto que ni nos damos cuenta de que la vida continúa pasando y que, lo que intentamos sujetar... de la misma manera que ha sido buena un día, acaba volviéndose malo... cada día peor...
Recuerdo cuando, hace algunos años, yo no conseguía, de modo alguno, abrir mano de algunas cosas que juzgaba ser indispensables para la felicidad...
Entregaba al Gran Misterio mi destino, siempre que aquellas cosas ocurriesen a mi manera...
Hasta conseguía sujetar lo que quería... pero aquello no me traía felicidad.
Hasta que comprendí que podría entregarme con seguridad a las transformaciones que la vida me traía... y que cuando nos entregamos a los cambios sin resistencia, la vida fluye de manera más leve...
Mientras escribía ha llegado un e-mail con este mensaje que me ha encantado:
“El navío está seguro, mientras esté en el puerto; pero no para eso se han hecho los navíos” (autor desconocido)
Tal como los navíos no se han hecho para permanecer en la seguridad de los puertos, del mismo modo nosotros no estamos aquí para dejarnos estar en la seguridad de las situaciones conocidas y ya vividas, que ya no nos llevan a lugar alguno...
Acepta el flujo de la vida y sumérgete en lo desconocido... de allá suele llamar el Alma, para traernos aquello que más queremos...