El apego a cosas, personas y situaciones es uno de los más fuertes obstáculos a nuestro proceso de individuación. Conectarse con nuestro verdadero ser y enderezar nuestra vida por su sabiduría, implica, necesariamente, que nos libertemos de toda forma de apego.
El apego es una armadilla de la mente y del ego que nos hace creer que sin la persona, el objeto o la situación a la que nos apegamos, jamás podremos ser felices.
En las relaciones afectivas es donde la dependencia y el apego más nos enredan. Consideramos, de forma ilusoria, que nuestra felicidad depende de aquella persona, y que al ausentarse de nuestra vida, se lleva consigo toda y cualquier posibilidad que tenemos de ser felices.
Necesitar de alguien como del aire que es esencial a nuestra supervivencia, es una enfermedad emocional, de la que sólo podremos curarnos si tenemos conciencia del problema y actuamos en el sentido de alcanzar la liberación.
Mientras no nos convenzamos de que nadie, a no ser nosotros mismos, puede garantizar nuestra serenidad y nuestro equilibrio interior, continuaremos siendo presa fácil de las armadillas del apego.
Visto que es imposible controlar la mente del otro, sus deseos y necesidades, colocar nuestra oportunidad de felicidad en dependencia de sus actitudes es el camino más fácil para el sufrimiento.
Libertarse exige el desarrollo de nuestra auto-estima y una profunda confianza de que siempre será posible renacer para una nueva vida, desde que permanezcamos abiertos a ello con el entusiasmo y la alegría de un crío.
Amor y capacidad de estar solo.
Tú deberías ser capaz de estar solo, completamente solo y aun así, tremendamente feliz. Entonces, puedes amar. Entonces, tu amor ya no es una necesidad, sino un compartir, ya no es una carencia. No te convertirás en dependiente de las personas a las que amas. Compartirás – y compartir es bonito.
Pero lo que comúnmente ocurre en el mundo es: tú no tienes amor, la persona a quien crees amar no tiene ningún amor en su ser tampoco, y ambas claman por el amor del otro. Dos mendigos mendigando entre sí. Como resultado, las peleas, el conflicto, la continua riña entre los amantes – por cosas triviales, cosas inmateriales, ¡cosas estúpidas! Pero, se continúa disputando.
El conflicto básico surge porque el marido considera que no está recibiendo aquello que tiene derecho a recibir. La mujer piensa que ha sido engañada y el marido también piensa que ha sido engañado. ¿Dónde está el amor?
Nadie está preocupado con dar, todo el mundo quiere recibir. Y cuando todo el mundo está buscando recibir, nadie recibe. Y todo el mundo se siente perturbado, vacío, tenso.
Falta la cimentación básica, y tú comienzas a construir el templo sin la cimentación. Él se caerá, se derrumbará en cualquier momento. Y tú sabes cuántas veces se ha desmoronado tu amor. Pero aún así, prosigues haciendo lo mismo repetidamente. ¡Vives en tal grado de inconsciencia! No ves lo que has venido haciendo con tu vida y con la vida de las otras personas. Continúas, como un robot, repitiendo el viejo patrón, sabiendo perfectamente bien que eso ya lo has hecho antes. Y sabes cuál ha sido, siempre, el resultado. Y allá en el fondo también estás sabedor de que va a ocurrir lo mismo nuevamente – porque no hay diferencia alguna. Te estás preparando para la misma conclusión, el mismo colapso.
Si hay algo que debes aprender del fracaso del amor, es: torna-te más consciente, más meditativo. Y con meditación quiero decir la capacidad de estar alegre estando solo. Muy raras personas son capaces de estar felices sin absolutamente ninguna razón – ¡simplemente sentarse en silencio y completa felicidad! Los demás considerarán locas a estas personas, porque la idea de felicidad es que ésta tiene que provenir de alguien. Encuentras a una linda mujer y te sientes feliz, o encuentras a un hombre guapo y te sientes feliz. ¡¿Sentado en silencio en tu cuarto, y feliz?! ¿¡Feliz de esa manera!? ¡Debes estar loco! Las personas sospecharán que estás tomando alguna droga, que estás colocado.
Sí, la meditación es el LSD definitivo. Ella está liberando tus poderes psicodélicos. Está liberando tu propio esplendor aprisionado. Y te vuelves tan alegre, surge tal celebración en tu ser, que no necesitas de ninguna relación. Te puedes relacionar con las personas... Y esta es la diferencia entre relacionarte y relación; relación es una cosa: tú te apegas a ella; relacionarte es un flujo, un movimiento, un proceso. Tú encuentras a una persona y la amas, porque tienes mucho amor disponible”.
Osho, del libro The Dhammapada.