Todos los seres humanos pasan, a lo largo de la vida, por pruebas, dificultades, bloqueos y dudas. A veces, cuando miramos para algunas personas ricas, a las que ha ido bien y son felices, tenemos la impresión de que los problemas que nos afligen jamás las alcanzarán.
Está claro que para algunas personas los testes cármicos pueden presentarse de forma menos intensa que para otras. Esto tiene como causa el camino individual de cada espíritu en su proceso evolutivo.
No obstante, una vez encarnados en la materia, todos tendrán, inevitablemente, que enfrentarse a la realidad inexorable de la condición
humana: la vida en el plano físico tiene un tiempo determinado de duración y no existe nadie que pase por ella sin vivenciar, en algún momento, experiencias de pérdida o enfermedades en el cuerpo físico.
Para la mayoría de las personas la reencarnación significa simplemente la manifestación periódica de seres inmortales, almas o espíritus, en el mundo físico. Pero, según el gran vidente americano Edgar Cayce, las entidades espirituales se encarnan periódicamente para aprender las fundamentales lecciones individuales: amor, paciencia, moderación, equilibrio, fe y devoción.
En la opinión de Cayce es útil para el desarrollo espiritual poseer el conocimiento acerca de las leyes básicas universales, tales como la reencarnación, el carma, la gracia, "lo semejante genera lo semejante", y "el espíritu es el constructor".
La ley de la gracia es la más importante, según las interpretaciones psíquicas de Edgar Cayce. Tal como la mecánica newtoniana comparada con la física cuántica, la ley del carma parece operar a un nivel bastante rudimentario, si comparada con la ley de la gracia que, según el vidente, suplanta a la del carma cuando una persona se abre a la consciencia de Cristo.
Esa consciencia psicológica de Cristo es la consciencia de la Unidad con Dios, dentro de cada uno de nosotros, que no tiene reacción porque no ocurre al nivel en que la ley de la polaridad, o de los opuestos, actúa. Esa consciencia básica está inserta como un patrón en nuestra mente y disponible para ser despertada por la voluntad en cualquier momento.
Por ello, si aceptamos la ley de la gracia de Cayce, llegamos a la conclusión de que la ley del carma no es la fuerza última que subyace en nuestras vidas. Sin embargo, puede ser útil comprender el carma y cómo funciona.
Edgar Cayce ha declarado que "cada vida es la suma total de todos nuestros egos previamente encarnados y que todo lo que ha sido previamente construido, bueno o malo, está contenido en esta oportunidad", es decir, en la encarnación presente.
Por medio de las miles de interpretaciones psíquicas que ha realizado, Cayce siempre ha puesto de relieve que cuando una persona experimenta un determinado tipo de problema o una fase angustiada de la vida, está simplemente "encontrándose consigo misma", o, en otras palabras, que el individuo se confronta precisamente con la experiencia que ha creado en el pasado.
En la tradición budista, el objetivo de las técnicas de liberación y de las prácticas espirituales se denomina nirvana. El significado literal del término nirvana es "donde el viento del carma no sopla". En otras palabras, el único medio de alcanzar progreso espiritual es despertar para un nivel de consciencia que esté más allá del dominio del carma y de los planos de la ilusión.
Sólo nuestra actitud determinará si, al enfrentar experiencias difíciles, sufriremos (y llegaremos a maldecir nuestra suerte) o si nos perfeccionaremos aprendiendo las lecciones que la vida pretende enseñarnos.